26. D I S T O R S I O N

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Hey, solo vengo a hacer hincapié en que se unan al grupo de facebook, allá hay contenido exclusivo de Haxel y algunos capítulos sin censura. "Haxel y otros libros de Jasson Muñoz", es el nombre del grupo.

 Muak, Jasson.




—¿Por qué lo hiciste, Haxel?

—¿El que?

—Asesinarla.

—Porque ella lo anhelaba.

—Llegaste a su vida para cumplir sus deseos, ¿entonces?

—¿Por qué lo dices?

—Por que si te pidió que la asfixiaras, y lo hiciste solo estabas centrado en satisfacerla. ¿O me equivoco, Haxel?

—Estaba centrado también en satisfacerme a mí.

—¿Gozaste mientras lo hacías?

—No lo sé, solo me encantó que a ella le haya encantado.

—¿Sabes por que te hago todas estas preguntas, Haxel?

—Por que eres mi psicólogo.

—Error, soy más que tu psicólogo.

—¿Qué eres de mí, entonces?

—Puedo ser tu amigo, tu confidente, algo que necesites que yo sea para que puedas estar bien y puedas desahogarte.

—La forma de canalizar mi desahogo no es apoyándome en el hombro de alguien más.

—¿Cuál es la forma entonces?

—Yo utilizo a quien quiera para saciar mi sed.

—¿Cuál sed?

—La sed de tener traumas.

—¿Por qué quieres tener traumas? Ningún ser humano los quiere tener.

—Por que nunca los he tenido. No los puedo tener.

—¿Y por eso haces lo que haces?

—Si y quizás fue esa la razón por la que llegué a ese extremo con ella.

—¿Al extremo de asfixiarla?

—Si.

—¿Crees que haya algo que alguien pueda hacer para que superes tu problema? Ósea ¿Para que sientas algún trauma por primera vez en tu vida y dejes de dañar a las personas para saciar esa sed?

—No lo creo.

—Todo es posible.

—Tu optimismo no me ayuda en nada.

—El optimismo es el primer impulso para lograr lo que queremos.

—Buen punto, pero solo si es optimismo propio.

—¿Tu no tienes el optimismo de salir de ese hueco algún día?

—He remplazado el optimismo por la costumbre.

—Entonces, ¿por que ya te has acostumbrado no tienes interés alguno por cambiar?

—Afirmativo.

—¿Piensas seguir haciendo lo que hiciste con ella con cuanta persona se te cruce en el camino?

—Solo con la que yo decida. Y lo siento, no me puedo detener.

....

—Solo una trenza más y quedas lista. Te vas a ver hermosa, Mara.

Haxel me tiene tendida en su cama, ha puesto flores silvestres alrededor de mi cuerpo, me acabo de despertar, y hay una pregunta vagando por mi mente.

¿Esto es estar muerta?

—¿Estoy muerta, Haxel?

Me termina de hacer una trenza -que está compuesta por tres trenzas pequeñas más- en el cabello; luego empieza a aplicar polvo de maquillaje en mi cara.

—¿Crees que así se siente morir?

—No lo sé.

Palpo con la yema de mis dedos la piel fría y pasmada de su rostro, la puedo sentir físicamente.

—Pero si esto es morir —agrego—, valdría la pena morir de nuevo si volviese a vivir alguna vez.

Empiezo a sentir incomodidad alrededor de mi cuello, creo que tengo un moretón ahí.

¿Fue su mano tratando de asfixiarme lo que me ha dejado así? Entonces si puedo sentir este dolor quiere decir que... ¿no logró acabar con mi vida en realidad?

Haxel no quita sus ojos de los míos. Los de él le brillan con mucha intensidad. Sabe muy bien lo que me estoy preguntando.

¿Has acabado con mi vida, Haxel?

—Nunca seria capaz de quitarte la vida, Mara.

En este instante quizás empiezo a entenderlo todo, las cosas comienzan a tener sentido, yo ya lo sabía, lo presentía, algo me lo gritaba muy adentro de mí.

—Solo estabas probando hasta donde yo era capaz de llegar. —le afirmo.

—Y vaya que me has sorprendido.

Pero...

Ver su habitación tan iluminada por la luz natural que entra por el ventanal, verlo a él maquillándome y peinándome mientras yo estoy tendida en la cama, y además ver ese semblante brillante y lleno de felicidad en su cara... todo eso me hace creer algo:

Esto es demasiado real como para ser creíble.

Esto era lo que me esperaba después de vivir.

Por que yo ya estoy muerta.

—¿Qué hace con la muñeca, Haxel?

—Juego un poco.

—¿Y a que juegas con ella?

—Juego a que en un pasado tuvo alma, y que esta viene y me susurran al oído las fantasías más perversas que en el cuerpo de la muñeca quiso cumplir.

Se detiene un segundo, y su semblante se ensombrece con una mirada y una sonrisa de psicópata.

—¿Y luego? —le pregunto.

—Le cumplo esas fantasías. Eso he hecho siempre con Mara.

Nunca antes había estado tan confundida frente a Haxel, ¿Por qué dice que ha hecho siempre eso con Mara si apenas ayer morí?

—No entiendo.

—Mara, así se llama.

—¿Quién?

—El alma de la chica que vivía en la muñeca que hace semanas encontraste en mi nevera.

H a x e l  ©  [Versión censurada de 361 Grados Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora