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Tiempo Actual.

Pov. Wonyoung.

Desde que decidimos darle algo de sabor a nuestra relación comenzamos a ser muy extremistas, al principio solo eran juguetes, cuerdas, cosas "indefensas" pero ya no era suficiente, cada vez deseábamos experimentar más. — Está es la arma vieja de mi padre. —

— Recuérdame, ¿por qué te la regaló? — Cuestioné y Yujin se encogió de hombros.

— Has oído hablar de... — Yujin me explicó con lujo de detalles todo, una sola bala y cinco posibilidades de conocer la muerte. La idea era excitante de solo pensarlo.

— Pues, hagámoslo. — Aún así Yujin no estaba segura de ello.

— ¿Qué si esto sale mal?— No paraba de mirarme mientras estaba sentada en una silla frente a ella, en un movimiento tiro todas las balas dejando solo una en ella, lo cerro y este giró siendo imposible saber en qué compartimento se encontraba la bala.

El deseo de más era más grande, experimentar era lo que queríamos y eso haríamos, me acerque hacia Yujin y comencé a pasar mis manos por su cuerpo. Tomé la mano donde ella portaba el arma y la puse justo en mi mentón, la idea de que esta disparara comenzaba a volverme loca. — Si así quieres jugar, así jugaremos. — Por fin acepto, me tomo fuertemente de la cintura acercándome a ella, paso el cañón por todo mi cuerpo rozándolo. Nuestras miradas no dejaban de conectar, Yujin no lo resistió más y beso mis labios con necesidad mientras nuestros cuerpos chocaban.

Al separarnos, noté que los ojos de Yujin se habían vuelto realmente intimidantes. — ¿A quién le perteneces, Wonyoung? — Me cuestionó mientras amenazaba con el arma esta vez, podía sentir la presión del cañón en mi abdomen. Quería provocarla a disparar.

— No soy de nadie. — Una sonrisa pícara se formo en mi cara, pude ver los ojos de furia de Yujin sobre mí, le molestaba que negara que le perteneciera.

Rápidamente me dio vuelta en el mismo lugar quedando sobre la barra y pegó una fuerte nalgada en mi trasero la cuál me hizo gemir de dolor. — No seas una maldita puta Wonyoung, di a quién le perteneces. — Azotó una vez más mi trasero con la palma de su mano haciéndome retorcer del dolor en mi lugar.

Pegó más la arma hacia mi costilla y contó hasta tres esperando que respondiera, no lo hice. Solte un gran gemido cuando jalo el gatillo en una mezcla de miedo y excitacion. Sólo hizo que mi calentura aumentará al saber que seguía intacta, ninguna bala había salido de ahí.

Al parecer eso excitó de igual manera a Yujin porque comenzó a besar mi cuello con rudeza, dejando chupetes y mordidas a su merced, obligándome a gemir con la sensación de su mano debajo de mi falda acariciando mi zona íntima.

— Una vez más, ¿de quién eres? — Se escuchaba molesta y eso sólo hacía que mis jadeos aumentaran. Subió mi falda y bajó mi prenda íntima de forma brusca y
recibí constantes nalgadas en mis glúteos. — Eres demasiado mal educada, Jang. Esperemos que esta pistola te haga reflexionar. — Sin preparación alguna alineó la boca de la pistola en mi entrada y empujó con fuerza. No le importo que no me acostumbrará a su longitud, comenzó a dar estocadas duras y yo no dejaba de expulsar gemidos de mi boca, era una combinación entre un fuerte dolor y placer, uno sobre salía más que el otro pero me encontraba en un trance que no lograba diferenciar nada. Recibía constantes embestidas, con cada una podía sentir cómo mis piernas comenzaban a temblar, Yujin realmente sabía como mover cualquier cosa dentro mío y volverme loca. Sacó esta de mi entrada y apuntó mi espalda con el arma y tomó mi cabello el cual jaló haciendo que arqueara mi cuerpo. — ¿Ya admitiras qué me perteneces? Soy la única que ha logrado que pierdas la cordura. — Eso era completamente cierto, nadie me había tomado de la forma que ellla lo hacía.

Posicionó el arma esta vez por mi nuca, podía sentir el frío metal de esta. No podía soportar más, la necesidad de sentir esa adrenalina de nuevo era más. Comencé a decir varias veces su nombre entre gemidos y chillidos. — An Yujin, dispara por favor. — Podía sentir el orgasmo cerca. Yujin había recibido lo que quería y yo esperaba obtener lo mismo. Escuché como jalaba el gatillo por segunda vez, en cuanto no sentí nada expulsé todos mis fluidos manchando mi entrepierna y la barra. Yujin pasó su lengua por mi zona limpiando los fluidos que se encontraban en esta. Seguía viva, la sensación de seguir con vida me hacía
sentir tan extasiada. Me pregunto si correré con la misma suerte la próxima vez.

Fin.

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