PRECUELA DE: EL OMEGA Y EL EMPERADOR
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Cuando Shen Yuan era niño su mayor deseo era poder ayudar a la humanidad.
La ciencia.
Fue algo que el pequeño Shen Yuan de solo seis años comprendió como la vía más accesible para cumplir su sueño.
Estudiar la naturaleza, la vida.
La ciencia.
Con solo seis años Shen Yuan supo que deseaba algo más que solo ofrecer prestigio a su familia, entrando al mismo campo laboral que su familia ejerció desde generaciones anteriores. Shen Yuan, el joven e ingenuo Shen Yuan quería tener la posibilidad de hacer algo por los demás.
Con el paso del tiempo el joven Shen Yuan se dio cuenta que había más cosas en juego en el campo de la ciencia. Que no todo era divertido, sano o bueno.
Que no todo era blanco.
Y con el tiempo Shen Yuan también se enfrentó a complejos que se ataban a su padre, a su relación con él y la constante presión de buscar una forma de que los ojos de su padre le miraran tal como él lo hacía.
El tiempo le enseñó a Shen Yuan que el mundo real era duro, frio y cruel.
La madurez le permitió ver que su padre no le miraría.
Y comprendió que no existía un supuesto dios que escucharía sus rezos y clemencias porque su padre le amara aunque fuera un poco.
Y ahora, Shen Yuan había muerto.
Si era sincero no quería pensar en que había pasado después de su muerte. Una parte egoísta y cobarde de su corazón no deseaba saber cómo había sido las cosas en su familia tras su partida. Quien había llorado, quien no había asistido a su funeral.
Que pensó su padre de ello.
Era lo mejor para su corazón y para su futuro.
Era lo único que le quedaba.
Shen Yuan había muerto y aunque no quisiera ahora era Shen Qingqiu y siempre sería así hasta que llegara su fin.
Porque aunque Shen Yuan amaba a su familia, lo hacía lo suficiente para saber que pensar en ellos ahora solo lo lastimaría.
Porque aunque no quisiera... tal vez había llegado el momento de soltar.
De pie frente aquella estatua de dragón en el templo del palacio de Meishan Yu, Shen Qingqiu se prometió así mismo no llorar. Abrazaría las oportunidades que este mundo le ofrecería para sobrevivir. Y lucharía arduamente para conseguir su verdadera libertad, sin importar el precio que tuviera que pagar.
