Ecos de la verdad

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Damian POV

No hay duda.

A lo largo de toda mi existencia siempre fui el Segundo, el relegado, el niño del que nunca nadie espera nada...

...ni de Donovan...

...ni de Melinda...

...ni siquiera de Demetrius...

Yo antes pensaba que todas las familias eran así de frías, alejadas, y distantes de sus hijos.

Que equivocado estaba.

Siempre fui considerado alguien listo para ser utilizado, ya sea para beneficios de ellos mismos o para no provocar mis enfados infantiles.

Así ha sido con todos:

Con los sirvientes de la mansión Desmond, quienes ahora veo que solo atendían bien mis caprichos para no quedar mal con los que me procrearon.

Con los niños y profesores en el colegio Eden, quienes solo se acercaban a mí por el nombre y prestigio que tenía mi familia.

Incluso Ewen y Emile, si bien luego se convirtieron en grandes amigos, no dudaría que al inicio se acercaran a mí con ese tipo de intenciones.

Y sobre todo... los Forger.

Esa niña de cabello rosa, que desde el primer golpe que me dio no podía sacármela de la cabeza, fue el primer paso de mi desgracia.

Con todo y su extraña capacidad de leer la mente...

Cuantas cosas no habrá leído de mi... aunque no entendiera más de la mitad de lo que yo pensara...

Tan solo el saber que estaba siendo utilizada para... utilizarme y hacer caer el imperio del mal que intentaba crear Donovan...

Y eso sin contar lo turbio del oficio de a quienes esa niña llama "Pa" y "Ma".

Me pregunto por qué dejaron con vida a Donovan, sabiendo ahora lo letales que pueden ser.

Tal vez también lo vayan a utilizar luego.

Pero no importa, no hay otra forma, siempre iba a ser un objeto en mi vida.

Siempre un algo, nunca un alguien.

No quiero saber más.

********

Ya es noche y me encuentro en un puente alto y solitario, el cual cruza el rio en Berlint.

Veo como el frio se va intensificando, haciendo que tiemble cada vez más.

Pero no importa la ropa que lleve.

Ni mi estado actual.

No si todo esto... lo voy a terminar.

Veo como a lo largo del rio empiezan a formarse banquisas de hielo, producto del clima cada vez más gélido que se va generando a lo largo de las horas.

Aquí es el punto ideal.

Si me arrojo, y nadie va por mí, podría quedarme en el fondo al menos hasta primavera, donde ya nadie se acordará de mi existencia.

Observo la panorámica de la ciudad desde la orilla del puente con una rabia ante su propia existencia.

Nunca hubo una sola persona que me quisiera realmente dentro de la familia.

Nunca sentí un verdadero amor de padre, ni de madre.

Ni siquiera se la razón por la que me procrearon, si ya tenían a Demetrius.

Una familia de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora