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-Ya me perdí.- dijo el profesor. -Definitivamente no entiendo a las mujeres. Hay chicas que matarían por la beca que recibiste en el instituto de danza.
Ella sólo lo miró en silencio y fue a buscar sus guantes.
-Sin guantes hoy.- dijo Carl con una sonrisa, mirándola. -Ni cambios de ropa.
Ella resoplo y se limitó a sacarse la campera.
Jonson y Federic la miraron dejando en claro que era ella la que subiría al ring.
Al subir, volvió a posar la mirada en el tatuaje de su muñeca.
-Que tierna,- dijo Carl. -tiene tatuado el nombre de su hermanito. ¿Lo extrañas? - ella estaba aturdida ante las burlas de él. No entendía cómo es que sabía lo de Adam.- Estoy seguro que él no lo hace.- un puño impactó en la mejilla de ella con fuerza. -¿Por qué lo haría, de todos modos? Ni siquiera eras su hermana.- un golpe en el estómago y otro en la mandíbula. El sabor de la sangre invadió la boca de ella y no sabía por qué no se defendía mientras él le decía todas esas cosas. Tal vez fuera porque tenía razón.- Siempre lo supo, vamos, no se parecían en nada.- rió y volvió a golpearla, esta vez, en el pecho. Todo comenzó a darle vueltas y cayó sin poder respirar.
Carl se abalanzó sobre ella y comenzó a golpearla en el rostro, su boca se movía pero ella no era capaz de oír más que un pitido molesto e intenso.
Vio a alguien subir al ring aunque no sabía bien quién era puesto que no lograba ver con claridad. Unas manos tomaron a Carl de los hombros y lo apartaron mientras le propinaban golpes. No era una sola persona, eran dos.
Cuando los rizos de Bastian estuvieron sobre ella, Laslie supo que había sido un error subir a ese ring sin que él estuviera presente. Sus ojos se cerraron pero a los pocos segundos sintió como el aire volvía a ingresar en su organismo. Bastian sostenía el inhalador con miedo y furia en la mirada.
Laslie se incorporó con lentitud y vio la sangre en su remera. Maldijo. Se había dejado debilitar por las palabras de imbécil de Carl.
Bastian, por su parte, le apartó un mechón de cabello del rostro y miró su pequeña carita enrojecida y dañada por los golpes. Su labio estaba partido y su nariz sangraba. No quería reparar en ello, pues voltearía y mataría al idiota que le había hecho eso. Lo había escuchado, la forma en que había usado a Adam para distraerla y herirla, y lo odió porque sabía cuánto le dolía a ella y eso era algo que no iba a perdonarle nunca al chico, si es que así podía llamárselo.
Iba a matarlo, como volviera a verlo una vez más cerca de Laslie, lo mataría a golpes.







No es quien dice serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora