63

223 18 1
                                    

Raphaël.

Seattle.

Apenas Lua abandono mi penthouse volví a tomar las llaves de mi coche para conducir hasta el otro lado de la ciudad furioso conmigo mismo por no haber podido proteger a Sophie cómo se lo había prometido a Lua pero mucho más furioso con mi mano derecha.

Disminui la velocidad un poco cuando entre al camino de tierra que me conducía a la casa donde sabía que Alexandre se encontraba, deje el coche en la entrada de la gran casa oculta en el bosque a la que entre escuchando como mis pisadas causaban eco.

—¡Alexandre!—grite a penas entre a la casa.

El living estaba vacío al igual que la cocina y dudaba que a esta hora se encontrará dormido.

—¡Alexandre!—volví a gritar impaciente.

Escuché pisadas dirigiendo de inmediato mi mirada a la puerta que dirigía al sótano.

—¿Qué pasa?—apareció confundido por aquella puerta.

No razoné, necesitaba a un culpable en este momento y ese era mi mejor amigo que cayó al piso después de recibir un puñetazo de mi parte.

—¡Solo una maldita cosa tenías que hacer!—lo señale con mi dedo índice.

—¿De qué demonios hablas?—gruñó sosteniendo la zona que había golpeado.

—Padre se llevó a Sophie.—gruñí y golpee la pared rabioso.

—Imposible.—se puso de pie.

—Lambert se llevó a mi hermana.—lo mire furioso— ¿Sabes que significa eso?

Alexandre sabía que había fallado, que me había fallado, bajo la cabeza.

—Haré lo posible por encontrarla.—dijo en voz baja.

Aquellas palabras me hicieron enfurecer aún más entendiendo a Lua cuando yo le dije aquello.

—Eso no me sirve, quiero que hagas hasta lo imposible.—me acerque a él con firmeza— No me importa si tienes que salir a la calle y buscar hasta debajo de las piedras, quiero que la encuentres.

—Entendido.—dio un paso atrás para volver a dirigirse hacia el sótano.

—Y Alexandre...

Se detuvo pero no me miró.

—Si no la encuentras, te mato.—declaré frívolo.

Asintió aceptando el que sería su destino si volvía a fallar.

Aún con la furia corriendo por mis venas lance un viejo jarrón al piso de madera volviéndose añicos mientras me paseaba de un lado a otro sin saber que es lo que debía hacer.

¿Debía salir e ir a buscarla yo mismo?

Me senté en el sofá enterrando mis codos en mis rodillas.

¿Pero dónde debía buscar?

Padre no era un idiota, seguramente llevaba planeando esto desde hace tanto tiempo para no dejar ni un solo cabo suelto que por más que buscará no encontraría nada.

Maldije en voz baja cuando mi celular comenzó a timbrar, lo saqué de mi bolsillo y respire hondo al ver que la persona que llamaba era Jake Longdon.

—Señor.—respondí controlando la furia en mi voz.

—¿Dónde carajos estás? Te necesito en la oficina.—no se preocupo de ocultar lo furioso que estaba.

—Me ha pedido vigilar a la señorita Jeferson, eso hago señor.—apreté los dientes.

Ni siquiera sabía dónde estaba Lua.

—¿Quiere que vaya a la oficina?—sabia cuál sería su respuesta.

Gruño.

—No, quédate ahí, yo me haré cargo.—dijo y colgó.

Abrí una pestaña en mi celular e ingresé un par de datos solo para asegurarme de que Lambert no había regresado para llevarse también a Lua pero no, su ubicación marcaba en una de la casa de sus amigos.

Suspiré y cerré la pestaña.

Si padre supiera que había salido de Francia o que estaba ayudando a Lua, no dudaría en matarme.

Ya había demostrado más de una vez que no le importaba hacer daño a las personas que "quería" solo si eso significaba que él podía tener todo bajo control.

Suspiré poniéndome de pie, tal vez debia disculparme con Alexandre al fin y al cabo no era completamente su culpa que Lambert haya logrado su cometido.

Iba bajando las escaleras hacia el sótano cuando en mi celular salto una alerta, levanté mi mirada a Alexandre que también me estaba mirando.

—La está llamando.—dije mirando mi celular.

—Eso parece.—miro uno de los tantos monitores delante de él.

—Es nuestra oportunidad.—me acerque mirando lo que estaba haciendo.

Asintió tecleando y divagando por algunos sistemas preparándose para cuando Lua respondiera la llamada. Mire un punto fijo escuchando la conversación con atención, apreté las manos y tense la mandíbula conforme la llamada avanzaba.

—Estoy cerca.—dijo entre dientes Alex.

Mire a Alexandre teclear con rapidez.

—¡Lua, ayúdame, por favor!—la voz ahogada de Sophie hizo que una sensación de pesadez se instalará en mi pecho.

Hubo una pausa de parte de Lua.

—Tranquila Soph, voy a encontrarte y toda esta pesadilla va a terminar.—dijo en un hilo de voz.

—Eso ya lo veremos, niña.—Lambert colgó.

Enojado lance una de las sillas al piso.

—¡Es un cabrón!—gruñí— ¿Has conseguido algo?

Alexandre hizo una seña para que le diera un segundo antes de terminar de teclear algo que apareció en la pantalla.

—Es lo único que pude conseguir.—giro su silla hacia mí.

—Bien, por el momento me sirve.—guarde mi celular— Sigue trabajando, esto aún no termina.

Ordene y salí de la casa a zancadas para ir a mi coche y comenzar a conducir hacia donde se encontraba Lua.

Encontraríamos a Sophie.

Criminal. ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora