Devórame en la Noche

9: ☼Caliente y Posesivo Deseo☼

Coloca ambas manos contra la boca de Sukuna, quien entrecierra los ojos y le mira molesto, a lo que él no duda en arrugar la nariz. Ya hace tiempo se había dado cuenta de lo celoso que podía ser su gemelo, lo había visto hacer muecas e incluso gruñir cuando eran Gojo o Fushiguro quienes se acercaban a él, pero como luce ahora después de aquel encuentro con Yuta es totalmente diferente.

Frunce el ceño al sentir las manos de Sukuna aferrarle de las nalgas, pero contiene un chillido al sentirse ser alzado del suelo con muchísima facilidad. Ver desde lo alto la mirada tan provocadora y depredadora que tiene su hermano es abrumador, tanto que se desconcentra y deja de hacer fuerza en sus brazos, cosa que parece agradarle mucho al de abajo pues lame perezosamente la palma de su diestra y pasando a hacer lo mismo entre el dedo índice y medio.

— No hagas eso —pide bajo, sintiendo las mejillas arderle—. Están sucias.

— Te vas a asustar si te digo lo que quiero lamer en realidad.

— Eres un pervertido y asqueroso —retira las manos del alcance de Sukuna y no puede evitar reírse al verlo tirar mordidas, tratando de atraparle—. Basta, deja de intentar morderme.

— ¿Te molesta?

— No realmente, pero —mira a ambos lados— estamos en un pasillo y cualquiera puede vernos.

— Eso a mí no me molesta.

— Yo no soy exhibicionista —Sukuna ladea un poco la cabeza hacia la derecha, él copia el gesto y cuando su gemelo sonríe de lado, él siente el sonrojo golpearle en todo el rostro—. Ni siquiera lo pienses.

— Nadie te va a ver —su gemelo da un paso enfrente y luego otro, es en el tercero que él siente su espalda apoyarse por completo en la pared—, lo prometo.

Mantiene su mirada fija en la de Sukuna, aquella que se vuelve rojiza cuando esas líneas aparecen en el corpulento cuerpo, y simplemente se ve con la necesidad de bajar y unir sus labios con los ajenos, los cuales sonríen contra los suyos y se abren poco a poco, incitándolo a volver aquel contacto algo sumamente vergonzoso.

Posa las manos contra los anchos hombros, envolviendo poco a poco los brazos como el beso se va tornando cada vez más caliente. Tiene que ser honesto consigo mismo al menos; lo sucedido en la barra de la cafetería lo dejó prendido a niveles críticos, la dolorosa erección que ahora frota contra el musculoso cuerpo de Sukuna es culpa de éste que la tenga así que no debe de sentirse culpable por quererla aliviar usándolo, ¿verdad?

Tiembla al sentir el jadeo de Sukuna contra su boca, la forma en que los músculos de este se tensan cada vez que logra capturar ese labio inferior entre dientes es algo que lo hace sentir orgulloso y más excitado de lo que esta.

No presta atención a nada, solamente se concentra en la respiración pesada de Sukuna y en como el cuerpo de este lo golpea contra la pared; sus piernas envueltas contra la cintura de este le permiten a su gemelo poderlo embestir y es tan lascivo aquel movimiento de cadera, realmente pareciera que estuvieran teniendo sexo y eso no va a ocurrir, ¿verdad? Aunque no compartan sangre, ellos estuvieron en el mismo vientre y eso los vuelve hermanos, no importa que excusa use su gemelo, él sabe que tiene que detener aquello por el bien de ambos.

Un rasgar de tela lo hace enderezarse de golpe, empuja de los hombros a Sukuna y baja la mirada, sintiendo la cara arder al ver la tela de sus pantalones únicamente unida por un par de hilos en la parte de la entrepierna.

— Es el problema con esta marca de pantalones —susurra Sukuna, sosteniéndolo contra la pared usando solo la mano izquierda, mientras que la diestra juega con un par de hilos sueltos—, se rompen muy fácil —su hermano da un paso atrás y él se ve obligado a sujetarse a los hombros de éste, por un momento creyó que se iba a caer. Suspira temblorosamente, echa para atrás un poco la cabeza y traga grueso al ver la rojiza mirada y aquellas marcas en el rostro de su gemelo—, pero en este momento lo veo como una enorme ventaja.