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Había pasado todo el día y Leah no había asistido a ninguna de las clases restantes.

"Que dramática." fue el comentario que hizo el platinado mientras cenaban todos juntos, en el gran comedor y ella no estaba.

Lo cierto es que la Slytherin necesitaba tiempo para pensar. Y es que aunque pareciera una tontería, el miedo que tenía de volver a ser aquella niña controlada por alguien era demasiado.

Sabía que en ese momento todos estarían comiendo por lo que rápidamente fue al campo de quidditch. Su lugar seguro.

Al tomar una escoba que habían en los vestuarios, suspiró con pesadez para hacerse una coleta y subirse.

Cuando quiso salir volando, alguien apareció asustándola y haciendo que ella gritara de la impresión.
—Oh, perrdón, no sabía que alguien entrrenarría a estas horras.— se disculpó el búlgaro pasando con algo de prisa dentro del vestuario.

—No te preocupes Viktor.— murmuró ella ahora con intención de irse y seguir con lo suyo.
Esperra, tu erres Leah, ¿cierrto?— le preguntó ahora confundiendo a la chica. ¿Cómo es que sabía su nombre?

La Slytherin asintió lentamente y esperó a que el chico continuara.
—He oído de ti.— dijo mientras dejaba su escoba en el suelo.— Y si fuerra tú, no confiarría en Johnny... aunque, más que confiarr, deberrías tenerr cuidado.

Leah asintió de nuevo, y no quiso discutir con el búlgaro pues, además de miedo y respeto, no estaba dispuesta a conversar con él.
—Lo tendré en cuenta, gracias.— dijo esta finalmente yéndose de allí, subida en su escoba.

Pensaba en aquello que le acababa de decir el mayor y no entendía pues, sin duda algo malo tendría el chico. Quería saber que era, y le daba curiosidad que escondía Johnny Kreese.

Sus pensamientos en ese instante se pararon cuando la chica vio nada más que la luna junto con todas las estrellas en el cielo.
—Wow.— soltó mientras cerraba los ojos y respiraba profundo, sintiendo como suavemente, el aire rozaba su rostro.

No tenía rabia, ya no había miedo, el simple hecho de pararse y dejar de pensar en todo lo que le atormentaba había solucionado la mayoría de sus preocupaciones.

Claro que, una de ellas no paraba de dar vueltas por su cabeza sin parar. A veces era molesto, pero no se negaba a si misma que pasaba algo.

Cuando miró hacia las gradas de Slytherin, sonrió para si misma al ver al mismo Draco Malfoy viéndola despreocupado.

—Vaya vaya, ¿que te trae por aquí? ¿Espiándome?— dijo está acercándose lentamente con su escoba, provocando una risa sarcástica de este.
—Quería comprobar que seguías viva, ya sabes, eres un blanco de peligro.— respondió este.

Leah negó sin perder el contacto visual con este. Se inclinó respectivamente en la escoba quedando más imponente y sonrió.
—No creo que haya sido eso... es más, diría que te encanta seguirme.— soltó, sorprendiendo al platinado el cual se acercó hacia la barandilla de las gradas apoyándose cómodamente.

—Yo creo que son historias tuyas, Potter.— empezó a decirle este.— Pero, te encantaría que eso pasara, ¿verdad?
—Ni en tus mejores sueños Malfoy.— le interrumpió esta.

Leah finalmente se alejó del Slytherin y decidió que era tiempo de irse a dormir. Se le habían quitado completamente las ganas de volar con su escoba, así que entró rápidamente al vestuario y dejó la escoba para irse de allí.

Para llegar a su sala común, tenia que recorrer todo el castillo hasta llegar a las mazmorras. Justo cuando pasaba por ahí, la chica vio algo inusual.

Se acercó lentamente para que no la vieran, y miró dentro de la habitación donde se encontraba el gran cáliz. ¿Que hacia el profesor Moody ahí?

"Severus, ¡lo que dices está totalmente fuera de lo común!"

Aquellas palabras gruesas de un desconocido, junto con sus pisadas acercándose donde se encontraba Leah hicieron que se alarmara.

Suerte que alguien te tomó del brazo para esconderla del pocionista junto con el otro hombre.
—¿Otra vez tú? Suéltame.— empezó a quejarse ella intentando separarse de Draco el cual no la dejaba irse.

—¿Quieres que nos castiguen? Se supone que tenia que estar durmiendo. Mira que eres idiota.— murmuró este viendo como Snape y el director de Durmstrang entraban al cuarto donde se encontraba el cáliz.— ¿Qué estarán haciendo?

—No lo sabremos si nos quedamos aquí.— le recordó ella sin poder salir del agarre del platinado quien no la soltaba.
—Prefiero quedarme con la duda.— respondió este mirándola con algo de rabia.

—Entonces para que dices nada.— le siguió ella sin poder evitar sonreír.

Draco no entendía como es que aquella chica podía ser tan inoportuna en todas la situaciones. No entendía porque la terminaba siguiendo siempre. No entendía porque estaba tan a gusto cuando estaba con ella.
—Eres inútil.

Leah rodó los ojos y miró hacia otro lado, viendo como Snape salía de la habitación, por lo que se escondió más, junto con el platinado el cual la siguió.

Ambos chicos se encontraban cerca el uno del otro, esperando a que el jefe de su casa se fuera. Ambas respiraciones eran notables entre ellos pero no decían nada. Ninguno podía pronunciar palabra.

Cuando Leah miró a Draco, este ya la miraba.
—¿Pasa algo?— preguntó ella en susurro.

El chico negó. Tragó hondo mientras moraba a otro lado para volver a encontrar sus ojos.
—Hueles bien.— dijo sin más.

La Slytherin se mordió internamente el labio para evitar reírse y que los pillaran. Aunque más que reír, lo único que quería era sonreír.
—Gracias, supongo.

El platinado iba a decir algo más, Leah sentía que era importante, pero en vez de eso, este miró al pasillo y se separó para dar distancia entre ellos.
—Tenemos que ir... o nos pillaran.— explicó este empezando a caminar tranquilamente en dirección a su sala común.

Y lo único que pensaba ella en ese momento era, "que nos pillen, que nos pillen." mientras lo empezaba a seguir con algo de nervios. Vamos, a cualquiera que le pasara tal situación, desearía saber más de esa persona.

Curiosidad. Leah se preguntaba que ocultaba Draco Malfoy y por qué era tan misterioso.
—¿Que tal todo con Pansy?— preguntó sin pensar de repente.

El chico frunció el ceño sin dejar de caminar. Sintió como ella se colocaba a su lado y la miró de reojo.
—¿Por qué esa pregunta tan rara?— respondió, queriendo que ella profundizara más y fuera más directa.

—No... yo solo... os he visto más unidos este año. Tal vez te gusta.— explicó ella algo avergonzada, haciendo sonreír al platinado.
—Es decir, estás celosa de que esté más tiempo con Pansy y tu única excusa es... ¿decir que me gusta?

A ese punto, ya habían entrado a su sala común, y ya se habían parado pues ahí se separaban sus caminos, ya que las habitaciones estaban divididas por género.
—¿No? ¿Por qué piensas eso?— le interrumpió ella ahora confusa, y bastante nerviosa.

—Tus ojos.

—¿Qué?

Draco sonrió hacia ella y negó.
—Que descanses.

—¿Qué? No, Malfoy... Malfoy no me dejes con la intriga.— pidió Leah viendo como este se alejaba de ella.

El platinado se giró y se encogió inocentemente de hombros, aún con su sonrisa divertida, haciendo rabiar más a la Slytherin la cual rodó los ojos para finalmente irse a su habitación.

¿Sus ojos? ¿Que clase de respuesta es esa? Pensaba Leah mientras cerraba los ojos para dormirse.

you're my story (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora