Cicatrices

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Draco sujetó a Hermione antes de que ésta pudiera aparecerse.

—¡Basta! ¡Quieta maldita sea! ¡Sufrirás una despartición en este estado.

Ella luchó contra él, le sentía tras ella, con el cuerpo pegado completamente a su espalda, rodeándola con los brazos para sujetar sus muñecas.

Se debatió, sollozando.

—Tengo que ir —dijo con voz entrecortada —tengo que ir.

Pansy y ella se habían ido acercando un poco y, para su sorpresa, la amistad había surgido de forma rápida. Nada quedaba de la bruja adolescente que quiso vender a Harry para salvar su trasero y la mujer en la que se había convertido, probablemente debido a las experiencias que le habían tocado vivir, era divertida y cercana, astuta y manipuladora, por supuesto, pero no malvada.

La posibilidad de que le hubiera pasado algo la abrumó y le dolió realmente. Sabía que Malfoy tenía razón y que aparecerse en esos momentos solo la pondría en un riesgo estúpido pero era su amiga y no iba a quedarse allí mientras ella podría estar... mientras ella...

Ni siquiera era capaz de pensar en ello sin ponerse a llorar. ¿No habían tenido ya muertes suficientes? ¿No podían vivir sin esta angustia? ¿Acaso el mundo no podía mantener la paz por unos años sin dejar que el odio y los prejuicios volvieran a desembocar una puta guerra?

El ser humano merecía la extinción, ciertamente.

—Por favor Draco, por favor —dejó de agitarse y dejó caer la cabeza hacia atrás hasta apoyarla sobre su hombro —llévame allí. Necesito ir, ella es mi amiga ahora.

Draco maldijo en un siseo. También era su amiga, lo había sido durante toda su vida y estaba tan afectado como Granger, pero respiró hondo y lentamente reparó las fisuras de su muro y miró a Potter, él solo asintió.

—Llamaré a un escuadrón, cuando lleguen iré con vosotros.

—¿Weasley? —preguntó mirando al pelirrojo.

—Iremos los tres —dijo con aplomo acercándose a ellos —será mejor que os lleve yo

Toco apenas con la punta de los dedos el hombro de Malfoy y los tres se aparecieron rumbo a Parisini's.

El callejón Knocturn bullía de actividad, magos y brujas entraban y salían de los distintos locales, se acercaba la Navidad y algunos tenderos ya empezaban a preparar las decoraciones de sus tiendas. El restaurante del que Ginny le había hablado estaba a reventar, incluso la tetería que, por suerte no se parecía en nada al Salón de té de Madame Pudipié, tenía varios clientes en el interior pese a que era más bien la hora del almuerzo.

—Está cerrado —Hermione se fijó en el cartel que había en la puerta de la tienda de ropa de Pansy —ella nunca habría cerrado estando el callejón lleno de gente.

Intentó abrir la puerta pero los hechizos eran inútiles, tenía protecciones demasiado fuertes.

—Draco ¿Tenéis conectada la red flú?

—No desde que se mudó al apartamento encima de la tienda. Aunque Blaise seguramente...

No le dio tiempo a terminar la frase cuando Harry llegó.

—Eso fue rápido —dijo Ron

—Sí, no era necesario que me quedara allí ¿Qué ocurre?

—La puerta está cerrada —dijo Hermione.

—Está bien —Harry apuntó con la varita al cerrojo y la agitó. Unas chispas doradas y rojas salieron de la punta y con un crack la puerta cedió.

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