La chispa que encendía mis fuegos artificiales

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Cuando cierro los ojos puedo imaginar tus labios cerca de los míos, aunque no sé cómo se sienten.

Eres la historia de amor que nunca le he contado a nadie, porque me tomarían por loca, y no sé ni siquiera si se estarían equivocando, porque te entregué mi alma mucho antes de que ni siquiera pudieras pedirla.

He vagado por las calles preguntándome a qué saben tus labios, si tu pelo me haría cosquillas en las mejillas, a qué suena tu risa, a qué huele tu cuello; y he llegado a la conclusión, de que aunque no lo sé, cada pequeño trocito de ti tiene la capacidad de llevarme al límite, y a 120 por hora todavía se siente lento, así que acelero, hasta que todo mi alrededor es a penas un borrón, y el sonido un zumbido, mi mente se apaga; me rodea el vértigo, y es exactamente la misma sensación que sé que me darían tus ojos clavándose en los míos.

Qué irónico es esto del amor, que cuando tú quieres, no puedo; y cuando puedes, no quiero; y cuando quiero, no quieres; y cuando puedo, no puedes.

He dibujado constelaciones en tu espalda que ya son más mi cielo, que las mismas estrellas que en mi cabeza flotan cada noche, y llámame romántica, pero quiero cogerte de la mano cuando llueva, y salir, mientras el agua nos cala los huesos, y darte un beso como los que se ven en el cine, porque esa es la historia que quiero contar sobre ti.

Un día, amor, volaremos, aunque no sepa cómo, aunque esté apostando con todas de mi parte para perder, quiero hacerlo, quiero saltar al precipicio que me propones, si es contigo saltaría, saltaría porque tú eres mis alas, y aunque hay muchas cosas que desconozco sé que nunca me dejarías caer.

DEL AMOR Y OTRAS DROGAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora