𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟏: 𝒍𝒐𝒔 𝒘𝒊𝒍𝒔𝒐𝒏

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La señora Wilson sirvió en cada plato un cuadrado perfecto de lasaña acompañado de una porción de ensalada césar con queso parmesano y pollo a la plancha. El señor Wilson sirvió los vasos de vino, rellenando el mío hasta que le dije basta.

Era una cena agradable en el porche de una casa donde tocábamos la arena con los pies. El mar se escuchaba tan cerca que casi podía sentir el salitre salpicándome en los brazos y el frescor de la espuma rozarme la nuca.

—Me encanta su casa —dije, haciéndome con un poco de ensalada en mi tenedor—. Quizás podríamos vivir cerca de la playa, ¿no? —Noah alzó las cejas, intentando esconder una sonrisa para evitar que sus padres la viesen feliz.

—Oh, Olivia. —Derrick sacudió la cabeza, dándole un sorbo a su vaso de vino—. No creo que os lo podáis permitir. Un alquiler cerca de la playa podría valer alrededor de los seis mil dólares, quizás cinco mil.

—Nos lo podemos permitir —afirmé con la más dulce y enorme de las sonrisas.

—Sí, incluso podríamos mirar alguna casa por El Encino, ¿recuerdas? —Noah sonreía cómplice, masticando la lasaña.

—No sé cuál es tu renta, Olivia, pero no creo que a mi hija le dé para poder permitirse un alquiler así. —Se metió un trozo de lasaña más grande en la boca, sacudiendo la cabeza—. Mi hija paga mil dólares de alquiler en ese cuchitril de Chinatown y apenas llega a fin de mes —añadió con desdén, haciendo un gesto despectivo con el tenedor—. No sé qué imaginación tienes para pensar que puedes pagar un alquiler en El Encino, Noah.

—Bueno, he dejado ese apartamento. Estoy viviendo con Olivia mientras busco otro apartamento. —Agarró la copa de vino y le dio un sorbo, manteniéndole la mirada a su padre.

—No creo que encuentres algo mucho mejor que ese de Chinatown a ese precio. —Alzó los hombros, limpiándose las comisuras de los labios con la servilleta—. Y menos con tu sueldo, cobrabas dos mil quinientos al mes, ¿no?

—Sí, cobraba.

—Y en el próximo trabajo que tengas imagino que te pagarán lo mismo, los diseñadores gráficos no tienen un gran sueldo. —Añadió con el ceño fruncido, relamiéndose con la lasaña—. Porque, Olivia, ¿tú en qué trabajas?

—No la metas en esto... —Farfulló Noah, preocupada por si me incomodaba. Deslicé mi mano por debajo de la mesa y apreté su muslo, tranquilizándola.

—Soy organizadora de eventos.

—Estoy seguro de que ganas bastante dinero. Ser organizador de eventos en Los Ángeles es un filón, todos los días hay algo. —Asintió, comiendo de nuevo—. Quizás deberías hacer algo como lo de Olivia.

Se notaba que a Derrick le gustaba regodearse en su superioridad frente a su hija. Se notaba que despreciaba su trabajo, que para él jamás llegaría a ser lo suficientemente buena como para ganar un buen sueldo y así ganarse su cariño. Para su padre, Noah era una fracasada.

—¿No se lo has contado, Noah? —Dije de forma impulsiva, recomponiéndome en el asiento.

—¿Contarnos el qué? —Carol frunció el ceño, mirando a su hija.

—Tengo un nuevo trabajo. —Su madre abrió los ojos, mientras que su padre seguía escudriñándola con la mirada—. Como diseñadora gráfica.

—Oh. —La ilusión cayó de los ojos de Carol, y Derrick se reclinó en la silla con un suspiro.

—¿Por qué le quitas importancia? —Le pregunté, moviendo su muslo suavemente para llamar la atención—. Trabajamos juntas en la empresa de organización de eventos. Mi jefa se quedó impresionada con su trabajo y la contrató.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora