𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟑: 𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒂𝒏𝒆𝒄𝒆𝒓

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:)

Me dolía todo el cuerpo. Creía que en aquellas primeras semanas de relación había perdido alrededor de tres o cuatro kilos solo en sudor. Eso sí, las caderas y los muslos ya no me ardían tanto como la primera vez.

Su melena negra se extendía por la longitud de su almohada y yo solo quería hundir la nariz en su pelo y seguir durmiendo en el cobijo de su cuello. Aunque también estaba la tención de admirar su perfil, las líneas de su mandíbula, el pequeño lunar que adornaba el lóbulo de su oreja y sus pestañas largas y oscuras que escondían sus ojos.

—¿Has llamado a tu madre? —Musitó con la voz ronca y arrastrada, soltando un suspiro, removiéndose en la cama para remolonear un poco más.

¿Eso era lo primero que tenía que decirme después de la noche anterior? Quizás no era lo que alguien deseaba escuchar, pero era la respuesta de una pareja que llevaba, como mínimo, diez años de matrimonio y eso me gustó aún más que cualquier respuesta romántica que podía darme.

Esa era otra: había dejado a mi madre diciendo que la llamaría cuando llegase y probablemente habría comprado una ouija para preguntarle a Zoe si estaba bien. Esos eran los extremos de mi madre; de parecer que no le importo a remover cielo y tierra por mí.

Me giré en la cama rápidamente y alargué la mano hasta mi móvil. Veinte llamadas de mi madre. Cuarenta mensajes. Menos mal que no tenía ni idea de dónde vivía Olivia o la habría tenido aquí a las tres de la mañana aporreando la puerta.

Noah: Lo siento, olvidé llamarte! Había tráfico y llegamos tarde a Los Ángeles.

Mamá: Me has tenido toda la noche en vilo.

Noah: ¿Qué era tan urgente?

Mamá: Quería pedirle perdón a Olivia por lo de anoche. Pobrecita, no tiene que vivir esas cosas. Le preguntas cuál es su plato favorito y la próxima vez que vengáis lo hago.

Noah: Es el pastel de carne con puré de patatas y salsa. Le encanta.

Mamá: Vale, pues me avisas. Un beso.

Noah: Venga, un beso.

Antes de dejar el teléfono en la mesita de noche miré la hora. Las siete de la mañana, los ojos se me volvieron a cerrar solos y la pesadez de mi cuerpo volvió a hundirse en el colchón, hasta que noté el movimiento del cuerpo de Olivia que se acercó hasta mi lado de la cama.

—¿Estás despierta? —Susurró, dejando un beso tierno en mi hombro.

—¿Qué pasa...? —Volví a abrir el ojo izquierdo, pero el fogonazo de luz hizo que volviese a cerrarlo y a girarme hacia el otro lado de la cama, dándole la espalda.

—Espera.

Olivia se levantó de la cama y echó las cortinas opacas para que volviese la oscuridad a la habitación. Se subió de nuevo y se acurrucó contra mí, pasando una mano por mi cintura para abrazarme.

—¿Puedo hacer algo o estás muy cansada?

¿Cómo iba a decirle yo a Olivia Archer que estaba cansada? ¿Cómo iba alguien en su sano juicio a negar una sesión de sexo a Olivia Archer?

—Puedes hacer lo que quieras... —Respondí con la voz aún adormilada y los ojos cerrados, girándome para quedar bocarriba.

Apreté suavemente los ojos cuando su mano derecha me acarició por encima de la tela del bóxer con la suavidad y lentitud que acompañaba aquella mañana de septiembre y dejé que sus dedos jugasen conmigo durante el tiempo que quisiese.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora