Especial 1/2

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Unos pasitos resonaron en los pasillos de un gran castillo de locura. Todo era oscuro y falto de orden natural pero el rey de este lugar era el propio caos así que el palacio lo representaba a él mismo.

¿Cuanto tiempo había pasado desde que el demonio había tomado esta realidad?¿Dos? ¿Tres años? A nadie le importaba ya realmente. La humanidad, después de haber intentado luchar con todas sus fuerzas se rindieron al ver que no podían hacer nada ante las hordas de demonios de Bill. Todos se acostumbraron al caos (puede que también ayudara que Dipper pudiese calmar las ansias de destrucción del rey).

El pequeño que se escapaba por los pasillos en estos momentos se escondió rápidamente tras un jarrón y se quedó muy callado mientras su niñera pasaba de largo corriendo por el pasillo. El crió soltó una risa traviesa mientras corría en la otra dirección. Le encantaba explorar el palacio a sus anchas pero con los sirvientes controlandolo a todas horas era imposible. Hoy llegó a una zona que jamás había visitado. Bajando por unas escaleras oscuras y angostas llegó a una mazmorra. Sonrió ante el ambiente de desesperación que se respiraba en el aire. Observó a su alrededor centrando su mirada en unos estandartes que había en el final de la sala. En ellos aparecían retratadas personas con caras de dolor y desesperación. Él jamás los había visto en su vida. Se fue acercando con curiosidad para verlos mejor cuando una losa se hundió bajo su pie y empezó a sonar un pitido que le hizo taparse los oídos  por el dolor. No pasaron ni cinco segundos antes de que su padre apareciera de una bola de energía llameante. Su cabello estaba rojo al igual que su ojo. Estaba furioso y él estaba en problemas.

Bill observó el alrededor con ansiedad y se calmó casi al instante al ver que era su travieso hijo y no un intruso.
Aún así se molestó bastante al ver que su primogénito estaba allí.

-¡Abadón!- Bill caminó a paso rápido hacía él para cargarlo- no deberías estar aquí, ¿donde está pyronica?

- Buscandome- respondió con una sonrisa traviesa - ¿Quienes son esos?

Bill sonrió misteriosamente.

-Oh~ Nadie importante Abadón...- dijo mientras movía una mano para enrollar los estandartes sobre sí mismos y luego salir de la sala- ... Ahora ya no son importantes...

Camino a la habitación Bill regañó severamente a su hijo por estar en esa mazmorra sin permiso y le hizo prometer que no volvería allí.

- Pero no entiendo papá, ¿por qué puedo visitar las otras celdas y esa no?- se quejó con un puchero.

-Jajaja, te lo explicaré cuando seas más mayor.

- ¡Pero yo soy mayor! ¡Y fuerte!- alzó los brazos para recalcar su punto.

-¿Ah sí?

-¡SI!

-Entonces líbrate del hechizo.

Bill movió un dedo e inmediatamente Abadón empezó a flotar en el aire con un brillo azul a su alrededor.

-¡Espera, espera! No vale, no estaba preparado.- el niño pataleo en el aire e intentó hacer que su magia contratacase pero solo consiguió unas chispitas de brillo morado en sus dedos.

-JAJAJAJAJA El mundo no es justo renacuajo.

-A ver, que demonios estáis haciendo ahora.

Una tercera voz interumpió en el pasillo mientras que otra fuente de magia hacía que pequeño demonio bajara sano y salvo hasta el suelo.

-Papi!- Abadón corrió hasta su otro padre queriendo que este lo cogiese en colo.

- Pinetree.

-Bill, mi amor...

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Mucho tiempo ha pasado no? ☺️

Este es la primera parte del pequeño regalo que tengo para vosotros.

Disfrútenlo.

( Recuerdo que tengo otra historia de demonios publicado que os podría gustar ╰⁠(⁠⸝⁠⸝⁠⸝⁠´⁠꒳⁠'⁠⸝⁠⸝⁠⸝⁠)⁠╯)

¡¡¡SEE YOU NEXT SHOW!!!

Billdip- Ven a mi, mi querido PinetreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora