09. Labios rotos

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Altagracia Sandoval

– Íbamos en el avión mientras José Luis hacía llamadas para que tuvieran todo listo cuando llegáramos, yo estaba viendo por la ventana, estaba súper cansada, con trabajos finales, trabajo en la empresa y ahora trabajo con Navarrete. Eso normalmente me pasaba por ser tan buena gente a veces. Cual era el problema? El problema era que cada vez que José Luis quería tocarme, Matamoros carraspeaba haciéndome reír.

Mira, porque no vas a preguntarle al piloto si hay aves por ahí, eh? Necesito hablar en privado con la señorita – Dijo José Luis con desespero a lo que yo le asentí a Matamoros para que fuera a la cabina del piloto –

— No lo trates así José Luis, gracias a el no tienes a mi hermano aquí metido con nosotros, aunque son casi lo mismo – Me senté en sus piernas –

— Ya necesitaba, sentirte güera hermosa – Hablo besándome despacio –

–  Al llegar al hotel me vi lo bien que me quedaba la ropa que tenía puesta y José Luis apareció por detrás de mí pasando sus manos por debajo de mis brazos para dejarlas en mis pechos apretando estos levemente.

En mi oído murmuró un "Sabes que me encantan tus pechos y con este escote se ven aún más bonitas de lo que ya son" haciendo que una sonrisa de oreja a oreja se alojara en mi rostro. Luego de eso me mostró la habitación y dónde podía dejar mis cosas pues ya había que empezar a trabajar, pues tampoco podíamos darnos el lujo de perder el poco tiempo que teníamos así que fuimos directo a su empresa para que el pudiera reunirse con la persona que iba a hacer negocios mientras yo iba a ver el terreno y a hablar algunos detalles con el encargado.

El arquitecto que la empresaria que iba a trabajar con José Luis había contratado no se encontraba en ese momento por lo que no podía pedir más detalles que eran completamente necesarios, al volver a la empresa estaba completamente cansada pero aún no era hora de volver al hotel, José Luis tenía más cosas que hacer pero aún así yo quería regresar, así que le iba a preguntar qué más necesitaba de mí porque ya faltaba poco para el atardecer e iba a ir a la playa para ver este.

Al entrar me encontré con la grata sorpresa de que estaba tomando con su "socia"

Permiso, José Luis necesito hablar contigo – Dije entrando con el mismo semblante de siempre –

— Si, dime – Respondió sirviendo otro trago – Quieres uno?

— No tomo en horario de atención – Dije con tranquilidad – De eso venía a hablar, no necesitas más nada? Quiero pasar un rato a la playa.

— Hola, mucho gusto, soy Antonia – Dijo por fin la mujer que se veía algo fuera de sí – tú debes ser la asistente de José Luis.

— Oh no, nada que ver, soy Altagracia Sandoval, mucho gusto Antonia – Le extendí mi mano tratando de ser amable – Sólo lo estoy ayudando con algunas cosas.

— Dile a tu guardaespaldas que te lleve al hotel y luego a la playa, no quiero que esté sola – Dijo ya José Luis sin esa sonrisa haciéndome sentir rara pues parecía molestarle algo y se veía aún más molesto que yo –

– Después de esa incómoda escena llegue a lo que sería mi hogar por estos cuatro días, estaba buscando mis cosas mientras Matamoros me repetía que no tenía porque meterme con una persona casada pues el ya sabía el porque de mi venida a Cancún pero aún así tampoco me importó mucho, después de ponerme mi traje de baño negro y pareo juntos empecé a caminar despacio a la playa con Matamoros detrás de mí pues en eso si le iba a hacer caso a José Luis y de seguro no se me iba a despegar ni un solo momento.

A veces este hombre podía ser igual de controlador que Leonardo, en cambio Regina solo iba a por la vida haciendo postres y proporcionándome regaños cada que hacía algo malo, al parecer la mayoría de mis hermanos se la pasaban regañandome, No sabían que había una hermanita menor que también se portaba mal? Pues ellos no iban a hacer nada pues de regañar a Mariana normalmente me encargaba yo, yo era el Leonardo de Mariana pero no era para tanto, tenía que cuidar a mi hermanita aunque fuera un dolor de culo.

Me senté en la toalla que había llevado para mí, presenciando el hermoso atardecer abrazando mis rodillas, no me gustaba ir a la playa en el medio día pues siempre acababa completamente quemada y odiaba que mi piel ardiera por más de tres días así que si no iba temprano en la mañana, iba en la tarde, fácil.

Después de un largo rato quite mi parecía dejando esté en la arena para entran por fin al mar, sentía el agua fría en mi cuerpo mientras me relajaba completamente, las olas no estaban tan agresivas por lo que podía relajarme, Matamoros estaba sentado al lado de donde me encontraba hace unos minutos mirándome, aún Luis no llegaba o al menos eso creía pues cuando volví a voltear José Luis se acercaba a donde Matamoros estaba sentado preguntándole por mi estaba suponiendo.

Fui hasta la orilla lentamente para acercarme a el y besarlo sin ningún tipo de pudor, pues ya tenía ganas de hacerlo desde hace mucho y aún no me atrevía.

Como sabías que estaba aquí? – Sonreí pasando mis brazos por detrás de su cuello en forma de abrazo, al parecer no le molestaba mojarse –

— Eres al parecer la única persona a la que le gusta ir a la playa de noche, ese traje de baño se te ve hermosa, mi güera – Sonreí besándolo de nuevo, para no reír pues Matamoros estaba justo detrás de él haciendo muecas de asco –

— Ven, entra conmigo – Lo jale hasta la orilla con una sonrisa pequeña en mis labios – vamos Luis!

— Espérate un momento, mija. Estos zapatos y el traje son de diseñador – Dijo quitándose todo quedando en boxers – Esto es frío, Altagracia!

— Eres una niña – Lo empuje e intente correr para entrar en el agua pero me atrapó cargando con todo mi peso para empezar a caminar hacia el mar –

— Te ves bonito – Sonreí besando sus labios con cariño mientras nos movíamos juntos en el agua para entrar en calor –

No se crean amigues, mi fobia al mar no me dejaría si quiera poner un pie en la playa en la noche.

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