Capítulo 3_ La niña bruja.

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Habían pasado varios días desde que los hermanos Midthunder habían llegado a King's Landing. Todos ellos habían empezado con clases de Valyrio y a Héoleth se le había hecho bastante fácil e interesante. Estaba a gusto aprendiéndolo.

Lo que no se le había hecho tan fácil fue ganarse la amistad de los hijos del rey.

Aegon solía ser arrogante y se la pasaba tratando de conseguir un beso de alguna de las mellizas. Aemond había sido extremadamente frío con ella, a pesar que con su hermano Emeth parecían ser de los mejores amigos.

Luego estaba Helaena, quién era un niña dulce pero casi no salía de su habitación, cuándo lo hacía era para estar junto a su madre y comportarse de manera extraña. 

Heometh por su parte, había tomado los entrenamientos y las clases de Alto Valyrio muy en serio que casi no tenía tiempo para estar con su hermana menor. Sin embargo, no dudaba en acercarse varias veces a ella para echarle un vistazo.

La pequeña princesa sólo se había mantenido cerca de su cuervo y sus concubinas. Salía de su habitación tan sólo para sus clases y para alimentarse.

Quería irse de allí, no era su hogar y extrañaba a sus padres, sus tutores y sobre todo a todos sus animales.

Ésa tarde estaba demasiado aburrida, Heometh estaba entrenando y la pequeña optó por sacar a pasear a Deva. La joven cuervo había estado mucho tiempo encerrada, salir un rato y volar no le haría daño. Y estaba segura que a su hermano no le parecería una mala idea.

Bajó con su cuervo apoyado en su brazo.
Todo aquel que la veía caminar por los pasillos se le quedaba viendo de manera extraña. No era algo común ver a una niña y a un cuervo juntos.

Salió del castillo y se adentró en los jardines de éste, el día estaba algo frío pero era el clima perfecto para que Deva vuele tranquilamente por un par de minutos.

Flyga högt, Deva.

(Vuela alto, Deva)

Le susurró a su cuervo y esta aleteó alejándose.  Héoleth sonrió viendo a su pájaro volar.

—¿Qué fue lo que le dijiste?

La niña se sobresaltó. Allí a su lado estaba el príncipe Lucerys observándola con suma curiosidad.

—Le ordené volar.

—Me enseñaron una palabra para ordenarle volar a Arrax, pero es diferente. Utilizo Alto Valyrio ¿Qué clase de lengua es la que utilizas tú?

—Es una lengua que sólo los cuervos entienden. Nadie más.  Se llama la Verdadera Lengua.

—¿Es difícil de aprender?

Héoleth dudó en si responder aquello. Desde chica de habían advertido que sus dones no serían bien vistos lejos de la fortaleza de roca. Así que tenía que cuidar lo que decía y hacía frente a los extraños.

—Para un humano sí, es imposible.

—¿Entonces por qué tu si puedes hablarla?

Estaba por responderle pero alguien se le adelantó.

—Porque ella es una bruja.

Ambos niños se giraron para encontrarse a Aemond recargado en un árbol. A su lado estaban Faraht y Emeth, ambos boquiabiertos ante lo dicho por el primer niño.

—Al menos es lo que dicen ellos. Heometh y ella son brujos que hablan con los animales y los controlan.  También se convierten en monstruos cuándo es de noche.

—No soy una bruja, tampoco me convierto en monstruo.

—Ya la vieron hablándole al cuervo. — continuó el platinado acercándose a ellos,  sin importarle lo que la niña  dijo—Ella incluso duerme a su lado, el cuervo es un demonio que ella creó porque no tiene amigos. Todos le temen.

—No... no soy una bruja.

—Aemond, déjala en paz. —dijo Jace, quién acababa de llegar junto a Aegon y Amenath.

Héoleth tenía los ojos aguados, estaba a punto de llorar. Ella no era una bruja, no se convertía en un monstruo ni nada parecido. No entendía porqué Aemond era tan malo con ella, tampoco que sus hermanos le hayan contado algo tan íntimo de ella, que se suponía no tenían que mencionar a nadie.

—¿Por qué? Sólo estoy diciendo la verdad.

El labio inferior de Héoleth tembló en un puchero, sin más las lágrimas comenzaron a recorrer sus rosadas mejillas. Era una niña muy sensible.

—Aemond no digas eso, la estás haciendo llorar. —dijo el pequeño Lucerys y se acercó a Héoleth para reconfortarla. Jace hizo lo mismo poco después.

—Ella es una bruja. Además he leído que las brujas son feas, eso explica porqué Amenath y Faraht son lindas y ella no.

A esta altura Héoleth se encontraba llorando desconsolada detrás de un Jacaerys quién la reconfortaba junto a Lucerys.

—¿Qué sucede aquí? — Heometh se acercó a ellos y se alarmó en cuánto vio a su hermana pequeña en aquel estado. —¿Heli? ¿Que te sucedió? ¿Te has lastimado?

La inspeccionó pero no encontró golpes o heridas. Se giró entonces hacia su hermano.

—Emeth, abre la boca ya. ¿Qué le hicieron?

—Yo no le he hecho nada.

—¡Emeth!

—Aemond la llamó bruja.

Dijo en voz baja el príncipe Lucerys. Heometh frunció sus cejas, confundido y se enderezó.  Se veía preocupado pero a la vez demasiado enojado. Miró a Aemond, quién no se inmutó ni un poco ante la mirada del mayor.

— ¿De dónde sacaste eso?

— Ellas lo han dicho.

Dijo, señalando con el mentón a las mellizas.

— ¡Yo no dije que mi hermanos eran brujos, Aemond!

Contraatacó Amenath, se veía desesperada en justificar sus dichos frente a su hermano mayor. Heometh hizo una mueca y cerró sus ojos.

—Todos ustedes a sus habitaciones, ahora. —suspiró, fijando su mirada en sus hermanos.

—Pero yo no he hecho nad...

—¡He dicho que a sus habitaciones!

El grito hizo callar a Emeth y sobresaltar a todos. Sin más, los niños Midthunder obedecieron a su hermano y salieron apresurados de allí. Excepto Héoleth que estaba tomada de la mano por su hermano mayor.

El pelirrojo se giró entonces hacia el menor de los Targaryen.

— Jamás vuelvas a insinuar algo así. Mucho menos tratar a mi hermana de tal manera ¿Te ha quedado claro?

—No puedes hablarle así, es un príncipe. —contratacó Aegon, quién hasta el momento sólo se había mantenido al margen de la discusión.

Heometh se acercó a él. Brotando ira.

—Y nosotros somos de una dinastía también, la diferencia es que no estamos en nuestras tierras. Pero por nada del mundo permitiré que alguien dañe a Héoleth, sea príncipe, rey o cualquier otra persona. 

De un momento a otro ambos príncipes estaban cara a cara, a sólo centímetros mirándose retadoramente. Héoleth incluso pudo jurar ver a Aegon tragar saliva. Heometh "el bondadoso" cómo lo llamaban, llegaba a ser intimidante algunas veces.

—¿Algún  problema altezas?

Al girar la mirada, Ser Criston Cole estaba allí observando la escena desde una distancia. Heometh tomó entonces a su hermana y ambos salieron de allí.

Tanto Lucerys y Jacaerys le dedicaron una pequeña sonrisa a la pequeña antes que desaparecieran por la puerta.

𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen Where stories live. Discover now