𝘁𝗲𝗱𝗱𝘆 𝗯𝗲𝗮𝗿

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Soojin miró detenidamente a aquel hombre con expresión de incredulidad

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Soojin miró detenidamente a aquel hombre con expresión de incredulidad. Luego bajó su mirada a sus manos enlazadas con cariño, por último se miró a sí misma encontrándose con los ojos de la chica aparentemente fría. No tardó en encontrar las similitudes entre ambos; rasgos apenas perceptibles, pero ahí estaban. No era nada de lo que su loca mente había dibujado. 

ーUsted es el padre de Shuhua. ー no era una pregunta. Aquel hombre era increíblemente normal, no llevaba un traje o ropas formales que le hicieran ver importante. Parecía de aquella clase de hombres que odiaban estar detrás de un escritorio. 

La rubia buscó cualquier cosa en él que le dijera que estaba equivocada. 

Se levantó rápidamente para estrechar su mano, el gesto fue bien recibido, pero sabía que aquel hombre aún tenía mil cosas dándole vueltas en la cabeza. Todo un choque cultural para lo que tenía pensado de él. 

Conectó puntos en silencio al mirar la interacción padre e hija. Shuhua no parecía para nada alegre de verlo 

ーSoy Soojin. ー Miró a la taiwanesa un momento. ーSoy una amiga de su hija, perdone si he retrasado que ella vaya a casa. ー No era una disculpa sincera, era más un sondeo donde intentaba conseguir información que no obtendría de Shuhua.

ーOh... No, de hecho yo sólo pasaba cerca de aquí y creí ver a Shuhua. Ella no... 

ーNo vivimos juntos. ー Soltó con ese caparazón frío que volvía a formarse por la presencia de ese hombre. 

La rubia sonrió algo entorpecida por la incomodidad. ー¿Quiere sentarse con nosotras? 

Si las miradas matasen, Soojin ya estaría en el piso a causa de la presidenta de consejo. Todo se volvió una escena bastante extraña. Un hombre acercándose al final de sus años de gloria y dos chicas sentadas en el borde de una estructura de frío concreto. 

ーDesde hace bastante que me preguntaba dónde se pasaba las tardes mi hija. 

Soojin estaba sirviendo como una mensajera. Casi como una traductora entre dos personas que no se miraban. Se imaginó que en algún punto podía llegar a ser "Dile que..." Y ella voltearía Shuhua. Luego ella le soltaría un diálogo extenso con el mismo inicio y entonces voltearía hacia su padre para repetirlo como un loro. Pero había una gran falla en ese plan que su mente llena de caricaturas y finales alegres no planeó; Shuhua se mantuvo firme. No tenía una expresión amigable, sabía leerla ahora, conocía su rostro de "no quiero hablar" 

ーNo se preocupe más, no le pasará nada si llega un poco tarde a casa. 

El hombre sonrió hacia la atrevida chica. ー¿Qué eres de ella? 

ーNada. ー Y se sorprendieron de ser honrados con la voz de la pelinegra. 

La rubia apretó los labios por su comentario, luego hizo lo que la Soojin de todos los días haría. 

ーPermítame presentarme de nuevo, soy la nada de Shuhua. 

Y el hombre por diversión ante su discurso le estrechó la mano. ─Ahora veo que debes sacarla mucho de quicio. 

─Ese es mi trabajo. ─ Alcanzó a decir antes de que Shuhua le propinara un buen codazo en las costillas. La coreana vio la oportunidad de su vida. ─¿Se quedará a vivir en esta ciudad? 

Entre pláticas con Minnie y su hermana, descubrió algunas cosas interesantes. Cómo el hecho de que aquel personaje no había pisado esa ciudad en años. 

Sintió a Shuhua tensarse a su lado y como una señal silenciosa entrelazó sus dedos con los de ella para calmarla. Era como un "Estarás bien si estoy aquí" 

─Me voy en una semana… ─ Al levantar la vista pudo notar que las intenciones de esa persona eran ver las reacciones de su hija. 

─Un alma libre.

Miró su vestimenta de nuevo. En una foto resaltaría como la oveja negra de la familia. Incluso tenía barba de tres días y se vería como un vago con otro tipo de ropa. 

─Algo así. 

Tenía claro una cosa. Shuhua no estaba lista para hablar directamente con él. Siguió conversando mientras intentaba echar tierra sobre el tema de su viaje. El señor Yeh se aseguró de mencionar un regalo que había dejado en la alcoba de su hija. 

─Un oso. ー Dijo en voz baja la menor.

─Así es, pensé que te gustaría. 

Seguían sin mirarse fijamente. Soojin comprendió lo complicadas que eran las relaciones. Pero sabía que había solución. Bastaba con ver a Shuhua deseosa de regresarle la mirada a su padre. Supuso que de no haber estado ahí, aquel hombre se habría dado la vuelta al ver a Shuhua sola. Demasiado estúpido como para poder hacer frente a un problema. No era tan diferente de su hija. Se imaginó al señor Yeh con las mismas expresiones de Shuhua y le causó gracia. 

─¿Tengo algo en la cara?ー Preguntó divertido el señor. 

─No, solo son cosas mías. 

Shuhua sonrió por primera vez desde que su padre las interrumpió. No solo Soojin estaba aprendiendo de ella. Shuhua se hacía una buena idea de que era lo que abarcaba la imaginación de la rubia. 

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𝐭𝐡𝐞 𝐛𝐫𝐢𝐝𝐠𝐞 𝐨𝐟 𝑡𝑒𝑎𝑟𝑠 ; ysh & ssjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora