Capítulo 30

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Primera Parte.

La luz del sol de la mañana, entra sigilosamente por los bordes de las cortinas de la habitación, la alarma suena en su momento indicado, tomo el celular sin abrir los ojos y apago el molesto ruido, poco a poco todos mis sentidos comienzan a despertar, Carina esta aún dormida acurrucada a mi lado, su respiración lenta y rutinaria choca contra mi cuello.

-Hoy es el día, en el que serás la señora Bishop- recuerdo el evento especial de esta noche.

Hoy es el día en el que legalmente Carina DeLuca será mi esposa, miro el techo y comienzo a pensar, en cómo llegue a estar en este punto, ninguna persona con las que salí ó tuve algo, logró hacerme pensar en la posibilidad de preguntarme si quería tener una relación a mediano plazo, ahora tengo que levantarme y prepararme para el gran día de mi boda.

-No puedes arrepentirte- el susurro de Carina me saca de mis pensamientos.

- Aún estoy a tiempo- sonrío ante la broma.

-Bambina, así sea arrastrada te llevo al ayuntamiento, para que cumplas tu promesa- noto como se aleja de mi, para estirarse sobre el lado de su cama.

- Quiero verte alcanzarme, te recuerdo que tengo una medalla olímpica por correr, si me lo propongo, me podría alejar de ti sin que te des cuenta- me levanto de la cama y entro rápidamente al cuarto de baño- como lo estoy haciendo justo ahora- comentó antes de cerrar la puerta.

La escucho maldecir en italiano, me cepillo los dientes y tomo una ducha rápida, porque Andrea llegará dentro de poco, ella es la encargada de ayudarme con la selección de mi vestido para la boda, la hermana de Montgomery, me envió una selección de 5 posibles conjuntos, pero no puedo decidirme en cual llevar y no puedo consultarle a Carina, porque es de mala suerte que los novios se vean antes de casarse ó eso fue lo que dijo la abuelita de Carina anoche.

Al salir del cuarto de baño, me dirijo al closet y me pongo un par de pantalones largos de correr y una camisa gris manga larga también de correr, me coloco un par de zapatillas, conscientemente me preparo para correr, por si debo calmar mi ansiedad antes del evento, Carina se a vuelto a dormir en su lado, así que salgo en silencio a la cocina.

Desayuno un tazón de frutas, con una taza de té para calmar los nervios crecientes en mi y ¿si lo arruino?, ¿si no logro decir el si, acepto?, ¿si el papá de Carina llega y la convence de no casarse?, ¿si algo sale mal?, una avalancha de preguntas inundan mi mente, en un momento de lucidez, decido terminar de preparar los recuerdos que daremos en el matrimonio.

Respiro tranquilamente, mientras pienso en las cosas positivas que se tendré con este matrimonio, Carina me ama y me lo ha demostrado, ya tenemos un hogar formado, tratamos nuestros problemas en pareja, hemos aprendido a convivir con lo bueno y lo malo de cada una, comienzo a sonreír recordando lo obstinada que estaba al inicio de nuestra relación, no quería aceptar que la amaba, no quería aceptar que era una mujer maravillosa y era lo que siempre había esperado, mucho menos quería depender de ella, pero ella supo derribar mis murallas, ser perseverante y esperar mis tiempos, todo eso hizo que me diera cuenta, que debía darle la oportunidad a esta relación.

-En que piensas- escucho su voz detrás de mi.

Me giro y la veo de pie recostada en la entrada de la cocina, lleva un jeans, una camisa rosa y zapatillas, lo primero que pienso ¿es por qué usa sus zapatillas?, Carina tiende a estar en casa sin zapatos, si por ella fuera, estaría desnuda en casa, pero después de un par de charlas, logré que se mantenga vestida.

-¿Por qué las zapatillas?- es lo único que logró preguntar.

-Por la misma razón que tú- ella señala las mías- no te dejare escapar Bishop- se acerca a mi- así me muera en el intento, te perseguiré hasta donde me dé el aliento- tomo su cintura y me pego a ella.

El Porvenir (Maya y Carina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora