Amor a primera vista.

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Siempre se consideró una mujer lógica, recta y veraz

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Siempre se consideró una mujer lógica, recta y veraz. No es algo que congeniaba a la perfección con ser cazadores de objetos mágicos o perdidos pero esas características le ayudaban enormemente en su búsqueda y a salir ilesa de ello.

Era anti romántica, esas tonterías y asuntos absurdos del amor no van con ella, solía ver como las personas perdían la dignidad, decencia e incluso la cordura por aquel vago sentimiento. Ella no sería asi se repitió millones de veces.

Asi que nunca imagino que precisamente ella caería con tan solo un vistazo.

Un comprador la había contactado por medio de un mediador, normalmente la contrataban para buscar objetos raros, valiosos o con fama de ser mágicos; este cliente era un misterio.

Al verse en un restaurante neutral al sur de Francia le ansiaba saber de quien se trataba. Llego con bastante tiempo de sobra como era costumbre, entonces el hombre se acercó a su mesa justo a tiempo.

Es alto, debe inclinar la cabeza para enfocarlo, cabello castaño, tono bronceado, mentón perfilado, mandíbula marcada y los ojos… un perfecto azul grisáceo. Complexión esbelta que contrastaba con el impecable traje azul marino.

-Señorita Sancoeur –Se concentra en su voz, el acento francés común del centro, grave y profunda–, un gusto finalmente conocerla. –Despega la mano detrás de su espalda y la estira hacia ella.

-Igual es un placer, uhm… –Sujeta la mano, es más grande y envuelve la suya por completo, la descarga que siente al contacto con su piel es inolvidable.

-Gabriel Agreste –De manera elegante toma asiento–, lamento tanto misterio, últimamente es más fácil conseguir información que antes.

-Ciertamente todo avanza más rápido. –Comenta. Tiene unas enormes ansias de que no muera la conversación

-No he podido evitar notar su acento –Al recibir la confirmación de que la ha notado algo muy dentro se alborota–, ¿París? 

-Montpellier. –No es precisamente en la capital de Francia.

-Habla como toda una chica de ciudad. –Él está de manera recta, la elegancia con la que mueve su rostro es único.

-Señor Agreste –Carraspea–, no quisiera ser grosera pero desearía saber porque me ha contactado.

-¿Señor? –Es a lo único que aparentemente le ha prestado atención–, disculpe, es tan raro, es como si ayer fuera un chiquillo y ahora todos se dirigen a mí como señor.

-Lo siento –Tiene una gran urgencia por disculparse–, no quise decir que fuera grande… es formalidad.

Se confunde cuando él ríe, es… lindo, no es horrible su risa, al contrario, es armoniosa, juguetona y discreta; podría verlo de ese modo todo el día, toda la vida.

-Está bien –Detiene el espectáculo–, debo acostumbrarme pero si asi trabaja, dime señor sin problemas.

-De acuerdo… señor –Vuelve a intentarlo–, ¿Qué es lo que quiere de mí? 

Lo Apasionado en lo cliché  ||Gabenath||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora