Capítulo 17

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Nashira:

Enojo. Eso sentía ahora mismo mientras viajábamos en un incómodo silencio hacia casa de Íker.

Sentía que iba montada en un carrusel de las vueltas que él me había dado. Primero, negándole a su asistente que me diera mis bocetos, cuando sin ningún inconveniente pudo haberlo hecho para ahorrarme tiempo.

En segundo lugar, por haber mentido y no tenerlos en su oficina. Pues, como tercer punto de mi gran molestia, ahora debíamos ir a su casa debido a ello.

Era lo que tenía que hacer si realmente quería seguir avanzando por mi cuenta con los últimos detalles del logo que llevaría mi proyecto.

Por supuesto que, en un principio, me sentí culpable y cruel por haberlo tratado de forma indiferente. Sin embargo, la culpa duró muy poco cuando supe de su engaño. Ahora mis reuniones y asuntos organizados para el día de hoy se verían retrasados completamente.

Porque si había algo que me afectaba en absoluto, era aquello. Tenía una estrecha agenda e, inevitablemente, no me sentía bien al no cumplirla al pie de la letra.

Suspiré, negando a estresarme aún más por ello. Y mentalmente conté, al menos, hasta diez para relajarme y no perder los estribos.

Mientras tanto, presentía que Íker me observaba de reojo. No correspondí a su mirada, simplemente mantuve mi vista hacia el frente, deteniéndome en pensamientos al azar.

Entre ellos, una gran duda que había fastidiado mi semana: ¿en serio me había precipitado a sacar conclusiones inútiles e ignorarlo por completo? Porque, aunque no quería admitirlo, una de las razones por las que había sido indistinta con el trato a Íker era porque días antes lo había visto salir con alguien de su residencia.

Quería convencerme de que, en realidad, no me afectara qué hiciera de su vida o con ella. Pero a la vez, había algo que lograba convertirme en un manojo de nervios.

Además, no había motivo alguno. Él mismo fue quien me aclaró que era Ava quien iba en su auto. Y, según lo dicho también por él, ella se hallaba muy agotada y por ello decidió ayudarla.

Bien, en definitiva eso me hacía sentir culpable. Muy, de hecho.

Un leve carraspeó me hizo salir de aquel debate mental, por no decir discusión conmigo misma por sentimientos desordenados.

Habíamos llegado.

Y siquiera esperé a que Íker se bajara del auto, sino que en menos de unos segundos yo ya estaba dirigiéndome hacia la entrada de su hogar, con él siguiéndome torpemente detrás.

Después de abrir la puerta, me indicó el camino a su habitación, que ya conocía pero prefería hacerle creer que lo había olvidado, y fuimos hacia allí.

Mi rostro que hasta entonces se hallaba muy serio cambió radicalmente cuando él me permitió pasar a su cuarto y ví que se conservaba igual que años atrás.

— Dime que es chiste — me burlé entrando y acercándome a una lámina que más había llamado mi atención — Dime que no sigues teniendo el póster de Cars en tu habitación.

Ello estaba allí, probablemente, desde mucho antes de conocerlo. Y por unos segundos, me llevaba a recordar viejos momentos con él, acostados en aquella misma cama que se encontraba a un lado mientras que oíamos una de nuestras canciones favoritas. Por no decir, en realidad, que Íker era mucho más fan y conocía el soundtrack de inicio a fin de la película infantil que tanto habíamos mirado cuando éramos pequeños. Incluso, adolescentes.

— Hey, no critiques la mejor película del mundo — masculló — Mucho menos cuando en tu cuarto debes tener todavía ese póster que tanto te gustaba de Hércules - dijo mientras que me percataba cómo la tensión de sus hombros se iba eliminando.

Ojos color cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora