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Jungkook

Una semana. Una semana de estar casado con un chico que me vuelve loco. Además, no he oído ni una palabra de su padre. Supongo que el hecho de que envié la noticia a todo el inframundo en el mismo momento en que mi matrimonio con Yoongi ocurrió. La boda fue apresurada, lo admito, pero es tan real como una que tardó un año en planearse.

—Cuando sonríes así, hace que se me encojan las pelotas. —Taehyung frunce el ceño.

—Los celos no te sientan bien. —Misuk pone los ojos en blanco y cierra la caja fuerte del club. —Ya hemos recaudado unos cuantos miles esta noche. Tenemos bastantes clientes. Quizá tu buen humor esté influyendo en el negocio.

—Seguro que es eso.

—Es un fin de semana festivo. —Refunfuña Taehyung.

—Deja de ser salado. Encontrarás una mujer que te aguante tarde o temprano. ¿Verdad, Misuk?

Ella se ríe. —No me mires a mí. —Y se va, con sus tacones de aguja tanto para mirar como para degollar en caso de necesidad.

—No estoy celoso. —Dice Taehyung (celosamente).

—Claro. —Me pongo de pie. —Me voy a casa.

—Pero la noche ni siquiera ha empezado. —También se levanta.

—No, no ha empezado. Y no lo hará hasta que vea a Yoongi. —Le doy una palmada en el hombro. —Sé que me echas de menos, pero vas a tener que acostumbrarte.

Se aclara la garganta. —No te echo de menos.

—¿A quién intentas convencer?

Suspira. —Bien, como sea. Mantendré el fuerte. Tú vete a casa. —Luego se encoge de hombros. —Me estoy acostumbrando, supongo. —Me pone una mano en el brazo,  deteniéndome. —Pero -a pesar de que ahora soy un lobo solitario- me alegro de que seas feliz. Realmente lo estoy. Nunca te había visto así, y es algo bueno.

—Gracias, Taehyung.

—Sí, bueno, es solo más trabajo para mí. Ahogándome en todo este coño, y soy el único que puede matarlo todo. —Se pasa el dorso de la mano por la frente. —Supongo que soy el hombre para el trabajo.

—Lo eres, pero no folles a nadie que trabaje para mí, ¿Recuerdas? —Lo señalo.

—Lo recuerdo. —Desvía la mirada.

Bastardo astuto. Salgo hacia mi coche y me dirijo a casa. Durante todo el camino, solo puedo pensar en Yoongi. Él me consume, y me gusta que sea así. Quiero que sea feliz, y haré lo que sea necesario para que siga siéndolo. Ya tengo obreros en la casa durante el día arrancando uno de los salones para que pueda tener un estudio de baile. Dios, solo pensar en él contoneándose y balanceándose en una habitación llena de espejos mientras yo lo observo, me produce un agradable escalofrío y mi polla se endurece. Presiono el acelerador un poco más fuerte, apresurándome hacia él.

Cuando llego, está arriba, en nuestro armario.

—¿Cómo están los gatitos? —Le pregunto mientras me siento a su lado y lo pongo en mi regazo.

Se ríe. —Yo también te he echado de menos y oh...

Se aparta de mi erección, y yo lo agarro y lo vuelvo a sentar encima. Se le escapa otra risita y beso su cálida boca. Rápidamente se convierte en algo más acalorado, y le toco el pecho a través del top.

Se retira y toma aire. —Los gatitos estan geniales. Mama está hecha para ser una... bueno, una mamá.

Me pongo de pie y lo agarro, luego lo acerco a la cama.

—Te necesito.

Cierra los ojos. —Me encanta cuando dices eso.

Me inclino para besar su cuello, chupando su piel entre mis dientes mientras amaso su pecho. La perfección absoluta. Jesús, ¿Cómo he tenido tanta suerte?

—Mmmm. —Gime en mi boca mientras pellizco sus pezones. —Más.

—Es un placer. —Lo empujo de nuevo a la cama y le abro las piernas. —¿Sin bragas, esposo? —Deslizo mi dedo por su húmedo coño.

—Te deseaba. —Se encoge de hombros y me mira con timidez mientras levanto el brazo y le bajo la parte superior del top. Su pecho se asoma, los duros pezones piden mi boca, mis dientes.

Inclinándome, me meto uno en la boca y luego el otro mientras deslizo mi dedo dentro y fuera de su húmedo coño.

Mi polla se tensa contra mis pantalones, la libero y me subo encima de él. No me molesto en quitarme la ropa. No cuando está mojado y listo para que me deslice hasta el fondo. Y lo hago, reclamándolo y amándolo mientras le doy cada centímetro una y otra vez.

Me doy la vuelta y lo coloco encima de mí, con mis manos en su pecho mientras se restriega contra mí. Su pelo cae en cascada sobre sus hombros, sus ojos se cierran mientras echa la cabeza hacia atrás. Joder, no tiene ni idea de lo absolutamente sexy que es.

Se inclina y se agarra al cabecero de la cama. Aprovecho para volver a chuparle los pezones rosados, saboreándolos y lamiéndolos mientras gime y se estremece.

—Muévete sobre mí, Cara de Muñeca. Quiero sentir cómo te corres. —Llevo mis manos a su trasero y lo aprieto.

Se sacude, su coño resbaladizo se desliza deliciosamente a lo largo de mi eje. —Jungkook. —Su voz es un susurro sexy.

Le beso el cuello y luego subo hasta el punto que hay debajo de su oreja. Cuando lo pellizco ahí, sus caderas se mueven aún más rápido, y entonces se corre en un gemido bajo.

Subiendo, me dejo llevar, los dos llegamos al clímax y gemimos de placer. Nunca tendré suficiente de esto, de él.

Suspira y cae sobre mi pecho, tumbado y recuperando el aliento. Le acaricio la espalda, su suave piel tan cálida bajo mis dedos. Se acurruca más, con sus pestañas haciéndome cosquillas en el cuello.

—Bienvenido a casa, esposo. —Puedo oír la sonrisa en sus palabras.

—Gracias, esposo. Creo que me gustaría que me recibieras así todos los días.

—Ya lo he hecho. —Se ríe con un lindo resoplido. —¿No lo recuerdas?

—Sí, y me gusta mucho volver a casa contigo. —Vuelvo a apretarle el culo.

Mi teléfono zumba y me doy cuenta de que sigue en mi bolsillo. Mis pantalones se han bajado hasta las rodillas, pero me agacho y saco el teléfono.

—¿El club? —Pregunta.

—Probablemente. —Busco en mis mensajes de texto.

Taehyung: 911. Sook. Ven rápido.

—Joder. —Me siento y hago rodar suavemente a Yoongi fuera de mí. —Quédate aquí. —Lo beso en los labios, luego me pongo de pie y vuelvo a meter mi polla en mis pantalones.

—¿Qué pasa?

Odio la pizca de miedo en su voz. Vuelvo a la cama de rodillas y me inclino sobre él. —No lo sé, pero no es bueno. Sook está en mi club.

—Él es el que...

Recuerdo lo que había dicho de él, las estupideces que había soltado en mi puto club sobre mi chico. La ira estalla dentro de mí como lava, pero intento ocultarla de Yoongi para no asustarlo. —Sí. Y puede que lo destripe solo por eso. —Lo beso de nuevo. —Pero tengo que ir. Taehyung necesita mi ayuda.

—Ten cuidado, ¿De acuerdo? —Me toca las mejillas y me mira fijamente a los ojos. —¿Por favor?

Lo beso, esta vez suavemente. —Volveré a ti, Yoongi. Siempre volveré a ti.

doll face Where stories live. Discover now