Llegada

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—Firme— Ordenó Attuma por tercera vez y volviendo a atacarla con una lanza a su vez que Zanya se defendía con otra igual.

Desde que había logrado acertarle el primer golpe se había vuelto particularmente irritable y molesto con ella, poniéndose cada vez más estricto y exigente sin darle tiempo ni para un respiro siquiera.

La lanzó con brusquedad contra una de las paredes de la cueva, ese lanzamiento si que le había dolido que inclusive aulló del dolor era probable que incluso Attuma hubiera dejado una grieta contra está por lanzarla de esa manera.

—M-me rindo ¿si?... tú ganas Attuma, yo ya no puedo más— Dijo casi sin aire en ese punto, después de una hora era normal sentir que iba a vomitar y desmayarse de seguir con aquel arduo entrenamiento donde parecía que el único que entrenaba era Attuma y ella servía como el mísero saco de boxeo del guerrero de Talokan.

—Falta poco para terminar, has logrado golpearme y esquivar bien pero has perdido el ritmo y te has vuelto lenta— Dijo haciendo su observación del día, como siempre la hacía —Tenemos que trabajar para mejorar resistencia.

—¡Estoy cansada, no soy como tú, maldita sea, en tampoco tiempo no puedo tener la resistencia que alguien como tú tiene!— Vociferó molesta en ese punto.

—Eres la hija de K'uk'ulkan, eres diferente al resto.

—¡Eso no tiene nada que ver y aunque así fuera también soy una humana, de hecho tengo más genética humana que de mutante!— Dijo volviendo a tomar la lanza entre sus manos con fuerza esta vez dispuesta a atacarlo y así lo hizo.

—Por lo menos ahora si ya tienes voluntad— Admiró el hombre, ignorando su anterior comentario y deteniendo su ataque una vez más para después volver a lanzarla contra la pared sin contención alguna.

—¡Mierda!— Gritó y esa palabra se volvió el mantra de la joven por la siguiente media hora donde solo era lanzada contra la pared de la cueva sin lograr poder acercarse siquiera a rozarle un poco.

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—Maldito Attuma se cree que no me canso, que no me duele— Se quejó la morena adolorida de la espalda había perdido la cuenta después de la quinta vez que la lanzó contra la pared rocosa de la cueva media hora atrás —Ni a un costal de boxeo lo tratan así como me trató hoy— Farfullo soltando algunas ofensas impropias hacía el hombre que la enseñaba hasta el punto de casi querer romperle los huesos si tuviera la oportunidad de hacerlo.

—Attuma es así, nunca ha sido muy considerado, es un poco bruto porque le gusta sacar y ver lo máximo del rendimiento de cada guerrero al que entrena— Una voz femenina y conocida se escuchó a sus espaldas, ella se giro para ver a Namora entrar al lugar. Zanya no era de hablar mucho con aquella mujer, de hecho no habían cruzado más de quince palabras desde su llegada a Talokan.

—Corrección, le gusta exprimirlos hasta dejarlos secos, se cree que somos inmortales— Corrigió la joven estirandose para aliviar el entumecimiento de su espalda luego de que Attuma casi barriera el piso con ella o mejor dicho de que alisará las paredes de la cueva con ella.

Namora simplemente se encogió de hombros estando de acuerdo con la joven.

—Tal vez pero es un buen compañero en el campo de batalla y K'uk'ulkan no pudo haber escogido alguien mejor que Attuma para que te enseñará a pelear y defenderte— Argumentó la mujer.

—A veces me arrepiento de haberlo pedido de saber que sería así de riguroso y pesado— Comentó —Hubiera preferido tener a alguien más considerado pero admito que me gusta hacerlo enojar cuando tengo la oportunidad de hacerlo,  es especialmente irritable— Agregó la morena con diversión recordando las veces que lo había hecho enfadar con éxito.

—Si, es divertido— Admitió Namora finalmente, a ella también le gustaba hacerlo enojar cuando tenía la oportunidad de hacerlo.

—Por cierto, no es por ser grosera o algo así pero... ¿necesitas algo?— Preguntó la morena ya que era raro que Namora acudiera a donde ella estaba, de hecho no había pasado desde que llegó, por lo general si ella venía era acompañada de más mujeres o de Namor pero no sola.

Namora asintió levemente.

—K'uk'ulkan te está esperando en estos momentos— Respondió la mujer volviendo a retomar la seriedad que la caracterizaba —Esta algo ocupado con algunas cosas por lo que no pudo venir personalmente pero ha solicitado tu presencia— Agregó la mujer de piel azul.

Zanya frunció levemente el ceño no era normal que eso pasará, por lo general este siempre tenía tiempo o hacia tiempo aún si estaba demasiado ocupado para verla, de hecho, ya que lo pensaba más detenidamente, los últimos días casi no se habían visto y cuando lo hacían su padre estaba especialmente callado y pensativo.

—De acuerdo, gracias Namora— Agradeció tras unos segundos a la mujer a lo que está solamente asintió para posteriormente marcharse de regresó hacia Talokan.

Zanya se quedó pensativa durante un largo lapso de tiempo, de hecho últimamente veía más movimiento en la ciudad lo cual era raro y dedujo que probablemente por eso su padre solicitaba su presencia para hablar de aquello que seguramente le preocupaba en esos momentos.

—¿Qué será?— Preguntó para si misma para posteriormente ella también marcharse para ir con su padre.

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—Odio el agua— Comentó Jessica mirando con repulsión el océano que se extendía frente a sus ojos.

—Ni que lo digas— Comentó Dmitry de la misma manera —Somos particularmente débiles cuando se trata del agua— Comentó el chico.

Hacía cuatro días habían llegado al océano Atlántico, cerca de las costas de la península de Yucatán en México y desde entonces simplemente se habían quedado varados, pero por voluntad propia, simplemente observando el entorno que les rodeaba y mandando algunos buzos para explorar mejor el terreno y tener una mayor perspectiva del entorno oceánico y así poder lanzar en puntos estratégicos algunos detectores de vibranium, como un cebó. Necesitaban saber a qué se enfrentaban sin perder en el proceso todos los detectores de vibranium que llevaban consigo.

—Lo sé y odio admitirlo— Dijo la rubia con aburrimiento —Solo espero tener algo de diversión, es realmente frustrante la espera, no soy una mujer particularmente paciente— Agregó.

—Lo sé— Dijo de acuerdo el chico —No es una de tus virtudes, yo también espero tener algo antes de que incendies eso barco.

—Hmp.

Finalmente ellos habían llegado.

Y aquí la actualización, muchas gracias a todos los que siguen está historia y la leen, especialmente gracias a aquellos que votan y dejan sus comentarios, no saben lo feliz que me hace

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Y aquí la actualización, muchas gracias a todos los que siguen está historia y la leen, especialmente gracias a aquellos que votan y dejan sus comentarios, no saben lo feliz que me hace.

¡Sin más por el momento me despido, hasta la siguiente actualización!

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