¿Qué se siente cuando ves tu vida pasar delante de tus ojos?
Yu Han podía ver más y más sangre en sus manos de forma borrosa, y lograba sentir que la fría pared de cemento detrás de él perdía de poco a poco su temperatura y se combinaba con su cuerpo que empezaba a enfriarse lentamente.
El pozo de cemento era tan cuadrado y sin vida que el único sonido que podía escuchar en sus oídos era el "tic-tac" de las gotas de sangre cayendo al suelo.
No quería morir aquí.
Deseaba levantarse y salir, pero su cabeza le dolía con fuerza y estaba tan mareado que ni siquiera podía sentarse recto sin que se le oscurecieran los ojos.
Lo único que podía hacer ahora era cubrirse la cabeza para poder parar el flujo de sangre y saliera lo más lento posible.
Chu Yang corrió muy rápido.
Dejó escapar un bufido bajo, recordando la forma en que Chu Yang se había marchado a toda prisa después de haberlo mirado, como si no quisiera pasar más tiempo con él.
Pero pensándolo bien, Chu Yang y él no sólo eran diferentes, sino también enemigos.
Al ver a su enemigo morir aquí de una manera tan miserable y vergonzosa, el corazón de Chu Yang de seguro no podía ser más feliz.
Cerrando los ojos por el cansancio, no esperaba que después de tanto tiempo le siguiera dando incomodidad ver los rostros de felicidad de los demás cuando mencionaban a sus familias.
Tal vez al estar a punto de morir le hizo recordar el pasado una vez más.
De niño vivió con su madre.
Su mamá era tan buena y amable con él.
Todavía recordaba cómo su madre le frotaba la cabeza con sus cálidas manos y le decía:
"Mi Han es de oro, está destinado a ser un joven maestro".
Entonces, como en la mayoría de las historias de sangre de perro, no fue reconocido por la familia Yu.
La pareja original de su padre consiguió que la gente destrozara su hogar y lastimara a su madre para alejarlos.
A partir de ese momento, su mamá cambió.
Pero no importaba en lo que se había convertido su mamá, ella siempre será la persona más importante para él.
Los ojos de Yu Han se abrieron de golpe, podía ignorar la vida y la muerte de los demás, pero tenía miedo de su propia muerte, no quería convertirse nunca en un cadáver frío, ¡Tenía que seguir viviendo pase lo que pase!
Con esto en mente, se esforzó y luchó por levantarse, con los ojos firmes y fríos, como si un duro fantasma hubiera salido del infierno.
Si pudiera sobrevivir hoy, no dejaría que Chu Yang viviera otro día más.
Esa plaga debe ser eliminada.
Pero por muy fuerte que fuera su voluntad, no importaba ya que no podía ocultar el hecho de que había perdido demasiada sangre.
Cuanto más pasaba el tiempo, más borrosa se volvía su conciencia.
Finalmente, perdió por completo todas las fuerzas para volver a levantarse y cayó al suelo, el cielo se abrió paso a través de la neblina y dejo salir la luz del sol, calentando su cuerpo gradualmente frío.
Al mismo tiempo escucho que alguien bajaba de un salto al pozo.
El sonido de los pasos le pareció una música celestial, y sonrió, feliz de saber que no iba a morir.
