XXXII. Una confesión.

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Cuidar su figura y arreglarse era algo que no hacía, de hecho a veces podía pasar días o semanas sin verse en un espejo por el simple hecho de que le asqueaba su propia figura. Pero ahora estaba delante del espejo, viendo su rostro en blanco, sus ojos azules, su largo cabello amarillo... Su figura vestida con prendas de chillante color naranja.

Un suspiro salió de sus labios y procedió a desatar sus dos colegas. El cabello amarillo fluyó como agua hacia abajo. Las hebras doradas le llegaban hasta la mitad del muslo, nunca antes se había molestado en cortarlo, a ella no le salía bien jugar a la peluquera y no podía ir a un salón de belleza porque sería probable que arruinaran su cabello. Por eso tenía una larga melena, que aunque no cuidaba mucho, su cabello era largo, brillante e increíblemente suave.

Otro suspiro salió de sus labios. Tomo el cepillo de cabello que había traído con ella y se miro su pelo, sus ojos bajaron un poco hacia un libro que había traído; tenía la foto de su padre. Con cuidado comenzó a peinar su flequillo en algo parecido al de su progenitor.

Por el amor de kami!

Después de hacer eso se vio en el espejo, ahora parecía una versión chibi y femenina de su padre, sin duda que sería igual a el si ella fuera hombre y no tuviera bigotes.

Una sonrisa de extendió por su rostro. Era gracioso ahora que lo pensaba... El paria del pueblo también era la hija del héroe al que tanto admiraban. Pobres idiotas.

Algo llamo su atención, había algo en su cabello. Cuando lo busco se encontró con un curioso mechón rojo en su flequillo. Le pareció curioso, ¿De dónde había salido esto?

Ató su cabello en una coleta alta para después salir del baño. Ya después se preocuparía del tema con su pelo.

Tenía algo planeado para hoy.

Después de pasar despierta toda la noche pensando en que haría de ahora en adelante, logro formular un plan decente.

No podía ir al hokage y tampoco a Kakashi, lo que solo dejaba a sus extraños amigos y entrenar por si misma lo que pudiera. No podía decirles que era hija del cuarto hokage y no era porque no confiara en sus amigos, era porque no sabía cómo reacionarian. No quería que la trataran diferente solo por ser la hija del relámpago amarillo...

Estaba decidido, tenía que aprender lo que pudiera por si misma y recurriría a Shisui o Itachi en lo que no pudiera.

Con ese pensamiento en mente, tomo el kunai de tres puntas y el primer nivel de fuinjutsu antes de salir corriendo de su apartamento. Tenía un perfecto lugar donde podía encontrar más material para aprender.

Recordaba exactamente la dirección que Minato le había dado. La casa de sus padres estaba en una parte algo alejada de las zonas más pobladas que tenía Konoha, por lo que sería un lugar perfecto para entrenar sin que nadie molestará.

Corrió por los techos de los edificios como una persona poseída. Solo tenía en mente que debía llegar ahí antes de que la dirección en la que andaba se hiciera sospechosa y comenzarán a seguirla.

La gente comenzo a disminuir conforme se adentraba en una zona menos poblada de la aldea.

Casas de aspecto elegante comenzaron, eran edificios de dos pisos con un aspecto oriental muy marcado, pero aún así no dejaban de ser elegantes y hermosas.

Reviso una vez la dirección que había escrito en la palma de su mano. Según sus indicaciones, estaba justo delante de la casa de sus padres...

Delante de ella estaba un gran portón de manera con el símbolo de una espiral. La pared sólida que cubría el terreno tenía un color crema verdoso y no dejaba ver lo que había detrás, además de que había árboles que también ayudaban a ocultar la posible casa que había detrás.

Problema Con Los Uchiha... (Old)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora