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capítulo treinta y tres ✦
leyes y promesas.

Abrieron las gigantes puertas de aquella iglesia abandonada

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Abrieron las gigantes puertas de aquella iglesia abandonada. Lo primero que notó al llegar fue que los vitrales y parte del techo estaban rotos.

—¡Chicos! — escuchó la voz de Fletcher retumbar contra las enormes paredes de aquel edificio religioso.

—Tardaron bastante. — comenzó Russell directamente.

—Lo sentimos... ¿es este lugar? — inquirió mientras caminaban hacia el frente.

—Sí, aquí es.

—Enséñamelo una vez más. — pidió mientras dejaban de caminar. El menor le entregó el papel que tanto los había impresionado antes, en la base.

—Hace tiempo, mi padre vino a Ciudad Central para buscar un método para crear agua roja, aquí encontró un lugar que se llamaba Laboratorio 5. — dijo Russell. — Allí conoció a un alquimista, ese hombre le enseñó que, para transmutar el agua roja en la piedra filosofal, el uso de vidas humanas era esencial. También le enseñó el emplazamiento del verdadero laboratorio.

—Ya veo... el Laboratorio 5 no era más que parte de algo más grande... — dobló el papel y se lo entregó al mayor. — Había otro lugar donde se investigaba la transmutación humana, ahí dentro debe estar el lugar que buscamos. — los tres avanzaron detrás suyo, pero él los detuvo. — Iré yo solo.

—¡Claro que no!

—Pero no entiendo... ¿Al no está en peligro? Podríamos usar nuestra alquimia para ayudarte.

—No se preocupen, lo sacaré con vida de ahí, no importa cómo. — dijo suavemente. Luego la miró, pidiéndole con la mirada que obedeciera. — ____, por favor.

—¡Es que no puedo...!

—Dime que podrías hacer. — pidió. Ella se quedó callada, enmudecida. — Exacto. Déjame hacerlo, por favor.

—Está bien. — aceptó con resignación.

Le dio un abrazo, uno bastante fuerte. Con solo eso, Edward se dio cuenta de que no quería que se fuera. Se aferraba a él como un niño con su madre cuando tenía miedo. Sonrió para sí mismo mientras le correspondía.

No pudo evitar pensar que había cometido el peor error de su vida.

Tal vez sí, tal vez no.

Al separarse transmutó una entrada, y cuando ya estaba en la entrada, Russell lo llamó.

—Edward — se giró para mirarlo. —, la razón para dejarte ver este diario no es porque queramos que crees la piedra filosofal.

—Lo sé, no lo haré. Confía en mí. — se dio la vuelta y se adentró en aquel túnel oscuro.

✓ ALCHEMY, edward elric.Where stories live. Discover now