༻ Capítulo 2 ༺

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El viento de su costa soplaba con fuerza, frío. Ya hacía unas cuantas semanas que las criaturas del mar habían comenzado su viaje inmigratorio hacia aguas más cálidas. La pesca era poca en épocas invernales y no había muchas cosas que hacer con la paz inusual que cernía a todos. O quizás esa paz siempre estuvo, pero el sentimiento de alerta jamás salió realmente de Ao'nung.

Le molestaba no tener actividades por realizar. Eso le dejaba la mente completamente vacía para darle paso a la nostalgia.

La paz es destructiva si no se sabe lidiar con ella.

Ató su gran melena de rizos, dejando suelta una sola trenza que caía por detrás de su oreja con tres cuencas al final de esta. Se sentó sobre la arena, observando las nubes que tapaban el sol. Y tal como temía, se dejó llenar completamente por la nostalgia.

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La playa era el único lugar donde Neteyam tenía permitido ir por su cuenta. Nada de sumergirse en el agua, nada de Ilu, nada de caminatas largas, muchísimo menos nada de Ikran. Comenzaba a sentirse una carga, aunque era consiente que lo sería si esas heridas no sanaban.

Cerró sus ojos, dándose el lujo de recostarse sobre la arena, enterrando los dedos de sus pies en ella. Aspiró el olor del mar y dejó que el sol le besara la piel.

Daba profundas respiraciones, permitiéndose simplemente adormecer su corazón por el sonido de la marea y la actividad del pueblo.

Se levantó de golpe, tociendo con una fuerza que le hacía encogerse y rodear su cuerpo. Sus pulmones no estaban listos para grandes bocadas de aire y la tristeza de no poder disfrutar al menos eso aumentó el malestar en su pecho. Miró la mano con la que tapo su boca, con miedo de encontrar sangre en ella pero estaba limpia, haciéndole soltar un largo suspiro de alivio.

- Tómalo con calma, chico azul.

Ao'nung cargaba sobre su espalda una red de pesca vacía, mientras en su mano presumía de su arpón. Neteyam negó, limpiando de sus labios la saliva que había salido por las espectoraciones con el dorso de su mano.

- Quizás fue tu olor a pescado lo que me hizo esto.

Al contrario de lo que esperaba, Ao'nung se río. Lo hizo verdaderamente. Se sentó junto a él, dejando atrás sus herramientas de caza y dándole una palmada firme sobre su espalda que le hizo abrir de más los ojos.

- No más peleas, chico del bosque.

- Bien. Mi error. ¿Salen de caza?

Ao'nung no contestó. Los ojos del Metkayina no dejaban de ver el collar de conchas marinas sobre el cuello del chico. Algo que Neteyam notó.

- ¿Estás celoso porque Tsireya me hizo un collar y a ti no? No sabía que eras de ese tipo de hermano. - Chocó su codo contra el suyo. El chico del océano no hizo más que poner los ojos en blanco y sonreír mientras negaba.

- ¿Celos por mi hermana? Es asqueroso. - Fue el turno de Neteyam de reír, sin embargo fue interrumpida por una tos seca y dolorosa. - Deberías estar descansado.

- Estoy harto de estar encerrado. ¿Qué más se espera que haga? - Estaba claustrofobico de quedarse en casa. Sabía que su cuerpo necesitaba sanar, pero su mente sería la enferma si se quedaba más tiempo tirado sobre las mantas. - ¿Hacerme trenzas todo el día?

- Hazme una entonces.

Neteyam sonrió, mostrando sus colmillos, dando por sentado que se trataba de una broma para molestarle, tal y como lo hizo los primeros meses que estuvieron en Awa'atlu.

- Nada de pelea, fue lo que me dijiste.

- No me estoy burlando. Hablo en serio.

Los ojos de Ao'nung buscaron los de Neteyam. Acquamarina y amarillo se miraban fijamente hasta que el Omatikaya rompió el contacto, riendo con mayor moderación por su propia salud. Asintió, levantándose de la arena para situarse detrás del Metkayina donde se sentó.

Neteyam usó tres cuencas propias que quitó de sus trenzas para tejer una en los cabellos de Ao'nung.

☾✧

- Oel Ngati Kameie, padre.

Tonowari asintió, recibiendo a su hijo mayor con el mismo saludo. Tsireya traía en brazos a K'weka, el hijo menor del Olo'eyktan, mientras su madre se encontraba atendiendo un asunto como Tsahik.

- He recibido noticias del sur de los arrecifes. Los hijos varones de Jake Sully están volando hacia acá. Vienen por el regreso de nuestros hermanos espirituales. Asegúrense de estar aquí para su bienvenida y mostrarles donde pueden descansar. Preparen agua y alimento para los Ikran. Es un viaje largo.

Ao'nung y Tsireya cruzaron la mirada. Ambos sabían lo que significaba. Tsireya ahora era una mujer adulta, más hermosa que nunca, más inteligente que nunca. Su enamoramiento fue fácil de adivinar para ella. Aún así, nunca hizo comentarios al respecto.

Ella no pudo evitar sonreír sin remedio, podría jurar que hasta sus ojos se llenaron de lágrimas y salió a toda prisa aún con su pequeño hermano en brazos, ahora confundido.

- En verdad lo extraña, ¿no es así? - La voz de su padre le hizo volverse para mirarle.

- Sí. Creo que sí.

No era la única que extrañaba a alguien.

El también se impacientó por la llegada de las personas del bosque. Un sentimiento extraño le corría por las entrañas y le hacia temblar un poco las manos. Su padre no lo notó.

El temple de Ao'nung no mostraba más que una línea apretada en sus labios y el ceño fruncido. Realmente se parecía demasiado a su madre.

Cuando salió, el viento que chocó contra su rostro ya no se sintío frío.

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𝐋𝐢𝐞 𝐬𝐢 𝐨𝐞 𝐍𝐞𝐭𝐞𝐲𝐚𝐦𝐮𝐫 - 𝘈𝘰'𝘯𝘶𝘯𝘨 𝘹 𝘕𝘦𝘵𝘦𝘺𝘢𝘮. Where stories live. Discover now