Capítulo 26: Los príncipes imperiales

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Elisa avanzaba hacia el comedor mientras comía tranquilamente una manzana e iba perdida en sus pensamientos.

Últimamente estaba segura de haber estado soñando cosas extrañas, pero al despertar no podía recordarlo.

« Es frustrante. »

Se quejó internamente con una mueca cuando escuchó una voz.

— ¡Elisa!, ¡espera! —gritó alguien tras ella y se detuvo, haciendo que un pecho duro golpease su espalda.

Tropezando un par de pasos hacia adelante volteó algo fastidiada viendo a un lobo. El kodai parecía tímido ante su presencia y de repente lo recordó.

— Oh —tragó el trozo de manzana en su boca—. Eres Ray ¿cierto? —Este asintió con su cabeza efusivamente y ella le sonrió—. Me alegra ver que estés bien.

Un mes había pasado desde que no le veía, era un alivio saber que pudo controlarse ante los humanos.

— Si, yo solo quería...

De repente el lobo sintió un escalofrío recorrer su columna cuando, en el doblar del pasillo tras Elisa, apareció la Pantera Negra y se colocó tras ella, sus ojos rojos lo miraban con desprecio.

— Solo quería darte las gracias —admitió sin retroceder y esto hizo que Keith gruñera una palabrota y que por fin Elisa se fijara en su presencia.

— Keith —Le sonrió feliz y toda la tensión en el momento se esfumó de alrededor de la pantera cuando la humana se acercó más, colocándose en puntas de pie y acariciando su cabello.

Entonces solo sonrió feliz ante la chica, o por lo menos hasta que un carraspeo le obligó a recordar una presencia no deseada.

Elisa volteó apenada.

— Ray, te presento a Keith...

— Su pareja —aclaró la pantera, rodeando el torso de la chica con sus brazos y atrayendo su espalda a su pecho, posó su barbilla sobre la cabeza de ella y los ojos rojos parecían brillar con posesividad.

— Mi pareja —dijo ella feliz, sin darse cuenta de la tensión en el ambiente, mientras que Keith pareció relajarse un poco cuando ella pronunció aquellas palabras.

— Es un gusto —aseguró Ray y entre ambas bestias hubo un pequeño choque chispeante de miradas antes que la del lobo se dirigiese nuevamente a la humana y le sonriera con calidez.

— Gracias por tus palabras de ese día, espero poder compensarte más adelante —hizo un inclinación ante ella en señal de respeto y se marchó.

« Lobo pulgoso. »

Insultó la pantera en su mente antes de que el sonido de la voz de la chica que aún permanecía en sus brazos se hiciera presente.

— Keith, ¿por qué eres tan celoso? —En su voz había burla de un extremo a otro.

— No soy celoso —aclaro, inclinándose hasta llegar al oído de ella—, soy territorial —aclaró en un susurro y lamió su lóbulo, enviando escalofríos por el cuerpo de la chica que se estremeció en sus brazos lo cual le sacó un pequeña risa.

— ¡Keith! —chilló ella avergonzada y el felino la volteó, atrayéndola por su cadera y besándola.

La lengua del kodai se internó entre sus labios y un suspiro ahogado quedó entre los dos. Los colmillos de la pantera crecieron por unos segundos antes de que se obligase a separarse de los labios de la contraria y apoyar su frente en la suya, recuperando los sentidos.

« Debo controlarme. Debo controlarme. »

Se repitió una y otra vez en su mente.

La época de celo en las bestias estaba a solo un par de semanas y Keith ya comenzaba a sentir los cambios en las feromonas que desprendía Elisa y en las suyas propias.

La prometida del Príncipe de las Bestias [Libro 1 Imperio de Rosas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora