──── v. la dama y el vagabundo

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Maeve amaba el mar, era algo que hacía des siempre

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Maeve amaba el mar, era algo que hacía des siempre. Recuerda de pequeña a verse aterrado al ver una película de una muchacha que surfeaba y un tiburón le arrancaba una pierna y la perseguía por días, pero también recuerda cambiar rápidamente su miedo por amor la primera vez que las olas y el agua fría tocaron su piel.

Cuando se mudaron, lo que más la tenía emocionada era la idea de tener una playa a la vuelta de la esquina, por lo que siempre que podía aprovechaba para darse una vuelta por ese lado de la isla y disfrutar de esos pequeños momentos de soledad y silencio que pocas veces tenía en su casa.

Era un lugar especial para ella, era gigante y hermosa de todos los ángulos, así que siempre podía encontrar un lugar para estar acompañada por nadie más que sí misma y el sonido de las olas.

Sobre todo después que descubrió que estar en el mar, cubierta de agua salada y envuelta entre las olas encontraba un hogar.

Un lugar donde nadie podía juzgarla, donde las críticas eran solo sonidos ahogados, dónde el agua salada cubriría su alma y sanaría todas sus heridas, dónde la arena sellaría aquellos espacios que ella sentía vacíos.

—En serio, te juro, no entiendo cómo puedes surfear con esas olas.

La rubia rodó los ojos, tirando su toalla en la arena para poder sentarse. —Estas siendo dramático, como de costumbre. —terminó, murmurando por lo bajo.

El chico la miró, ofendido, sentándose al otro borde de la toalla. —Si, chica, perdona por preocuparme por tu seguridad.

—Nunca he estado más segura que en las olas, Pope.

La rubia sonrió sinceramente a su acompañante, aunque la pregunta de cómo llegaron a estar tan unidos siempre rondaba su mente.

Ella estaba bastante acostumbrada a buscar de Pope cuando las cosas en su casa se ponían pesadas.

Maeve no era una persona conflictiva -o al menos ella no lo consideraba de esa forma-, su padre la había enseñado a obedecer, actuar con cabeza fría, y ceder para evitar "escenas dramáticas" -como el las nombraba-, y ella había dejado de tener problemas con eso hace mucho.

Pero habían pequeños momentos de quiebre dónde, sin poder evitarlo, explotaba sin mucho mas. Desde que empezó a ser conciente de su entorno, Maeve tomó un papel fundamental en la vida de sus hermanos, convirtiéndolos en su responsabilidad, y Ward al mirarlo asumió -y se encargó de recordar en cada oportunidad posible- que ese era su deber.

Y Maeve no sé quejaba. No, porque ella misma lo sentía de esas forma. Su padre solo mostraba un interés genuino por su gemela, ¿Cómo podía ella también dejarlos de lado?, ella no pudo proteger a Rafe de sentirse excluido e insignificante, pero podía hacerlo con Wheezie, y lo intentaba, solo que a veces -solo algunas veces- Maeve sentía que merecía un momento para enfocarse en ella, aunque la mayoría del tiempo solo pensar en eso la hacía sentir egoísta.

El moreno solo negó, sacando del bolso unos de los sandwiches con jamón y queso crema que Maeve había traído para tomar uno cada uno.

—Deberías aceptar mi propuesta y hacerlo conmigo, siempre es bueno tener a alguien para ganarle.

—Prefiero verte jugar en las olas.

—Creo que solo prefieres verme. —dijo juguetona, sonriendo cuando el moreno chasqueó la lengua empujándola por los hombros.

—Demasiado presumida para tu propio bien.

Maeve se encogió de hombros, pasándole la merienda a Pope para quitarse la camisa que utilizaba tratando evitar quemarse con los rayos del sol y quedar solo con la parte de arriba del traje de baño amarillo que usaba.

—¿Tienes planes para este fin de semana? —le preguntó después de dar una gran mordida.

—Sarah quiere ir a una fiesta, pero Rafe está apuntó de irse, así que no tengo idea de cómo resulte.

—Siempre puedes buscarme, he trabajado tanto está semana que solo quiero descansar. —bufó, dando el último mordisco.

La rubia masticó moviendo la cabeza. —Será mejor que descanses, tal vez tus amigos quieran estar contigo...

Pope entendió que tal vez Maeve simplemente no quería estar con él, por lo que asintió eligiendo mejor callarse ante de decir algo de lo que pudiera arrepentirse después.

Él mismo no terminaba de entender como es que está "amistad" existía, siendo que ellos a pesar de casi siempre toparse en los mismos lugares, eran de mundos completamente opuestos, cosa que el nunca se permitió olvidar, por si algún día Maeve notaba lo extraño que era y decidía dejarlo atrás al fin.

Se quedaron en silencio y pese al momento incómodo del principio, una canción empezó a escucharse a la lejanía y Maeve no pudo evitar tararear.

'You are the right one' sonaba baja, casi inexistente por el sonido de las olas chocando entre si, sumadas con el ruido del viento moviendo las hojas de las palmeras, pero lo suficiente fuerte como para que Maeve se levantará extendiendo su mano hacia Pope.

—Vamos a bailar.

—¿Que? No-

—Oh, pero por supuesto que si.

Sin escuchar objeciones, Maeve jaló a el moreno a su lado, moviéndose suavemente al ritmo de la música mientras sus manos seguían conectadas.

Pope no era realmente de los que bailaban, pero dejo que Maeve lo guiará poniendo sus manos en su cintura cuando la rubia pego su espalda en su pecho, cerrando los ojos para dejarse llevar por la canción.

Maeve canto la canción en susurros, dándose vuelta entre los brazos del moreno para quedar frente a frente con el, sus manos subieron por su pecho una se detuve en su hombro mientras la otra subía hasta encontrar lugar en su nuca.

—¿Ves? Tu y yo, nos divertimos.

—Realmente no sé que estoy haciendo.

Maeve abrió sus ojos para mirarlo, sonriendo un poco. —Yo tampoco se lo que hago en este momento.

El pogue estaba nervioso, evitando mirar los ojos de la rubia mientras todos su atención se enfocaba en la arena entre sus pies, una acción que casi hace que la Cameron ruede los ojos.

—¿Y eso está bien?

—Cállate y bésame, Pope. —terminó por bufar la rubia.

El moreno casi se burla por la exigencia en su voz, pero era más que claro que él tenía demasiado tiempo deseando esto, por lo que no dudo ni un segundo en unir sus labios.

Maeve se puso de puntillas tratando de acercarse aún más mientras sus labios bailaban juntos, la canción casi olvidada mientras sus manos ahora se aferraban al cuello de Pope.

El mismo la ayudo, flexionando sus rodillas mientras pasaba un brazo por su cintura para mantenerla cerca, la otra prácticamente abarcando toda su rostro.

La rubia fue la primera en separarse, sonrojada hasta las orejas pero con una sonrisa grande y sincera en el rostro. —Te avisaré si voy de visita.

Y Pope soltó una risa, volviendo a juntar sus labios con los de la rubia mientras disfrutaba el ser correspondido. —Suena como un plan.

Vota y comenta, supongo.

DOLLHOUSE ; RAFE CAMERONTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon