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El Conde, quien se detuvo un momento con una expresión de desconcierto en su rostro para comprender la situación, rápidamente se enojó.

—¡¿Qué es esto...?!

—Co-conde. Esta es la princesa Rubetria Diorus.

Cuando Sarah habló apresuradamente, el conde se puso rígido.

Hay mucha gente que no conoce mi cara porque rara vez salgo, pero no había nadie en este imperio que no conociera a la familia Diorus.

Era una gran familia que está hombro con hombro con la familia imperial.

Ladeé la cabeza y le dije al Conde Erghetti, quien parpadeó como si la ardilla en su cabeza se hubiera detenido.

—Encantada de conocerlo, Conde Erghetti. Pero...

—...

—¿No acaba de escuchar la presentación de Sarah? Soy Diorus, ¿verdad?

—¡Ah!

Pronto, el conde se quitó apresuradamente el sombrero fedora que llevaba puesto, lo llevó hasta su pecho e inclinó la cabeza a modo de saludo.

—Es un honor conocerla, princesa. Llámeme Noven Erghetti.

—Bueno, sí. Es un poco vergonzoso ser recibido tan cortésmente por un conde que es más viejo que mi padre.

—...

—Mirando al Conde, parece que hay una diferencia de diez o veinte años.

Cuando dije sarcásticamente sobre coquetear con Sarah, que podría ser su nieta, la cara del conde se puso roja.

Este tipo sabe que es descuidado. Pateé mi lengua abiertamente.

—Lo siento, no sabía que me estaba buscando. Hablemos. Volveré más tarde esta noche...

—Un momento.

Atrapé al Conde que miraba en secreto a Sarah y estaba a punto de irse.

—No tiene que hacerlo. No quiero que el Conde vuelva aquí de nuevo.

—... ¿Sí?

—Ah. En realidad, hoy vine a ver una obra de teatro con mi padre. Y tengo algo que sugerirle a Sarah, así que vine a hablar con ella.

Mientras hablaba con una amplia sonrisa, los ojos del sorprendido conde revolotearon.

Dije que había venido a ver una obra de teatro con mi padre, el duque de Diorus, y tenía una sugerencia para Sarah.

Esto, sin otra interpretación, habría sonado como si el duque de Diorus hubiera acudido a Sarah Hugo para hacerle una propuesta de convertirse en amante. Que es muy común en este piso.

—Um, lo siento pero, creo que el Conde debería irse.

—...

—¿Saldrá?

Si Sarah ha llamado la atención del poderoso Duque Diorus, ¿Cómo podría un simple conde seguir coqueteando con ella?

Aunque el Conde entendió lo que estaba diciendo, se quedó congelado en su lugar.

'¿No fue en vano el tiempo que dedicaste a convertir a Sarah en tu amante?'

Un anciano repugnante.

Disgustada, insté.

—Es obvio lo que los nobles quieren de las actrices en este piso, ¿eh? No tengo que decir nada más porque me duele la boca, ¿verdad?

RubetriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora