10 - Reducida a cenizas

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¡Hola, preciosidades!

Espero que hayan tenido un fin de semana maravilloso. Ya vi que explotaron en los comentarios. Vi de todo, hasta ships de Ana y Aiko, ¡je, je, je! Me encantan las teorías, los debates y las ocurrencias que me encuentro. Gracias por ello. Son muy adorables.

En teoría, este capítulo debía llegar hasta un punto concreto de la historia, pero será más largo de lo que imaginaba, así que decidí fragmentarlo. Gracias a eso tienen un capítulo no previsto hoy. Espero que lo disfruten así como disfrutaré yo con sus comentarios. Agradeceré que aporten sus votos también.

¡Feliz semana! 

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Reducida a cenizas

ANA

La femenina mano de Aiko es una ilusión de la horrenda mano del demonio que me pide que renuncie a mi libertad, a mi capacidad de elección, a cambio de no destrozarme la vida. Prácticamente me está apuntando a la cabeza con una pistola para obligarme a cumplir con su voluntad, no con la mía. ¿Eso es justo? Claro que no, pero sí lo es para ella. Por tanto, rechazarla en sus narices sería como alentarla a apretar el gatillo, a que ejecute mi condena. Es capaz de lanzarse de la azotea junto conmigo y desgraciarme para siempre. Tengo miedo...

—No necesito que me ayudes a levantarme. —Finjo ser tan idiota como para no sobreentender que me tendía la mano para ayudarme y para cerrar el trato—. Puedo hacerlo sola. —Las piernas me tiemblan, no puedo ni mantenerme erguida.

—Vale, pero quiero una respuesta ahora —me exige con un tono angelical.

—Está bien, Aiko. Tú ganas. Ya me quedó claro que solo fui un puto pañuelo para Laura. Estoy cansada de que me humilléis constantemente. ¿Me dejarás en paz?

—Por supuesto, siempre que cumplas con tu palabra. —Aiko estira el brazo hacia mi cabeza. Inevitablemente, mi cuerpo reacciona y se arquea hacia atrás, pero eso no impide que ella sonría y logre pellizcarme la barbilla de forma juguetona—. Cambia esa cara. No necesitas a Laura para ser feliz. Te necesitas a ti. —Yo podría decirle lo mismo, pero no avivaré el fuego porque estoy deseando desaparecer de su vista. El recreo se ha convertido en una infernal eternidad; de hecho, seguro que se acabó hace un buen rato—. Gracias por poner de tu parte, Ana. Sabía que llegaríamos a un entendimiento. —Cuando tu vida está en juego, no quedan muchas opciones—. Nos vemos —se despide con agrado, es increíble.

En cuanto Aiko cruza la puerta, mi cuerpo se relaja. He estado a punto de orinarme encima.

***

La profesora me puso un retraso porque, en efecto, el recreo había concluido hacía como diez minutos. Como no fue suficiente para ella, bromeó con que debería ir al médico porque debo tener unos tapones tan grandes en los oídos que no me dejan oír el timbre. Se nota que no sabe lo que es que una loca te someta hasta el punto de sentirte como un indefenso conejito atrapado entre los colmillos de un lobo. ¿Cree que iba a estar atenta a un puñetero timbre?

Mis compañeros me miraron como si fuera una alienígena, en especial Laura cuando pasé por su lado. Todos habrían afirmado que mi lamentable expresión se debía a que Bambi estuvo llorando en alguna parte del instituto, pero ninguno se habría figurado que había sobrevivido a un encuentro con la mismísima hija de Satán. Laura, con lo lista que es, debería haber diferenciado mi cara de espanto de la melancólica, pero dudo que lo hiciera.

He pasado las siguientes dos horas de clase atrapada en la pesadilla que viví en la azotea. En varias ocasiones, Roberto me pidió que parara de agitar la pierna y de morder el bolígrafo, gestos de los que no era consciente y que manifestaban mi desesperación. Estoy perdiendo la cabeza. No puedo sacarme de la mente la imagen de Aiko, ni las locuras que dijo ni lo que me hizo. Quiero pararle los pies antes de que perjudique a Laura. Sé que ella no me escuchará, ni a nuestros amigos, pero queda una persona que podría alertarla sobre el peligro que supone estar cerca de Aiko, una persona a la que ella escucharía y anhelaría recuperar: Eric.

La hermana de mi exnovio [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora