Prólogo

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Tenía el balón. Me levanté rápidamente del banquillo, casi de un salto. Toda mi atención estaba en el y en sus movimientos.

Se va de uno. Corre Pablo, corre. Contrólala. Se va de dos. Sigue corriendo. Chuta.
Gol.

Toda la afición en las gradas empieza a gritar. Gavi había marcado un golazo. Mis compañeros del banquillo se levantan y nos abrazamos entre nosotros, celebrando el gol del chico.

Lo de este chico es increíble. –dice Xavi aplaudiendo y mirando con orgullo al andaluz.

Pablo besa el escudo del equipo orgulloso. Nuestros compañeros se abalanzan sobre él para festejarlo. Puedo ver la euforia en su cara. Está gritando de emoción. Tenía unas ganas inmensas de salir a celebrarlo con él.
Pablo se libra de los chicos y corre por el campo, poniéndose frente a mi y buscándome con la mirada. Lo veo sonreír y le devuelvo la sonrisa, apuntando mis dedos pulgares hacia arriba para hacerle saber que lo estaba haciendo genial. El vuelve a correr y esta vez pone sus dedos sobre sus ojos imitando mi celebración, señalándome con el dedo. Me estaba dedicando el gol. Su primer gol con el primer equipo.

Recordé nuestra charla previa al partido. Íbamos en mi coche rumbo al estadio, como ya era costumbre. El pobre estaba nervioso, ya que llevaba varios encuentros con el equipo principal y sentía la presión de no defraudar a nadie. La gente tenía muchas expectativas en el. Yo, que también había pasado por eso, traté de animarlo. Conocía bien la sensación de ser joven y estar bajo la mirada de todos. Sin embargo, Pablo era excepcional. Estaba seguro de que le iría muy bien.

—¿Y si juego mal? –me dijo con una mirada triste sin salir del coche. Decidí cerrar nuevamente la puerta del vehículo al darme cuenta de que era necesario hablar con él antes de abandonar el estacionamiento.

—Pablo, ¿Qué dices?

—No sé, siento que últimamente no estoy rindiendo nada. Llevo ya un tiempo jugando con vosotros y aún no he metido ni un gol.

—Tienes que confiar más en ti mismo. Te dejas la piel en el campo. Eres muy bueno, Pablo. –le dije poniendo mi mano en su hombro y dándole unas palmaditas. El me miró con una sonrisa tímida, echando la cabeza hacia atrás sobre el asiento, soltando un suspiro. —Y el gol ya llegará. No te frustres por eso. Estás jugando partidazos.

—Gracias Pedri. A veces pienso que crees tu más en mi que yo mismo.

—Bueno pues si se te olvida, yo me encargaré de recordártelo, tontito. –le dije dándole unas palmaditas en la cara para que sonriese. —Venga, que nos están esperando. Ve a darlo todo.

—Sí, vamos. Y te prometo que si hoy meto, te voy a dedicar el gol.

Sabía perfectamente que tenía la capacidad para marcar un gol en cualquier momento. Lo tenía claro. Sin embargo, cuando escuché las palabras de Pablo, esa promesa de dedicarme el gol, no pude evitar que una sonrisa se dibujara en mi rostro. En ese momento me sentí extraordinariamente especial.

—Qué golazo. –dijo Ansu a mi lado sentándose. Su voz me sacó de mis pensamientos y me senté también, aún aplaudiendo. —Este tío va a arrasar. Siempre ha sido una máquina.

—Cero dudas. –le respondí.

Tras un rato, llegó el final del partido. 3-2 en el marcador. Victoria para nosotros contra el Elche. El partido se había complicado en el segundo tiempo, pero habíamos conseguido la victoria. Y Pablo no solo había metido un gol, sino que también había hecho una asistencia. Me aseguraría de recordárselo.
Bajé de las gradas y fui directo a saludar a mis compañeros y a felicitarles por el buen partido.

—Muy bien jugado, chicos. –les digo mientras les abrazo a medida que me los voy encontrando. —Y aquí está el chico de oro.

—Ese eres tú. –me responde Pablo acercándose a mi con una sonrisa.

En cuanto lo tengo delante, chocamos nuestras manos y le doy un abrazo levantándole del suelo mientras soltaba un pequeño quejido por la fuerza y se reía.

Gavi había llegado hacía unos meses. Recuerdo muy bien nuestro primer encuentro. Estaba muy nervioso por entrenar por primera vez con el equipo. Enseguida me acerqué a él para darle la bienvenida y asegurarle que podía contar conmigo si necesitaba algo. Fue inevitable que nos volviéramos grandes amigos. Apenas nos llevábamos dos años de diferencia y teníamos muchos temas de conversación. Siempre estábamos juntos e incluso empezamos a quedar fuera del club. Disfrutaba enormemente de su compañía. Tenía un carisma y una alegría que contagiaba a todo el equipo. Todos se llevaban bien con él. Era el más joven del equipo. Era imposible no encariñarse con él.

—Ese es mi chico. –le dije rodeando mi brazo sobre sus hombros y acariciando levemente su cabeza. El rodeó mi cintura con sus brazos entre risas.

Empezamos a andar a la par hacia los vestuarios mientras la gente gritaba nuestros nombres para que les saludásemos.

—Felicidades por tu primer gol, chaval.

—Gracias Pepi ¿Has visto mi celebración? –me preguntó con una sonrisa.

—Claro que la vi. Eres mu' tonto. –le respondí bajando la cabeza. Mis mejillas empezaron a ponerse rojas. Ni siquiera entendía por qué reaccionaba así, pero la sensación era algo abrumadora. —Nadie me ha dedicado antes un gol.

—Pues es un orgullo ser el primero.

Nos miramos en silencio por unos segundos. Estaba tan contento y emocionado que no paraba de sonreír. Le brillaban los ojos. Era simplemente adorable. Y yo sabía que ese chico se convertiría en una persona muy importante para mi.

Lo que no sabía era que sería mi primero en muchas cosas.

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Buenaaas! :)) Espero que os haya gustado este primer contacto con la historia!! Como sabéis la historia está adelantada para que no me pille el toro actualizando, así que hoy subiré el prólogo mas el primer capítulo. Después iré actualizando cada sábado porque la idea es esa, actualizar cada semana. Depende de como vaya, veré si habrá maratones o no. Aunque el prólogo sea cortito, tranquis, que los capítulos serán más largos. Espero que os guste y gracias por leer!! <3

A Sky Full of Stars ; Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora