部屋.

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— ¡Idiota! ¿¡Puedes bajar ya?! ¡Jungwon no te va a separar cada pelo de la cabeza como para que tardes tanto!

¡Ya, enana, espérame!

— Aish, ¡llegaré tarde por tu culpa!

Sola zapateó ya frustrada por la demora de su hermano. El mayor llevaba preparándose como por media hora siendo que debían salir juntos y dejarla frente a su escuela secundaria para las ocho en punto, cuando ya eran las siete con cincuenta según el reloj junto a la escalera, que la estresaba aún más.

Justo cuando pensaba ir sola, conociendo bien el camino y aprovechando que Konon estaba distraída preparando sus clases, Riki hace su aparición bajando estruendosamente los escalones y toma a la niña del brazo para forzarla a salir corriendo sin que siquiera pueda quejarse.

— ¡Adiós, Konon san! ¡Ya nos vamos! —gritó el rubio antes de cerrar descuidamente la puerta principal y arrastrando a su hermana como si fuese una muñeca, la mayor se despidió con un "Cuídense y que no me llamen de sus escuelas", sin obtener respuesta de los menores que para entonces ya habían cruzado una cuadra entera.

En cuanto llegaron al colegio de la menor, ambos tomaron una gran bocanada de aire mientras oían el ensordecedor timbre de la entrada. Otra victoria para los Nishimura.

— En lo que cierran el portón ese puedes decirme porqué carajos me arrastraste así, ¿qué mierda te- Oh...

La castañita recién vió extrañada la apariencia de su hermano, notando que sus brillantes hebras rubias estaban rizadas en unas lindas ondas, sus mejillas cubiertas de un polvo rosa pálido y sus pestañas un poco más levantadas de lo usual. Hasta sus pomposos labios tenían una disimulada capa de color y brillo que los hacían ver bastante hidratados y bonitos.

Estaba impresionada, y aunque odie admitirlo, su hermano era de los chicos más lindos que conoció, incluso podría colocarlo por arriba de algunos de los idols que le gustaban. Pero claro que jamás lo diría, él tenía que seguir creyendo que era feo para arreglarse más seguido.

— Por dios, ¿qué te hiciste en la cara? Ahora Jungwon va a creer que probaste para trabajar de payaso

— Cállate, cucaracha, no te van a dejar entrar —Riki optó por despedirse de su molesta hermana dándole un empujón para que crucé la entrada de una vez, aunque con la leve modificación de que lo hizo con su pie y gracias a eso tuvo que salir corriendo ni bien Sola quizo voltearse para devolverle el gesto.

Tardó unos veinte minutos más en finamente llegar a su destino. Parando en medio del jardín frente al edificio escolar y tomando una profunda respiración para darse ánimos de doblar sus pasos hacia el que estaba junto a este. El de los de tercero. El de Jungwon.

Mientras se acercaba, miraba inquieto cada uno de sus pasos, como si fueran lo más interesante del mundo cuando su cabeza en realidad se encontraba haciendo mil escenarios apresurados. Varias veces las "voces" le rogaron que se dé la vuelta y huya como un cobarde, pero Riki las ignoró olímpicamente hasta dar con el aula del castaño.

Allí en la puerta se encontraban parados Park Sunghoon y Kim Sunoo, mirando preocupados sus celulares y discutiendo como solían hacer. Riki los conocía porque ambos eran algo así como los segundos mejores amigos de Jungwon -porque él era obviamente el primero-, así que cuando llegó hasta ellos los saludó igualmente con los nervios la aflorando en su piel.

— Sunghoon hyung, Sunoo hyung, buen día

— Buen día, Riki, no, Jungwon no está y lo estamos contactando porque ya pasaron quince de su horario normal de asistencia —el menor se sintió un poco apenado de ello, más no preocupado como lo estaban los chicos frente a él, eso le daba más tiempo para prepararse mentalmente.

— Oh, s-seguro su bus se averió o algo por el estilo, Won tiene asistencia p-perfecta

— Supongo... Pero es que ayer salió de clases andando en las nubes, ni se despidió y chocó con el poste de la esquina por estar mirando quien sabe qué cosa

— ¿Y si le pasó algo más peligroso? —cuestionó Sunghoon.— Anoche estabamos hablando en el chat y él no envió ni un emoji, Sun, es preocupante...

— ¿Em derio lo crees? Es cierto que Wonie no falta ni por catástrofe natural pero no quiero pensar eso, Hoon —suspiró mientras volvía a presionar el nombre del menor en ese trío, otra vez sin dar con una respuesta.— Llamada derivada, de nuevo

— Mierda...

Lo que discutieron después, Riki ya no lo pudo escuchar. Su cuerpo pareció pisar tierra de repente y todo su nerviosismo por ir a hablar con el chico que le gustaba se disipó en milisegundos.

¿A Jungwon le había pasado algo? ¿Por qué no llegaba ni tampoco contestaba llamadas o mensajes? ¿Dónde estaba?

Todas esas preguntas y sus variantes empezaron a martillarle la cabeza y a desesperarlo. Necesitaba saber de Won, ya había olvidado por completo la confesión o sus sentimientos románticos. Así que miró intranquilo a Sunoo y Sunghoon que seguían intentando dar con su amigo, para luego escuchar el timbre resonar por los pasillos y afligirse por la notoria ausencia del castaño en la longitud de estos. Pero ya no podían hacer nada, el profesor quería entrar al aula así que les pidió a ambos que se incorporen a la clase y a Riki que vaya a la suya si no quería una sanción.

El rubio hizo caso omiso como si ni lo hubiese visto y antes de que el castaño y pelirrojo se marchen murmuró un:

— Voy a buscarlo

Para posteriormente abandonar la institución, como tantas veces solía hacer, conociendo todas las salidas posibles y poniendo los pies en el pavimento exterior sin demasiado esfuerzo.

Aún si el guardia le gritó incontables veces que se detenga, él no escuchó ni una sola palabra hasta que estuvo demasiado lejos, a nada de llegar a la parada que Jungwon siempre tomaba. También conocía a la perfección su ruta y todos sus atajos ya que obligó al mayor a que se las enseñé en cuanto eligió el lugar en el que se mudaría, en caso de que pase algo, como lo de ese mismo momento. Riki agradeció haber sido un poco tóxico con saber todo acerca de Jungwon en ese entonces, frustrado porque dejarían de compartir vidas como lo hicieron tan felizmente ese par de años.

La nostalgia de pensar en el mayor incrementó su desesperación, sin poder dejar sus pies quietos en el asiento del bus así que optó por ir a pararse lo más cerca posible de la puerta, conteniéndose las ganas de gritarle al conductor que acelere la maldita carcacha o lo iría él a hacerlo.

Intentó mirar las calles para despejarse, a los pasajeros o sus zapatos ya algo desgastados, pero ninguno de sus agujeros le permitieron relajarse ni el mismo momento que bajó y puso un pie en el edificio donde vivía su mayor.

El reloj sobre la recepción marcaba ya las nueve de la mañana y la mujer sentada allí leía una revista tranquilamente antes de exaltarse por la inesperada entrada del rubio.

— Hola, Riki, ¿cómo-

— Chaewon, ¿está Jungwon? —el menor conocía igualmente a la chica pero la paciencia en ese momento no le daba para entablar una conversación con ella.

— Ush, pues bien también, gracias por preguntar... —farfulló.— Y ya que lo mencionas, yo también quiero saberlo, no apareció en toda la mañana y eso que hoy tenía que entregar sus pagos antes de ir al cole, si estás aquí también es porque no fue... Oh, espera, él nunca falta...

Y ahí Riki juró que pudo sentir como sus piernas se deshacían y el corazón le dejó de funcionar. Cruzó su mirada cargada de preocupación con los grises ojos de la pelinegra buscando otra respuesta, aún cuando esta demostraba no tenerla.

Luego sintió ese horrible deja vú pinchando su cerebro en lo que su respiración parecía descomponerse. Todas sus procastinaciones involuntarias le volvían a jugar una mala pasada, quería arrancarse su órgano pensante y sacrificarlo por saber dónde demonios se encontraba su castaño con ojitos de miel.

— Solo dame la llave, voy a buscarlo

ai ai gasa ; wonkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora