21 | Nervios

476 59 39
                                    

Veronica se encontraba de nuevo con Betty y Sarah en su casa, ayudando a la rubia a elegir algo para usar en su cita con el pelinegro.

- Elegante pero fresco. -la pelinegra repitió. - ¿A donde te llevará? ¿Playa, tal vez?

- No sé. -se encogió de hombros Betty.

- Bueno, tienes un vestido blanco perfecto para eso. -sonrió. - ¿Lo recuerdas?

Betty sonrió. - El que usé cuando abrimos nuestra primera tienda. -asintió.

- Exacto, búscalo.

Ella asintió y se levantó entrando a su vestidor para comenzar a buscar aquel vestido. Al encontrarlo, sonrió y lo tomó.

Se lo enseñó a Veronica y esta juntó sus manos. - ¡Es perfecto! -celebró. - Puedes usarlo con unas sandalias bajas... Y accesorios dorados.

- Y mi bolso de mano dorado.

- Exacto. -le guiñó un ojo.

La puerta se abrió y por esta entró Sarah frotando su ojo derecho.

- Mami, tengo sueño.

- Ay, amor. ¿Quieres que te acompañe hasta que te duermas? -Betty le preguntó, dejando el vestido a un lado.

Ella negó. - No, tu debes arreglarte. -ladeó su cabeza. - ¿Me acompañas, tía Ronnie?

Veronica sonrió con ternura y asintió, guiando a la niña a su habitación.

La rubia se metió al baño para darse una ducha rápida. Al salir, ató su cabello en una cola desordenada para ponerse el vestido y se sentó frente a su tocador, para hidratarse y maquillarse el rostro.

Mientras lo hacía, Veronica entró de nuevo a la habitación, sola.

- Ya se durmió.

Betty sonrió.

- ¿Quieres que te haga ondas? -le preguntó, tras ella. Betty asintió.

- Sip.

Veronica asintió, tomando la rizadora. La conectó y encendió, esperando que calentara para comenzar a hacerle ondas en el cabello rubio de Betty.

Al terminar, sonrió al mirarla. - Tienes que pintarte la boca de rojo. Que sea mate, por favor. No queremos que con tantos besos le quede a él la cara roja.

- Dios, Veronica. -ella se sonrojó. - Cállate. -le pidió. La pelinegra soltó una carcajada y se sentó en la orilla de la cama.

Pero luego se levantó para entrar al vestidor y salió de nuevo con las sandalias blancas y el bolso dorado en sus manos.

- ¿Que aretes uso? -le enseñó dos opciones.

- Los largos. Y usa un collar delicado. -Betty asintió mientras se ponía los aretes.

Cuando estaba lista, sonrió al mirarse al espejo.

Su teléfono vibró sobre su tocador y Veronica se acercó, mirándola coqueta.

- "Jughead Jones" -se burló. - Pero que seria. -rió.

Betty rodeó sus ojos para tomarlo y ver el mensaje.

Jughead Jones

En camino a tu casa, Betts.

Oki, estoy lista.

Dejó el teléfono de nuevo y suspiró.

- No entiendo por qué te pones tan nerviosa. -Veronica rió.

- Ni yo. -ella admitió, tomando una pronfunda respiración intentando controlar sus nervios.

Veronica dejó sus manos sobre los hombros de la rubia. - Respira conmigo.

Ambas comenzaron a inhalar y exhalar juntas, hasta que Betty se relajó.

- Todo irá bien, ¿Si? Debes relajarte.

- ¿Y dejar que todo fluya? -preguntó sonriendo.

- Exacto. -la pelinegra asintió.

Un rato despues, Betty abrió la puerta cuando el timbre de la casa sonó.

- Buenas noches, señorita. -sonrió el pelinegro mirándola, tendiéndole un ramo de flores rosadas y blancas.

- Son hermosas, Jug. -sonrió tomándolas. - Ven, las dejaré en un florero.

Ella tomó un jarrón, lo llenó con un poco de agua y luego metió las flores, para acercarse de nuevo al pelinegro que iba de traje de color gris esta vez.

Jughead la tomó de la cintura y dejó un beso en su mejilla.

- Hoy luces preciosa, Betts. -le sonrió. - Como siempre.

La nombrada se sonrojó levemente mirándola a los ojos.

Sus miradas estaban conectadas y cualquiera que los viera desde afuera pensaría lo mismo: esa era una mirada enamorada. La de ambos.

- Tu estás muy guapo. -ella murmuró, y dejó un casto beso en sus labios poniéndose de puntitas para llegar.

- ¿Vamos? -preguntó.

Ella asintió y Jughead la tomó de la cintura. - Vamos. -ella afirmó.
























¿Para cuando me envían a mi Jug?

Ballerinas | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora