Capítulo 22

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[En Multimedia: Matt reafirmando su confesión épica]

Lo último que escucho antes de que mis sentidos me abandonen y mi vista se nuble tornándose negra, es la voz de Jane muy fastidiada diciendo: "¡Arruinaste todo! ¿No pudiste esperar hasta mañana para decirle? ¡Perdimos!". 

Ah, mente maestra que no tiene sentimientos, te admiro con todo mi corazón. 

Caigo de espaldas contra el suelo sin siquiera sentir el golpe. Estoy fuera de batalla. No tiene nada que ver con que no he comido, porque esta vez comí y bebí demasiado. Tiene que ver con que mis oídos acaban de percibir lo que traté de evitar escuchar desde que toda esta locura empezó. 

"Estoy locamen- y profun- enam-", ni siquiera puedo pronunciar las palabras en mi cabeza. Encima le dijo mi nombre completo a todos. Ahora todo este montón de desconocidos y la súper divertida Hannah conocen el asqueroso segundo nombre que llevo. 

¿Y ahora qué se supone que deba hacer? ¿Rechazarlo hasta romper su galante corazón y que termine odiándome? ¿Será ésa la solución? Digo, al principio será incómodo, pero estoy segura que podremos acostumbrarnos a vivir con eso todos los días. 

El negro empieza a aclararse. Mis sentidos están volviendo en sí. Estoy por recobrar la consciencia. ¡No por favor! ¡No estoy lista para enfrentar lo que acaba de pasar!

—Estoy tan ebria... 

¿Y esa voz? ¿Jane? No. ¿Matt? Por supuesto que no, dijo: "ebria", se trata de una "ella". 

Abro los ojos, parpadeando un sinfín de veces para intentar aclarar la imagen vislumbrada a través de mis ojos. Estoy en mi habitación. En mi cama. Aquella que no me juzga, ni me hace pagarle por sus servicios, ni me dice que está enamorada de mí.

Muevo la cabeza de lado a lado buscando una posición más cómoda. 

La giro a la izquierda. 

Termino de abrir los ojos para encontrarme con que unos ojos grises me observan con genuino arrepentimiento. 

Isabella. 

—¿Estás despierta?

—No—respondo preparándome para recurrir a mi sarcasmo—. Estoy desmayada con los ojos abiertos.

Está acostada a mi lado. Con los brazos sobre su estómago, el ceño fruncido, las mejillas rojas de tanto martini y el rímel de un ojo regado hasta uno de sus pómulos. 

—Me alegra que te hayas despertado. 

—Te ves terrible, Isabella. 

Nos amamos a nuestra manera, definitivamente.

 —¿Todavía me quieres? ¿O ya perdí tu amistad? 

El enojo me abandona. Una sonrisa melancólica se dibuja en mi rostro mientras me percato de lo agobiada que está Isabella. Sabe que se pasó de la raya. Que hizo algo terrible. Pero que si no fuera porque el amor que le tengo es más importante por sobre todas las demás cosas, seguramente no querría ni dirigirle la palabra en este momento. 

—¿Perder mi amistad? Lo siento, falta un poco más para que eso suceda—replico llenándola de esperanza. Se levanta de la cama para sentarse en ella, pero su cuerpo pierde un poco el equilibrio. 

Cuando se estabiliza, me entrega la mano para que me levante también. Entonces, se tira sobre mí dándome el más fuerte abrazo que he recibido jamás por parte de ella. Juega con mi cabello con la ayuda de sus dedos. Luego, se separa para clavarme sus grises iris. 

—Oh, Emma, lo siento tanto...—traga y prosigue—. Es solo que...—creo que le está costando hablar—. Los vi a Matt y a ti besándose en el balcón. 

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora