CINCUENTA Y SIETE

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La solución de la reina había sido sencilla, tal como Maela lo había pedido.

Comunicó esa misma noche a la pareja de principes que partirían junto a Lucerys y Rhaena rumbo a Marcaderiva, adelantando el comienzo de su viaje y cumpliendo con los deseos de Aemond de no ver a Alicent por un tiempo. El príncipe había tomado bien la noticia, aunque cierto rencor lo invadió. Rhaenyra no quería ocuparse del asunto así que los echaría de la capital para lidiar con eso luego. Ciertamente, Maela pensaba lo mismo. Más sabiendo que la conversación que mantuvo con la reina no fue tan pacífica como esperaba.

─ Cuídese, princesa ─Le dijo Alyssa en un abrazo. Había decidio despedirse de su amiga antes de partir a Pozo Dragón para encontrarse con Vermithor.

─ Te aseguro que lo haré, mi amiga ─Dio un casto beso a una de sus mejillas─ Pero no estaría de más que me incluyas en tus oraciones.

─ Oh, princesa, lo haré. Se lo juro.

Maela soltó una risita y sacudió la cabeza.

─ Tendré a Aemond a mi lado en todo momento, Alyssa. Y a mi gigantesco dragón, también. ¿Crees que necesitaré más protección?

No, no lo creía. Aún así, rezaría por ella cada noche antes de dormir y solo descansaría tranquila cuando tuviera noticias de su llegada segura al Norte.

Aemond la esperaba en la Bahía de Aguasnegras. Primero se asegurarían de que el barco zarpara rumbo a Marcaderiva y luego ellos montarían a lomos de sus dragones y los seguirían de cerca. Lucerys había decidido viajar junto a su esposa en el barco para cuidarla. Los Maestres le habían dicho que las probabilidades de que el viaje la enfermara, eran altas. Se la pasaría mareada y vomitando, pero luego de asentarse en la isla estaría mejor.

Su esposo la recibió con un beso y la rodeó de los hombros con un brazo.

─ ¿Has cargado todas nuestras cosas?

Aemond asintió.

─ Tus hermanitos han estado buscándote ─le comunicó─ Viserys se lanzó a mis brazos y tuve que abrazarlo por un largo rato.

Maela esbozó una gran sonrisa.

─ Te adoran ─le dijo─ Pero no tanto como yo.

Le robó un rápido beso y salió casi corriendo hacia el muelle, donde la familia se reunía para despedirse de los nuevos señores de Marcaderiva. 

─ Cuídense mucho ─les dijo la reina─ Y no duden en volver si así lo desean. Este también es su hogar.

─ Gracias, Majestad.

Maela se mantuvo a un lado, alejada, hasta que Daemon reparó en su presencia y se acercó hacia ella. Cargaba a Visenya en sus brazos, pero rápidamente se la dio a Maela, quien le llenó el rostro de besos, haciéndola reír.

─ Está cada día más bella ─Comentó la princesa─ Apuesto a que cuando crezca será nombrada la Belleza del Reino.

─ No tuve el placer de verte crecer ─dijo Daemon─ Pero tu madre siempre mencionaba que eras una niña dulce y hermosa.

Maela se encogió incómoda. Clavó sus orbes violetas en los de su progenitor y se miraron por unos segundos. Daemon deseaba tener un vínculo especial con ella como tenía con el resto de sus hijos. Pero su relación debía permanecer en secreto para siempre. Ella sería la reina en un futuro. La única hija de Rhaenyra y su primer esposo que nunca había sido llamada una bastarda. Todos en el reino creían que Ser Leanor era su padre. Debía seguir así o, si no, su reinado sería puesto en tela de juicio. Ya bastante juzgada sería por ser una mujer. Si también era considerada una bastarda, la guerra volvería a desatarse en Poniente. Y los Targaryen no podían soportar otra más.

Traicion de Sangre || HOTDWhere stories live. Discover now