Danzando

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Los padres de Guillermo tuvieron que volar a México el 8 de junio apenas el sol daba paso a la luna, se sentían malos padres por no poder estar ahí con él. A su mente siempre volvería ese maldito recuerdo de su pequeño aferrándose a sus brazos totalmente destruido. Mas el negocio no podía venirse abajo, el tratamiento era por demás costoso y si bien, la Unione Sportiva Salernitana se había comprometido a cubrir una parte de éste bien sabían que era algo no les correspondía, no cuando Ochoa ya había finalizado contrato y estaba por firmar con su nuevo club.

Guillermo agradecía al Inter la misma propuesta, pero de ningún modo podía aceptarla, pues afortunadamente dentro de todos sus males no estaba el pensar en un término de contrato, éste nunca se dió, y ellos aún estaban a tiempo de hacerse de un buen fichaje para iniciar con todo la temporada.

Los Ochoa Magaña debían irse sí o sí, había pendientes que resolver entre ellos delegar responsabilidades, hablar directamente con el representante de su hijo y destinar recursos para su mejora así también ver si sus participación en determinados negocios marchaba bien o no. 

No se fueron hasta que Guillermo prometiera iniciar con sus terapias una vez sus brazos y piernas respondieran, lo hacían, pero las órdenes que mandaba no eran tan visibles, no contaba con la fuerza para sostener objetos menos aún para cargar su propio peso. Por el momento debía desplazarse a través de una silla de ruedas eléctrica puede que quizás una andadera lo acompañe un largo tiempo. Es muy pronto para tener certeza de algún futuro inmediato.



Flashback

Córcega, Francia, 2011

El trío de mexicanos volvía cada quien a su club, puede que Guillermo no se haya perdido en el alcohol, pero los recuerdos estaban un tanto borrosos, su mente y cuerpo desconectados totalmente todo porque ese terco jovencito les negaba el descanso necesario para rendir en cancha.

Día y noche entrenando, pero sin grandes resultados. Con los años sabría porqué.

Tres semanas desde ese viaje y Francisco guardaba la sensación de que estaba pasando por alto algo, y es que cuando se encontraba perdido en el mundo de los sueños, sus recuerdos abrazaban a ese ser desconocido que volvió el ir a la cama, la mejor parte del día, era como si allá fuera hubiese alguien que gustaba de visitarlo por las noches, solo para constatar que todo anduviera bien, para velar el descanso de su lindo chico.

Inconscientemente su rostro daba paso a una sonrisa, le gustaba sentirse amado, pero también la sensación de querer amar a ese que le entregaba sus noches no pidiendo nada a cambio; una nueva forma de amar que hacía latir su corazón.

Mas había un pero. Guillermo tenía miedo de andarse enamorado de un fantasma. O cómo se explicaba que ninguno de sus amigos le haya comentado hasta el momento sobre haberlo visto platicar con alguien esa noche.

No quería aceptarlo, le dolía hacerlo, pero puede que vaya siendo hora que lo haga, no puede seguir destinando ese sentimiento tan puro a la nada.

Nunca hubo un alguien.

Jamás habló con nadie.

Su corazón no es objeto de deseo de nadie.

Él ama, pero quién lo ama a él.

Odia el frío que atraviesa su cuerpo, pues desde ese día no hubieron más noches de calor.

Francisco Guillermo Ochoa Magaña estaba decidido a no amar a nadie que no fuese su familia ni el fútbol. Dolía amar.



Mönchengladbach, Alemania, 2011

Aquel bello joven despertaba muy temprano ese día, luego de la salida tras el partido, su DT les había enviado a sus teléfonos las modificaciones tácticas del juego, frente a ellos un título al que no pensaban renunciar por nada del mundo.

Tears | Ochoa x Ter StegenWhere stories live. Discover now