Capítulo 22: "Experimentos"

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Dicen que antes de hacer una pregunta, debemos estar preparados para la posible respuesta.

Yo nunca estaría preparada para lo que me respondió mi padre, me sentí de nuevo desesperanzada, como si un balde de agua helada me hubiese sido arrojado, no por la sorpresa, ya que muy dentro de mi, tenía esa molesta espinita sin sacar, ese pensamiento constante de que mis hermanos habían tardado mucho en volver.

Sin embargo escuchar el mismo temor viniendo de mi padre, que era mi único roble y sustento, me desestabilizó y quién pidió permiso para retirarse a descansar fui yo.

El cumulo de información sumistrada había hecho mella en mi cabeza, me sentía cansada, me dolía el cuerpo, me sentía sin energías.

Le adjudiqué todos mis síntomas a alguna fiebre emocional, ante tanto que descubrí.

No me imaginaba lo difícil que fue para papá escuchar de boca de mi abuelo Jona todo lo dicho.

Sabía que él era una persona igual de curiosa que yo, estaba segura de que cientos de veces Jack preguntaba mil cosas acerca del bosque, de sus orígenes, de sus antepasados y que era contestado con evasivas y respuestas escuetas, tanto como él mismo nos lo hizo a nosotros.

Ante todo esto, me quedaba darle eternas gracias a papá, no tanto por todo lo que me confío, si no por ser un padre tan amoroso y precavido, que evitó llenarnos la existencia con tamaña información y herencia familiar.

Esa carga generacional no sé la deseaba a nadie. Saber que según la aldea, y mantenido por muchísimos años, nuestra familia fue la causante de aquella cosa mala que sucedió, que aunque papá prometió contarme luego, no salía de mis pensamientos.

No era cosa fácil crecer con la incertidumbre de si tu sangre ocasionó muertes, o si sin embargo tu antepasado más antiguo fue torturado injustamente y sin razón alguna.

Los dos panoramas eran desoladores y ponían bastante cargo de responsabilidad a quienes empecé a catalogar como " los dos bandos".

El primero, constaba de Jacobo y su descendencia, y el segundo, de todos los torturadores y demás aldeanos que olvidaron lo bueno y se fueron por el camino de la violencia.

Cada extremo tenía su nivel de responsabilidad, bastante enorme a decir verdad.

Sin embargo, Jacobo pudo excusarse o quizás si las cosas hubieran resultado distintas, él y los ancianos asesinados pudieron demostrar su inocencia, mostrando que lo sea que pasó, no fue consecuencia de ellos. Sin embargo el grupo de los verdugos y demás aldeanos, bajo ninguna circunstancia podrían dejar de ser culpables.

Ellos decidieron y ejecutaron, y en aquel momento no hubo vuelta atrás.

La sangre derramada no se puede devolver.

Y el hubiera no existe.

Era increíble como una simple pregunta me había llevado muchas décadas atrás, y en el acto de contestar a una de mis interrogantes, papá desvelo años enteros en la completa obscuridad del desconocimiento.

No sabía cómo se lo hubiesen tomado mis hermanos, o mejor dicho, como se lo tomarían... No me gustaba pensar en ellos en pasado. Porque yo si creía que estaban bien y volverían pronto.

De otro modo no me quedara cada día esperando en el umbral de la puerta, no entrenara con tanto tesón y esfuerzo con el hacha, no leyera con tanto esmero el libro ancestral... Todo cuánto hacia en mi día a día también iba enfocado en ellos.

Para demostrarle cuánto había crecido su hermanita en todo el tiempo que ellos no habían estado.

Ahora bien, me preparaba física e intelectualmente para presentarles a una yo más grande, más fuerte, pero ni siquiera podía imaginar prepararme para darles la noticia del fallecimiento de madre y las mellizas. Eso era algo que aún dolía y dolería por muchísimo tiempo más.

El Traqueteo de la Carreta [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora