Capítulo 15

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—Laaaaander, ¿cómo estás? —saludo llegando a la sala de informática.

—Muy bien, ¿y tú?

—Bieeeeeeeeeen. ¿Empezamos? —hablo, mientras tomo asiento.

—Claro. ¿Qué capítulo de Harry Potter leemos?

Tomo mi mochila, saco de ahí un pedazo de pastel, y le doy un mordisco. Veo que Lander me mira raro y le ofrezco un pedazo:

—¿Quieres? —logro pronunciar con la boca llena.

—No, gracias —ojea el libro que coloqué sobre el escritorio—. ¿Te parece el capítulo siete?

—Ajá —respondo, para dejar mi comida y ver lo que decía el libro.

En ese instante, veo como un gato entra por la ventana y se lleva mi pastel.

—¡Vuelve aquí, michi del demonio! —comencé a correr detrás de él.

Miaaaau.

—¡Me vale un pepino lo que me digas, ese pastel es mío!

Mauuuu.

En ese instante, aparecen tres gatos más.

¿Desde cuándo pasaba esto en Tagus?

—Miren, a mí me devuelven mi comida. Gatos endemoniados —hacen un sonido raro y sacan sus garras—. Ese pastel, me costo diez dólares, devuélvanlo.

Maaauuuuuuuuu.

—Está bien, michi alfa, te lo regalo, pero después hablamos tú y yo —ella me saluda con la patita y se van.

¿Desde cuándo peleo con gatos?

—Tengo el cumpleaños de mi abuela en media hora, ¿podríamos empezar?

—Disculpa, Lander. Sé que es muy importante ver como a tu abuela se le sale la dentadura cuando le dé una mordida al pastel.

—¡Eso solo pasó una vez! —dice sonrojado.

—¡Y se hizo viral!

—Empecemos a grabar...

***

Una vez acabamos, salí del lugar, y me dirigía a mi casa. En el camino, me crucé con Estrellita (la gata alfa), la cual venía acompañada de una perra Golden, a la cual voy a llamar Barbie.

—¿Quieren venirse a casa conmigo?

GUAU.

MIAU.

—Que bueno, síganme.

Caminamos y en cuanto llegamos, no había nadie en casa. Por lo que hice pasar a los animalitos y nos acostamos en mi cama a ver una película. Mientras veía Hulk, me quedé dormida, y en cuanto desperté por un grito de Aegan, me llevé una gran sorpresa.

Los animales habían despedazado la casa.

Estrellita hizo sus necesidades el acolchado blanco de Aegan, y Barbie había orinado en sus zapatos.

A Adrik, le habían mordisqueado las medias y las camisetas.

Y al pobre Aleixandre le destrozaron las almohadas.

—¡Te voy a matar gato mugroso! —al escuchar eso, me levanté rápido de la cama y fui corriendo hasta donde Aegan.

—Deja al animal.

—¿Tú los dejaste entrar?

—Tal vez...

—¡Te voy a asesinar, Alessandra!

—Vale.

—¿Acaso no viste lo que hicieron? —pregunta colérico.

—Lo vi —asiento aguantando una carcajada—. Ahora tus zapatos tienen un perfume riquísimo.

—Hazme el favor de sacar a estos bichos del apartamento y luego hablamos.

¿Este quien se cree?

¿Qué culpa tengo yo por haberme dejado engañar por estas niñas bonitas?

Una vez que saqué a los animalitos y volví adentro, mis tres hermanos estaban esperándome en la sala con los brazos cruzados.

Ayúdame, diosito. 

La melliza de Adrik CashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora