Capítulo 14: ¿Has triunfado?

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Ali

Mi cuerpo se encontraba exhausto. Sentía como me pesaba en plenitud, como si las piernas no respondiesen a las señales que mi cerebro les mandaba. Sentía que ellas mismas me imploraban que me quedase tal y como estaba, que volviese a dormirme y que apagase mi cerebro unas cuantas horas más.

Culpo al Sol de no poder obedecer esas ordenes. Porque ayer ninguno de los dos bajó la persiana y ahora la luz se cuela por toda la habitación impidiéndome dormir. Si, soy de las que si hay luz no puede dormir. Y eso quiere decir que he dormido aproximadamente unos cuatro horas.

Automáticamente empiezo a notar como el brazo desnudo de Pedri está sobre mi cintura, su cara esta apoyada en mi espalda -también desnuda- y por su respiración puedo adivinar que a el no le molesta en absoluto la luz.

Mi mirada se va al suelo donde descansa toda nuestra ropa interior y un escalofrío me recorre el cuerpo. Al momento, mi mente viaja unas horas atrás donde sus manos me instaban a mover mis caderas sobre el. Su cuerpo y el mio pedían más y si alguna vez había idealizado el sexo había sido exactamente como había ocurrido con el. Creo que no dejó un solo sitio de mi piel sin recorrer con su lengua. Casi tengo aún la sensación de como mi cara estampó contra la almohada cuando decidió mandar el en cuanto a posiciones.

Por no hablar de que mi vista va directa hacia el gran ventanal de la habitación. Las palmas de mis manos aún están marcadas en una de las cristaleras, cuando me tuve que apoyar para darle mejor acceso y porque ni siquiera aguantaba el temblor de mis propias piernas mientras el se encontraba detrás mía. Recuerdo sentirme tan poderosa mientras veía Barcelona a través de las cristaleras, como si fuera pequeñita comparada con nosotros.

Barcelona a tus pies, Ali, eso es lo que te mereces —Fueron sus palabras textuales entre gemidos y jadeos.

Mis recuerdos enseguida se esfuman cuando noto como suelta mi cintura y se gira hacia el otro lado. Suelta un leve ronquido y sonrío. Ya no voy a poder dormir más así que decido darme una ducha.

Mientras el agua cae por mi cuerpo, recuerdo que Sira me pidió que le contase todo sin falta de detalles. Así que me hago una nota mental recordándome a mi misma mandarle un mensaje en cuanto salga de este cubículo tan absorbente de agua. Pienso en prepararle algo de desayunar al castaño que duerme profundamente en la cama y por alguna razón esa me parece una genial idea.

Así en cuanto salgo, me vuelvo a poner el vestido que llevaba anoche y me quedo descalza. Me encanta ir descalza y mas cuando el suelo me lo permite con facilidad. Cuando llego a la cocina parece que toda ella me envuelve. Miro la cafetera y ella me mira a mi.

Vamos Ali, preparar un desayuno no puede ser tan difícil, ¿no?

____

Me quemo al instante al sacar las tostadas las cuales están completamente quemadas. Las dejo caer agobiada en el plato, mientras que limpio con un trapo la encimera porque el exprimidor automático de naranjas ha llenado toda la cocina de pequeñas gotas porque le he puesto mas velocidad de la que debía.

Al momento me acuerdo de que las tortitas de la sartén ya han comenzado a quemarse y suelto el trapo para ponerme al momento con ellas, intentando al menos tener algo comestible esta mañana.

Lo cierto es que siempre se me ha dado fatal cocinar. Mamá ha intentado mil veces enseñarme pero es que hasta los alimentos precocinados se me queman. Marta, la cocinera que trabaja en casa de mis padres desde antes de que yo naciese, ha intentado enseñarme millones de veces. Me ponía con ella en la cocina intentando copiar todo lo que hacia. Ella no parecía disgustada con enseñarme al principio hasta que le eché azúcar a las lentejas y sal al arroz con leche. Puse la cocina patas arriba y casi provoco un incendio.

La chica de las flores  [Pedri Gonzalez] Where stories live. Discover now