39: Ella quería pero no sabía cómo

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Bruna.

2 años antes...

Estaba llorando en su pecho desnudo. Todo el agobio que había sentido durante esos días lo estaba descargando ahí, con mi cabeza apoyada en su cuerpo que estaba tranquilamente relajado por lo dormido que estaba él.

Estaba intentando hacer el menor ruido posible para no despertarle pero de vez en cuando se me escapaba algún sollozo que me era imposible guardar dentro de mi debido a la desesperación que estaba sintiendo. Me sentía fatal, me sentía como una novia de mierda, una hipócrita que ni siquiera sabía cómo decirle algo a su novio sin acabar llorando.

En mi cabeza sonaba fácil mirarle a los ojos y decirle "me voy a vivir a Madrid con mi madre" pero hacedme caso que no lo era. Había venido a su casa solo con el fin de contárselo pero no lo había hecho, habíamos hecho de todo menos hablar del tema y había esperado a que se durmiera hasta desahogarme al lado suya sin que él se diese cuenta de nada.

Decidí que antes de que se despertara tendría que lavarme la cara para que mi novio no se enterase de que había estado llorando. Me levanté de su cama y fui hasta su baño cruzando el pasillo. Por suerte no estaba Edi en casa ni sus padres. Yo iba vestida con una camiseta de Alejandro y mi ropa interior debajo.

Abrí el grifo para dejar caer el agua y me lave la cara pero un minuto después ya estaba llorando otra vez. No podía dejar de pensar en cómo decírselo y cómo se lo iba a tomar. Tiempo después pude relajarme un poco e intentar que no se notase que estaba llorando. También pensé en mi cabeza algunas formas de comenzar esa conversación a la que me tenía que enfrentar.

Pero esos pensamientos se cortaron cuando escuché la voz de Alejandro desde su habitación.

—¿Amor? —preguntó por mí.

Me dieron ganas de llorar al escuchar su voz.

—Estoy en el baño —le respondí.

—¿Va todo bien? —su voz sonaba cada vez más cerca.

Respiré hondo antes de salir y conseguí mantener la calma. Me crucé con Alejandro por el pasillo. Este solo tenía puesto sus bóxers y tenía el pelo despeinado con cara de dormido. La siesta había sido larga, si.

—Has dormido bien, por lo que veo —bromeé y saqué una sonrisa como pude. Tenía que actuar normal con el.

—Tengo un sueño que me muero y mañana a las nueve tengo partido —bufó echando la cabeza hacia atrás—. Vendrás a verme ¿no? —me sonrió abrazándome.

Tragué en seco mirándole a los ojos y esbocé una falsa sonrisa asintiendo.

—Bien porque si no vienes... —sonrió alzándome en sus brazos. Enrollé mis piernas en su cintura sonriendo, esta vez de verdad. Con él siempre me salía la sonrisa verdadera.

—Si no voy ¿que pasaría? —le acaricié sus rizos riendo.

—Pues... —se volvió a tumbar en la cama deshecha conmigo sentada a horcajadas encima suya, sus manos pasaron a mis muslos acariciandolos lentamente—. Que probablemente le dedique los goles a otra chica que no seas tú —sonrió burlón y me hizo a mí mirarle seria.

—Si haces eso algún día en toda tu vida conseguirás matarme de los celos, que lo sepas.

—Me lo apunto —guiñó el ojo, yo rodé los ojos un poco seria pero el me cogió del cuello acercándome hacia él para besarme apasionadamente. Siempre le encantaba darme esos besos así de imprevistos.

Mis manos no dejaban su nuca y su pelo, estaba obsesionada con él y creía que nunca se me iba a ir la obsesión. No podía creer que estaba a punto de decirle algo que iba a cambiar todo.

Paparazzi | Alejandro Balde • Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora