16 - Viejas costumbres I

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¡Hola, bellezas!

Aquí estamos de nuevo después de un mes en calma. Bueno, no sé cómo fue para ustedes, pero para mí no fue de calma en sí. Cumpleaños, exámenes finales de japonés, etc., ya saben. Pero hablando de cumpleaños, hoy les traigo doble capítulo para celebrar el mes y el cumpleaños de las dos lunas: Aiko y Laura. Además, quiero felicitar a las queridas lectoras que están de cumple en estas fechas. ¡Un besote!

Les dejo con el pastel. No se atraganten, devórenlo despacito y disfrútenlo por partida doble.

¡Un abrazote!

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Viejas costumbres I

LAURA

El recreo está a punto de terminar y Aiko no aparece. Habíamos quedado en reunirnos cerca de la puerta que da al patio trasero, justo donde Ana y Claudia hablaban de mí a mis espaldas el primer día que pisé este instituto. Me extrañó que Beatriz bajara sola por las escaleras, pues esa abeja es incapaz de despegarse de la miel de mi Ai. Le habría preguntado por Aiko, pero preferí ocultarme de su campo visual para que no arruinara la intimidad que busco.

En otras circunstancias, creo que la impaciencia me habría vencido porque me apetece estar con mi Ai. Sin embargo, mi mente naufraga entre las vivencias que se grabaron a fuego en mi memoria esta misma mañana. Mis retinas reproducen hasta el más mínimo detalle de cada escena y resaltan a la protagonista con un aura luminosa por encima de todo lo demás.

Ana Álvarez, la radiante Ana Álvarez colapsa mis pensamientos y quiebra mi estabilidad mental. Hoy he vuelto a ver a esa vampiresa, que estremece a cualquiera con una mirada y su mera presencia, renacida. Su imponente fortaleza debilitaría al corazón más resistente como una ola al desmoronar un castillo de arena con su delicada caricia. Su seguridad era tan firme que mi cuerpo tembló y mi pecho se revolucionó con tan solo contemplarla.

La imagen de esa Ana dominante que apenas recordaba me hizo sentir sumisa. De hecho, me hizo desear someterme a su voluntad. Le habría puesto un collar a esa vampiresa y me habría entregado a ella para que me mordiera donde quisiera. Su tajante forma de hundir a los demás, incluso a mi hermano, sonó como poesía para mis oídos igual que cuando me defendía de los acosadores. En plena confusión, una parte de mí fantaseó con que esa voz imperante me ordenara y me rogara a la vez cómo debía complacerla...

Supongo que es normal que Ana me siga atrayendo físicamente y que aún me ponga nerviosa, pero eso no cambiará nuestro destino. No obstante, no sé cómo interpretar su cambio. Aunque quiero creer que ella ha pasado página, temo que haya escogido el mismo camino que mi hermano y que el dolor haya comenzado a podrir su esencia, a oscurecer su luz.

Antes de conocer a Eric, ella tenía una tendencia promiscua, una tendencia que aparentemente retomó porque ya lució su primera conquista. Intuyo que exhibió a su mascota para restregarles a todos, en especial a mí, que vuelve a ser la chica dura que solía ser. No quiero que se convierta en miss Sin corazón ni que marchite su vida, pero no soy nadie para juzgarla ni para decidir lo que debe y no debe hacer. Prefiero asumir su cambio como una oportunidad para que me abra las puertas de la amistad, ya que, por lo que pretende dar a entender, enterró en el olvido el bonito pasado que vivimos...

Ahora debo centrarme en mi Ai, que sigue sin aparecer, antes de que Ana me absorba por completo.

Mientras me planteo si ir a buscarla o si enviarle un mensaje con el teléfono en la mano, la silueta de Aiko se apodera de las escaleras. Ella también resplandece como la luna entre las estrellas. Si bien la sonrisa de Ana irradia pura vitalidad, la de Aiko destila dulzura y gentileza. Son, en esencia, el día y la noche, y me encantaría tener a ambas a mi lado toda la vida porque son únicas.

La hermana de mi exnovio [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora