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Flashback.
— ¿Sabes cuál es la razón por la cual te invitan al cine? — le pregunto Hyein a Haerin y ella negó. — A lo oscurito.
— ¿Oscurito? — hizo una expresión dudosa.
— ¡Muah, muah, muah...! — Hyein se acercó a Haerin e intentó besarla.
— ¡Qué asco! — gritó ella.
— ¡Seulgi quiere besarte!
— ¿Besarme?
—¿Cuánto tiempo llevan de novias? — le preguntó. — Ya casi un mes. — Hyein respondió su propia pregunta.
— ¡Joder! — maldijo Haerin y comenzó a morder sus uñas. — ¿Qué puedo hacer?
— ¡Bésala! — contestó Hyein.
— Siento que no puedo hacerlo. — ella negó.
— ¡Intentémoslo! — Hyein animó a Haerin.
— ¿Cómo?
— Imagina que soy Dani.
— ¡No! — Haerin se alejó de Hyein.
— Si quieres te hablo sobre animes o que se yo — le gritó ella. — Ya sabes, para que pienses que soy ella.
— Esta será la peor cita de mi vida. — dijo Haerin y agachó su cabeza.
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— "Ella intentará escoger los asientos de la parte trasera, para así poder besarte y manosearte." — Haerin recordó las palabras de Hyein.
Danielle colocó se mano encima de la de Haerin y la miró fijamente.
— Entonces... — susurró Danielle y se acercó a Haerin . — La película esta aburrida, ¿No crees?
— ¡Estas loca! ¡Es de las mejores películas en la historia del cine! — exclamó Haerin y Danielle carcajeo nerviosa.
— Cambiando de tema... — Danielle lamió brevemente sus labios. — ¿No crees que debemos dar nuestro primer paso? — le preguntó y deslizó sus manos hacia la pierna de Haerin.
— ¿Primer paso? — preguntó ella inocentemente.
Danielle acercó su cabeza hacia la de Haerin y cerró sus ojos lentamente, poco a poco acercó sus labios a los de su novia. Haerin, comenzó a sudar, sus manos a temblar y su pulso a acelerar.
— Mal aliento, mal aliento, puedo tener mal aliento. — pensó Haerin en ese instante. — O tal vez Seulgi me contagie una enfermedad mortal. Bacterias, miles de bacterias... — sus pensamientos no permitían que Haerin se concentrara, sucedía todo lo contrario, estar en este tipo de situación la hacía sentir nerviosa.
Bajó su cabeza rápidamente para evitar el beso de su novia, lo que provocó que los labios de Danielle se dirigieran a su nariz y luego a su ojo izquierdo.
— ¡Ay! — se quejó Haerin...
En ese instante se encendieron las luces de la sala del cine. ¿Salvada? Tal vez. Pero, sentía vergüenza, no podía mirar a Danielle a los ojos.
— ¡Qué pareja más rara! — comentó una voz familiar.
Haerin y Danielle voltearon.
— ¿Qué haces aquí? — le preguntó Haerin.
— ¿Yo? — le pregunto y se echó unas cuantas palomitas a la boca. — Vine a ver la película. — respondió Hyein.
