Capítulo 40

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—¿Cómo están? —le pregunto a Jared

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—¿Cómo están? —le pregunto a Jared.

—Siguen en revisión. Ordené que les hicieran estudios completos. Debo asegurarme de que ese hijo de puta no las dañó de forma permanente —me dice estresado. —Por cierto, ¿ya liberaron a Alena? Moví mis contactos, ya debería estar libre —me informa.

La mera mención de su nombre me hace cuadrar la mandíbula, recordando cómo esa maldita se estuvo burlando todo este tiempo de mí.

—Lo está, y no por ti. Al parecer, la maldita también tiene influencias. Su padre es el Director del FBI. Cuando llegué, ya no estaba esposada. No te preocupes por ella; está muy bien. —le contesto, tratando de controlar toda la maldita rabia que me está carcomiendo el cuerpo.

—¿Maldita? ¿Algo que haya pasado y no me enteré? Porque, por lo que recuerdo, casi te la comes viva hace un par de horas. No seas malagradecido; gracias a ella tu madre y tu hermana están a salvo —me dice, haciendo que recuerde la maldita escena.

«¿Tenía que dejarse tocar así por ese hijo de perra?»

—No quiero hablar de ese tema. Y por si no te ha quedado claro, no quiero que se mencione nada de lo que pasó ahí. ¿Está claro? —le advierto. Ese maldito demonio vestido de mujer me vio la cara de estúpido todo este tiempo, y lo que menos quiero es quedar como imbécil frente a mi familia.

—Está hablando con tu padre; tenme un poco de respeto al menos. Desconozco lo que pase con ella, pero es tu problema. Ya estás bastante grandecito para andarme entrometiendo. Solo te advierto que esa mujer tiene mi respaldo. Yo sí la pongo en el pedestal que se merece por haber salvado a mi mujer y a tu hermana. Así que si me entero de que la lastimas, te la vas a ver conmigo, Alexander, y sabes que yo no amenazo en balde —me advierte molesto, levantándose.

«¡Maldita sea!»

No le contesto porque me conozco y voy a terminar peleando con él. Trato de contenerme, pero la rabia que siento es insoportable. Imaginarme las veces que esa maldita pelirroja se burló de mí, de mis malditos celos patéticos por alguien que no existía... ¿Cuánto no la habré divertido?

—Señor, ya tenemos los resultados. Afortunadamente, no hay ningún efecto secundario de la droga. El antídoto fue inyectado a tiempo, y gracias a eso, las pacientes se están recuperando favorablemente. Ya despertaron y piden verlos —nos dice un doctor, quien llegó con todo un equipo médico detrás de él.

Entramos a la habitación VIP. Jared corre hacia mi madre, la cual sonríe ampliamente al verlo. Se besan y se abrazan como si no estuviéramos presentes.

—Yo también estoy bien, papá. Gracias por preguntar —dice Alexa, haciendo que mi padre sonría, cambiando de cama. La abraza y le dice lo mucho que la ama, besándole la frente.

—¿Ya me van a explicar cómo diablos se dejaron inyectar por ese hijo de puta? ¿Dónde estaban los malditos guardaespaldas para llegar a esto? —les pregunto molesto.

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