5° Romper las reglas

164 20 4
                                    

Mi confusión solo aumentaba a medida que iba analizando la situación.

¿A qué se refiere con que ya sé cómo que se siente? ¿Qué le hice a Caleb para que haga esto?

Luego vi a todo el equipo de Las Entrañas Esmeralda siendo llevados por guardias del Emperador
¿Qué está pasando?

—¡Ya les dijimos que no queremos ir al Aquelarre!. —Dice Gus en un gruñido. —¡Sueltame!

Me lleno de rabia cuando veo como los están jalando sin ningún cuidado. Gus es mucho más jóven que nosotros, solo tiene 12 años, mientras los demás ya vamos para 15 y es obvio que aún no se termina de desarrollar así que todos lo tratan con bastante cuidado. Pero estos tipos no.
Quiero ayudarlo pero justo un guardia se fija en mi.

—Ella tambien tiene el uniforme. —Habla este dirigiéndose a otro y señalándome. —Llevala.

Al instante siento como alguien toma mis manos por detras de mi espalda empujandome para caminar.

Por más fuerza que usará no encontraba como soltarme para poder hacer magia.

.
.
.

Nos pusieron en una celda a cada uno. Y pasaron aproximadamente veinte minutos, en los cuales no pude dejar de echarme la culpa por todo lo que estaba pasando. Yo quise crear este equipo, yo deje que Caleb se nos uniera...Y ahora yo no puedo sacarlos de aquí.

Quizas nos obliguen a estar en un Aquelarre y a hacer cosas terribles, todo por mi culpa...

Tengo un nudo en la garganta, quiero llorar. Pero tengo que ser fuerte, los chicos deben estar igual de asustados que yo.
Llorar no me servirá de nada por los momentos, y tampoco tengo derecho de hacerlo cuando es por mí que estamos aquí.

—Chicos...Lo siento, saldremos de aqui lo prometo. —Digo más para mi que para ellos. —Por mi culpa estamos aquí, por querer demostrar algo que no soy, una bruja; y yo haré que salgamos, no sé como, pero lo haremos.

—Willow, esto no es tu culpa. —Dice Gus para tranquilizarme. Pero yo solo puedo llorar en silencio.

De repente, mi celda se abre, y veo al Guardia Dorado frente a mi.
Está estático, con los puños apretados y aunque no pueda ver su rostro por su máscara siento que su aura es rara, parece indeciso por lo que está haciendo.

—Larguense antes de que alguien los vea.

Su voz estaba algo quebrada, como si quisiera llorar. Pero no lo entiendo, ¿Por qué nos está liberando? ¿No fue él quien nos mandó a encerrar?

—Lo que nos faltaba, tú de nuevo. —Digo con rencor, lo más probable es que él y Caleb hayan hecho un trato o algo por el estilo. —¿Qué quieres? ¿Que te debamos un favor para pedirnos hacer lo que el maldito emperador te ordene? Pues eso no funcionará con nosotros.

Su máscara me incomoda. Es dorada, con muchos rayones, debe de pelear y lastimarse mucho para que esté en ese mal estado. Pero esta no me permite ver sus expresiones, tengo que intuir todo con su lenguaje corporal, el cuál de por sí no sé leer bien.

Sus puños apretados, bastante recto, somos casi de la misma estatura asi que no tiene que inclinar tanto la cabeza para verme, sus piernas rectas en una por casi militar. Qué se supone que debo pensar con eso.
Como ya dije solo me queda lo que irradia, desde aquí puedo sentir su mirada nerviosa de indecisión, pero eso no me dice nada.

Luego de esa pausa, se dirigió a las otras celdas y liberó a mis amigos.

—Dije que se vayan. —Esta vez su voz es grave, imponente y decidida. Cosa que me molesta ¿Quién se cree para darme órdenes a mi?

—¿Por qué deberíamos confiar en ti? —Pregunto con cautela y rabia.

—Porque no hay nadie más en kilómetros que este dispuesto a ayudarlos. —Se acerca a mí amenazante, nuestros rostros estan tan cerca que puedo ver sus ojos color esmeralda a través de los orificios de la máscara. —Así que hazme caso, si no quieres que tus amiguitos se queden aquí hasta que el Emperador lo ordene.

Mientras hablaba me tomó del brazo con fuerza para luego jalarme fuera de mi selda hasta una puerta y trás él venían los chicos.

Pero cuando El Guardia Dorado estaba quitando el candado de la puerta, un hombre moreno, alto y musculoso con cabello de la magia de abominables se acerca a nosotros.

—¿Qué haces, niño? —Pregunta el hombre al Guardia.

—Darius... Puedo explicarlo, en serio. —Pasó de tener una posición de superioridad a verse tan frágil y susceptible. —Solo por favor no le digas nada a mi tío.

Darius asiente dándole la oportunidad de explicarse. Mientras tanto, todos nosotros estábamos a un lado viendo la increíble escena, sin movernos para no arriesgarnos a una batalla.
Vaya chisme nos conseguimos.

—Ellos son los chicos que iba a reclutar para el Aquelarre. Fuí a Hexside y los traje hasta acá. Pero no puedo, Darius. Ellos no pidieron estar aquí y, por más loco que sea, no desean unirse a un aquelarre...Quieren ser algo más qué esto. —Dijo refiriéndose a sí mismo. —Decepcioné al emperador y ahora a ti. Sé que merezco ambas, pero no quiero meterlos a ellos en algo que no desean por mis caprichos.

Por un segundo ví un lado más genuino del Guardia Dorado, está dispuesto a meterse en problemas ¿Por nosotros? No sé qué pasará por su mente, pero me encantaría saber que le hizo cambiar de idea.

Hunter Palisman

Es increíble que una simple frase de esa niñita me haya hecho hacer esto.
Pero en verdad me afectó más de mil que debería lo que le dijo a sus amigos.

Yo también cometo locuras por demostrar algo que no soy. No soy un brujo, ni siquiera puedo hacer magia; solo soy el Guardia Dorado, mi vida solo está en este palacio. No quiero lo mismo para ellos. Tienen una vida propia y un gran futuro, jugaron Derby Volador de una manera increíble sin tener entrenamiento previo como yo.

La Capitana tampoco es tan mala como yo creí, o al menos ya no la siento tan mezquina como antes, ella también pasa por cosas al igual que yo. El hecho de que no se crea una bruja me hizo estar en su lugar por un segundo, y a mi me gustaría que alguien me ayude a demostrar lo contrario, así que eso es lo que yo haré por ella.

Aunque eso conlleve defraudar a Darius, como siempre lo hago con las personas.

Cerré los ojos preparado para el castigo que debo tener por desafiarme de esta forma, ya sea físico como es recurrente o simplemente con palabras...

Pero nunca llegó.

—Eres todo un cuento, niño. —Dice Darius entre risas. —Al fin tienes amigos, eso sí es un orgullo, creí que jamás hablarías con alguien más que el Emperador.

Estoy confundido.
Y no solo yo, los chicos atrás tienen la misma cara que yo.

¿De verdad no me hará nada? Solo se rió como si mi altanería fuera divertida.

—Niño tienes dieciséis años, por el Titán. —Posa su mano sobre mi hombro. —Debes relajarte un poco, rompe las reglas de vez en cuando como todos los adolescentes de tu edad... Es más.

Está vez saca un pergamino de su bolsillo y me lo ofrece, siempre los he visto de otras personas, sirve para comunicarte con alguien donde sea que esté y otras cosas extrañas que no entiendo.

—Ten esto, mantente en contacto con tus amigos, si necesitas esconderlo me dices y yo me encargaré de alejarlo del Emperador. Ahora vamos a llevarlos a casa.

Por primera vez en mi vida no tengo miedo a hablar y decir algo fuera de lugar para no ser castigado. ¿Darius siempre fue así? ¿Por qué hasta ahora lo demuestra? Debe ser una clase de truco que no he logrado comprender.

Pero la verdad no me importa mucho, se siente bien estar con alguien así, aunque sea una trampa, quiero disfrutarla el tiempo que dure.

Aunque, ahora que analizo bien lo que dijo. Está orgulloso de mí por romper las reglas...
Y al parecer tengo amigos.

Hunting PalismanWhere stories live. Discover now