Capítulo 23

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 —¿Qué te dijo? —Vanesa le dio un sorbo a su café caliente recién preparado.

—Que sí.

—¡¿Sí?! —Natalie se levantó de su puesto y abrió la llave para llenar un vaso con agua y regresar  a la mesa—. ¿Cómo fue?

—No sé. —Vanesa suspiró y acarició su frente—. Uf, tengo demasiados mocos. —Se quejó entonces, tomando un pañuelo de su bolsillo y llevándoselo a la nariz.

—¿Cómo que no sabes?

—No me preguntó demasiado —contestó desganada—. No sé. Se lo dije y me contestó que me ayudaría... Quizás sí funcionaba.

—¿Y por qué estás así? —Preguntó Natalie, mordiendo su trozo de pan tostado—. Digo, deberías estar contenta. Tom te gusta.

—¿Y? Como si fuésemos novios de verdad —suspiró, estaba cansada.

No había podido dormir bien la noche anterior porque el resfrío que había contagiado no le permitía respirar bien mientras estaba recostada, y había pasado la noche completa con la espalda afirmada en el respaldo de su cama, sobre unas almohadas y sufriendo un horrible dolor de cabeza.

—Entonces dile que de verdad te gusta. —Vanesa rió con ironía, liberando todo el aire contenido en sus pulmones—. ¿Qué?

—Estás loca. Lo espantaría.

—Ya —murmuró Natalie—. ¿A qué te refieres? Que no se te olvide que aquí el feo es él, no tú. ¿O ya te contagió?

—No lo llames así. Sabes muy bien que yo no veo a Tom de la misma manera que tú. ¿Cuál es la idea? —La pelirroja bufó, comenzando a impacientarse porque faltaban unos minutos para que Tom llegara.

Había quedado de ir nuevamente. No había ninguna razón en especial, solo estaba libre de tareas y odiaba quedarse las tardes en casa sin hacer nada realmente interesante.

—¿Qué puedo hacer contigo?

—Nada. ¿Por qué no le dices a Georg que te gusta? —Natalie sonrió con desgano.

—Lo haría. —Asintió—. Lo haría si no fuese Georg. Todo el mundo lo ama, es realmente frustrante. Apenas lo insinúe, correrá lo más lejos posible de mí. Él puede estar con quien quiera.

—¡Natalie! —Gritó Vanesa poniéndose de pie rápidamente y llamando así la atención de su amiga—. Entiende que Georg no está con nadie en estos momentos. ¿Por qué crees que a pesar de estar rodeado de estúpidas, como tú las llamas, no está con ninguna de ellas? Porque no le interesan. ¿Qué tal si tú...?

—Ya... —la detuvo la rubia, alzando una mano con calma—. Deja de soñar.

—Es gratis. —Vanesa caminó hasta la puerta y dejó a su amiga sola en la cocina, que de inmediato se levantó también y la siguió hasta el sillón frente al pequeño televisor en la sala—. Además, él no es nada más que un chico, después de todo. Lo idolatras demasiado.

Ambas se sentaron.

Ninguna se atrevió a abrir la boca para continuar la conversación. Prefirieron mantenerse en silencio. Debían pensar sobre algunas cosas, y juntas no podían ponerse de acuerdo para absolutamente nada.

Vanesa le insistía demasiado a su amiga para que le confesara a Georg que le gustaba, pero el problema es que ella se negaba rotundamente a si quiera insinuarle a Tom lo que comenzaba a sentir por él.

Era difícil, muy difícil, pero si no hablaban, ¿qué podían esperar?

Absolutamente nada.

Georg y Tom tenían sus propios intereses y problemas como para fijarse en ellas, o eso era lo que creían.

Ninguno daba señales.

Natalie se despidió de la pelirroja antes de salir y desaparecer en la esquina de la calle. Se había ido sin dar ninguna razón. Ambas necesitaban un poco de soledad, cosa que Vanesa aún no podría tener, ya que a penas la rubia había desaparecido de su vista, Tom, intentando ocultar con su mano los feos brackets que arruinaban su sonrisa, se detuvo frente a ella.

Era un tanto extraño para Vanesa verlo de aquella forma.

Muchos chicos usaban lentes, pero no podía entender por qué los que Tom llevaba eran especialmente horrendos.

Mi Nerd Favorito.Where stories live. Discover now