Capitulo 14

38 26 0
                                    

—No estamos negociando la alianza para hacer guerras.—El rey Ricardo entendió la gravedad de aquellas palabras e intentó elegir la mejor manera de explicar las cosas.—Nosotros siempre hemos sido pacíficos y lo seguiremos siendo. Nuestra prioridad es otra que andar de conquista.—Respiró profundamente pero muy rápido de forma que no se perdiera el hilo de la explicación.—El tema de la guerra salió después y no antes de hacer esta alianza con ambos reinos.

—Perdón su majestad.—Interrumpió el ministro muy voraz.—¿Es un hecho que habrá una guerra?

—Me temo que si.—Respondió mirándolo a los ojos.—Hemos sido agraviados aquí en mi propio terreno y es necesario tomar cartas en el asunto.

—¿Agraviados dice?—Intervino uno de los generales.—Tengo entendido que no se pudo comprobar nada, simplemente fue un rumor de campesino de un reino vecino quien dijo que el príncipe de Kreiton corría peligro. Si me pregunta no podemos dar por hecho eso sin pruebas ya que tal agresión no se presentó.

—Tal agresión no se presentó porque pudimos reaccionar a tiempo.—El rey Wilson tomó la palabra encarando al jefe militar.—No creo que este sugiriendo que mi hijo debía morir para cumplir sus deseos de pruebas ¿Cierto?

—No estoy diciendo eso ni deseando la muerte del príncipe.—Respondió con voz fuerte y manteniendo su dura postura a la que estaba acostumbrado dadas sus funciones.—Pero si no se llevó acabo una acción de crimen y no se tienen pruebas de que eso se intentó, es muy drástico ir a la guerra por eso. Pero yo solo doy mi consejo, serviré a mí rey sea cual sea la decisión.

El líder militar, cuyo nombre era Kafu, hizo una reverencia hacia Ricardo y terminó de hablar.

Este rey optó por analizar sus palabras y analizó el ridículo que haría en caso de no confirmarse que dicha agresión pudo existir y que no solo fue un mal entendido por parte de Job.

—Estoy consciente y totalmente de acuerdo contigo Kafu.—Ricardo no tardó en responder al comentario.—Por eso estamos aquí, pues el sacerdote Jacinto y ese campesino que ha sido mencionado han descubierto algo y parece ser que han traído al culpable. Después de oírlos podemos determinar.

El rey hizo una seña al vocero que entendió perfectamente y dijo.

—¡Por orden del rey se solicita la presencia del sacerdote, de su compañero Job y del acusado. Háganlos pasar!

Las puertas se abrieron después de ese llamado. Los soldados permitieron el paso a Jacinto y Job que ya esperaban para hacer su aparición.

Entraron rápidamente y se colocaron en la zona de declaración, muy cerca del rey y en el centro de todos.

Tras las puertas también entraron dos soldados que llevaban al acusado encadenado. Lo jalaron de tal forma que tuvo que ser arrastrado por resistirse.

Con un poco de esfuerzo lo llevaron a la misma zona y con una patada lo colocaron en el piso, de donde no planeaban moverlo.

—Señor este es el hombre sospechoso de la conspiración que nos tiene aquí reunidos.—El vocero continúo con su explicación y reporte.—Los guaridas no han tenido mucho tiempo para interrogarlo pero estoy seguro que hablará.

—Padre Jacinto por favor quiero, queremos escucharle.

El rey había pedido que Jacinto hablara. En ese momento Agusto se puso muy nervioso pues ahora era él quien no deseaba quedar en ridículo por haber dado falsas alarmas y culpar a un inocente de tal crímen.

Pero no solo el monarca del norte estaba nervioso, de alguna forma Eréndira también sintió era presión y quería que el padre tuviera razón. Ella ya se sentía parte del equipo y también había apoyado ese plan así que su nombre estaba en juego.

—Su majestad.—Jacinto dió un paso e hizo la reverencia normal al rey.—Creo que todos aquí conocen la situación así que dar un preámbulo es perder el tiempo.

Todos pusieron sus miradas en el padre lo cual le causó un poco de incomodidad. Ni cuando lo miraban en misa sentía tanto eso. Pero esta vez era diferente y no era para menos sentirse así.

—Nosotros fuimos a las tabernas como mi compañero aquí presente nos sugirió. ¿El argumento? Él es una persona que frecuenta esos lugares y ahí escucha cualquier tipo de rumor o chisme como se dice vulgarmente.—Tomó aire mientras señalaba a Job quien estaba detrás de él y así dar referencia de su testimonio.—Al estar ahí ocurrió lo que dijo. Buscamos un perfil de alguien nervioso por un plan que no se concretó y lo vimos ir con su líder para recibir nuevas órdenes. Ahí una camarera nos ayudó a espiar la conversación y corroboró que hablaban de un fracaso y que pretendían hacer un nuevo intento ahora no detrás de las sombras si no a plena vista. En ese momento corrí por los guardias pues dejarlo ir así sería la perdición. Cuando lo arrestaron, la camarera nos dió más información de lo que escuchó. Los enemigos tomarían disfraces de guardias de nuestro reino e irían a por el príncipe al cambio de guardia. Además que alguien de dentro les mostró la mejor ruta para llegar. Desconocemos cuántos son y cuándo lo harán exactamente pero estoy seguro que este hombre nos dirá todo.

El padre dió una patada muy leve para señalar al acusado que seguía en el piso. 

—Eso es todo su majestad.

El rey agradeció al padre y miró al hombre de ropas verdes que estaba en el suelo aún.

—¿Y bien?—Dijo Ricardo dirigiéndose a él.—¿Tienes algo que confesarnos hombre forastero?

—Están todos locos, yo solo pasé por este reino para descansar y me hacen esto. ¡Es una injusticia!

Era claro que el sospechoso había entendido que no había pruebas y como todo buen criminal se aferró a negar las cosas tomando su papel de víctima.

—Entonces, ¿Te declaras inocente de pertenecer a la conspiración de asesinato?—Ricardo volvió a insistir queriendo ser él quien hiciera las preguntas.—El crimen no se ha cometido, prometo ser muy amable contigo si nos das la información que deseamos. Piénsalo porque está será la última respuesta que escucharé de ti.

El Rey Lisiado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora