La hermana de mi exnovio [En proceso]

25 - Antes de la obra

¡Hola, amores!

Estamos a un paso de la obra... y de presenciar la obra de Aiko. Pero aún no es el momento. Disfruten y pasen un feliz fin de semana.

¡Un besote!

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Antes de la obra

ANA

Siento como si me hubieran metido en una batidora y hubieran hecho un batido con mi cuerpo y mis sesos. El fin de semana fue muy intenso, tanto a nivel físico como mental. Diversión, placer, impacto emocional, trabajo duro; todo un cóctel más sustancioso que los preparados por la tal Miss Crazy. Me habría gustado dormir la mañana para recuperar energías, en especial porque hoy es la dichosa obra de teatro y desearía estar en pleno rendimiento para responder a cualquier trampa que Aiko haya orquestado.

Pero no, no me he librado del madrugón para venir al instituto. Al menos, he llegado un poco antes y he pasado por el bar para doparme con un café y una barrita energética, ya que el desayuno no me bastó ni para arrancar los motores. Encima tengo actividades después de la obra, si sobrevivo a esta. ¿Clases de dibujo o de baile? Ni algo tan simple logro recordar. Espero no haberme excedido llenando mi agenda de tareas que me asfixien más que oxigenarme.

El pesimismo no podrá conmigo. No.

—Bambi. —El fastidioso Eric aparece a mi lado mientras me dirijo al aula, ya que el timbre acaba de sonar—. ¿Adivinas quién estuvo mordiendo la almohada en mi cama el otro día? —presume el muy degenerado.

—No me importa tu vida, rey del bosque, y no malgastes saliva porque la noticia ya es vieja.

—Entonces Flor te lo contó. ¡Qué pena!, me arruinó la sorpresa, aunque habría pagado para ver tu cara en ese momento. Por mucho que digas que no te importa, estoy seguro de que te jodió que me follara a tu mejor amiga —me restriega, enfatizando su satisfacción.

—Eric, madura. —Sí me decepcionó por parte de Flor, pero no lo admitiré delante de él—. Me importa una mierda con quién folles, y lo mismo con Flor. Tú, en cambio, siempre tendrás que vivir con que me follé a tu hermana en tu cama una y otra vez. En tu cama, en tu sofá, en tu baño, en tu cocina. En todos los rincones de tu puta casa.

Eric aprieta la mandíbula y frunce el ceño.

—¡Eh, marica! —Sandra nos intercepta—. Deja a Bruma en paz o te patearé los huevos hasta que me supliques que te dé por el culo.

—A veces pienso que este instituto es un manicomio encubierto, sobre todo cuando recuerdo que locas como tú pasean a sus anchas por él sin llevar camisas de fuerza —la provoca Eric.

—Despídete de tus huevos, cabrón.

—¡Sandra, Sandra! —Me interpongo entre ellos como un pilar de concreto para contener a la bestia que está a punto de desatarse.

—¡Ja, ja! Eso, ponle el collar que nunca supiste ponerle a tu perra. —Eric se ha vuelto tan detestable...

—Lárgate de una puta vez, Eric —bramo, sin soltar a Sandra.

—Chao, locas. Recordad que tenéis una cita con el psiquiatra hoy. —Eso debería decírselo a su hermana y a Aiko. Por suerte, se despide gesticulando con la mano y desaparece.

—¿No puedes controlarte ni un poco? —le recrimino a Sandra al retomar los pasos.

—Vi que ese marica te estaba molestando y le tengo ganas desde hace tiempo —alega Sandra, que me sigue por las escaleras.