12. Negador

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Agustin

Miro hacia la puerta cuando alguien entra por ella.

—Hola amigo  —me saluda, Jonathan, como si nada.

—Hol... ¿Cómo mierda entraste a mi casa, Jonathan? —Frunzo el ceño confundido.

Él hace una mueca poniéndose frente a mi cama.

—Con la copia de las llaves que me diste, enfermo —contesta y me las muestra colgadas de uno de sus dedos.

—¿Cuándo? si yo no hice eso...

—Uh, amigo, hace una banda. —Se toma el mentón pensativo—. La vez que te pusiste en pedo en la plaza, para mi cumple. No sé que flasheaste que te pusiste a llorar y me la diste como regalo. —Se encoge de hombros y se saca la campera y las zapatillas.

Entrecierro mis ojos, no recuerdo nada de esa noche, pero si él lo dice, debe ser verdad. A veces soy, además de distraído, un alcohólico sin causa.

—Ah, capaz...

—¿Qué hacías ahí acostado? —me pregunta Jonathan subiendo a mi cama y ganándose a un lado de mí.

—Nada, pensaba un rato. —Lo miro significativamente—. También iba a dormirme una siesta, pero ahora no voy a poder...

—¿En quién pensabas? ¿en Keylita? —inquiere, ignorando por completo mi comentario.

Vuelvo mi vista al frente.

—No —miento.

Noto de reojo que me mira obvio y balancea su cabeza en la almohada no aceptando mi respuesta.

—Dale, Giay, los vi hoy ¿Qué está pasando con la Colo?

—Nada. —Niego tragando saliva, él suspira y vuelve a su lugar—. Bah, no sé en realidad, viste como es ella y toda su movida...

Jonathan me mira y se ríe.

—¿Seguís enganchado? —inquiere con una sonrisa socarrona y como no respondo, se me ríe más—. A veces seguís siendo tan pelotudo como cuando tenías quince. ¿Vos maduras?

—Callate, forro. —Giro mis ojos.

Enserio no sé qué onda con Key, el jueves, después de tomar muchísimo los dos, ella me terminó besando, al estar en mal estado no dejé que lo hiciera más, sin embargo las emociones que creí que estaban más que enterradas volvieron a destaparse con solo ese beso y no sé cómo se sigue después de eso.

Hoy estuvo todo el día detrás mío también y cómo sigo un poco enganchado, le seguí el juego siendo un boludo, pero sin entender nada y con desconfianza, porque todavía no sé si tengo que confiar en ella de nuevo.

—No quiero estar así por Key... —murmuro más calmo. Jonathan se calma y sabe que tiene que dejar de reírse.

—Deja de chapártela y coger con ella, entonces. —Me pega un manotazo en la frente que me hace quejar—. Pelotudo, es fácil.

—No cojo con ella desde el año pasado, Jonathan —me defiendo, con la verdad.

—¿Ah, no? —Frunce su ceño, confundido y me soba la frente como si fuera un perdón—. ¿Qué pasó después de la joda, entonces? Yo vi que se fueron juntos.

—Nada, la llevé a su casa, porque estaba mal y yo me vine a la mía, a dormir —Elevo uno de mis hombros mirando el techo—. Encima me re olvidé de poner una alarma y no pude ir a la prueba.

—Ah mira, juré que habían dormido juntos..., sos un pelotudo igual ¿cómo te vas a olvidar de eso? —me insulta de nuevo, ya estoy acostumbrado a él y no me molesta.

Cartas | Agustin GiayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora