Capítulo 5: Todo por una dona.

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POV Rose

-          Rose, vamos, debes admitir que estar del lado de los profesores es lo mejor, podemos hacer cualquier cosa que nos dé la gana, le damos órdenes a niñitos malcriados para quienes somos auténticas superestrellas y nuestros antiguos mentores ahora son nuestros compañeros de trabajo, es genial. Bueno tal vez a tú no notes la diferencia ya que tu mentor siempre fue muy cariñoso contigo jajaja-

Tomé el primer cojín que vi y se lo lancé directo a la cara donde encesto con un poco más de fuerza de la que pretendía pero no me importo demasiado.

-          ¿Qué?... Para su información señorita bocazas, las cosas entre Dimitri y yo siempre fueron estrictamente profesionales –

Bueno, casi siempre, sin contar cierto collar hechizado, ni cierta cabaña, ni aquéllos momentos en el gimnasio pero, claro que eso no iba a decírselo a esa pequeña rubia impertinente. Mia, junto con Christian, Mikael, Karp, Eddie, Dimitri y yo fue la elegida para volver a San Vladimir a impartir clases a los moroi deseosos de aprender a luchar, ella no sólo se estaba volviendo toda una experta en el uso del agua durante una pelea sino que, gracias a sus constantes entrenamientos, era muy buena en el mano a mano, de hecho me impresionaba bastante, cosa que tampoco le admitiría o su ego terminaría por explotar.

-          Profesionales, sí como no, en fin. ¿Dónde demonios estarán Jill y Karp? Muero por una dona con chocolate –

-          Sabes que Jill aún es estudiante por lo que no puede librarse así como así de las normas, Karp estará tratando de convencer a Alberta para que la deje pasar la noche aquí, y yo no voy a esperar a que traigan comida porque francamente, muero de hambre, así que iré a conseguir algún pastelillo o un hot dog o algo así –

-          Rose, tú siempre tienes hambre y más en los últimos días, en el avión acabaste con la comida de todos y desde que llegamos no hay momento en que no te vea con algo en la boca-

-          Ninguno de ustedes tenía pensado comerse esas delicias y no iba a permitir que fueran a dar a la basura sólo porque tal vez les molestaría que comiera un poco más de lo habitual y si tengo tanto apetito es por toda la ansiedad que me han provocado desde que supe que volvería aquí- Sin darme cuenta mi voz fue subiendo de tono y agudizándose cada vez más hasta que se convirtió en llanto.

-          Wow, tranquila, sólo estaba bromeando, no lo tomes tan en serio, lo siento. Yo también estoy un poco asustada de no hacer un buen papel aquí pero tranquila, ya verás que te adaptarás pronto- Mia hacía todo lo que podía para calmarme pero yo, simplemente, no podía parar de llorar.

-          No lo sé, es que extraño tanto a Lissa, me preocupa que le pueda pasar algo, además está sola en la corte, sin Christian, sin mí, sin Jill, sin Karp-

Lissa se había empeñado en que Christian viniera con nosotros, principalmente, porque era genial usando el fuego y porque sabía lo que le encantaba enseñar y lo feliz que lo hacia el hecho de que los moroi aprendieran a usar su magia para algo más que trucos de fiesta, él no quería dejarla pero, al final de todas las conversaciones y discusiones, se dio cuenta que esto era lo que realmente quería.

-          No tienes de que preocuparte, en serio, la reina Vasilissa está más que segura en la corte, además es lo que ella quería, que los mejores estuviéramos a cargo de llevar al éxito la nueva ley, y nosotros, dhampir, somos los mejores-

-          Vaya, cuánta humildad- Mia tenía muchas cualidades pero la que más me gustaba era la confianza que tenía, definitivamente no era ni la sombra de la chica egoísta e insegura que conocí unos años atrás. Ahora éramos grandes amigas y siempre me hacía reír con sus ocurrencias.

-          Bah, quién necesita humildad?-

Tras ese comentario tan lleno de sarcasmo a lo Mia Rinaldi, comenzamos a carcajearnos sin poder parar.

-          Vaya se nota que nos hemos perdido buena parte de la pijamada-

Jill y Karp etaban paradas en la puerta con las cajas de donas y las malteadas en las manos, observando entretenidas del espectáculo que les estábamos dando.

-          Sí, llegan bastante tarde, mi estómago no puede aguantar tanto tiempo sin algo con chocolate así que denme una caja en lugar de quedarse ahí paradas como zombies-

Me levanté de un salto de la cama de Mia y di un paso en dirección a Jill con la intención de tomar una dona cuando de pronto el piso se volvió una gelatina bajo mis pies y la habitación comenzó a girar a mi alrededor, me detuve en seco y miré a Mia que me veía con extrañeza.

-          Rose, ¿estás bien?

Me estabilicé un poco, tomé una bocanada de aire y justo cuando iba a dar otro paso todo comenzó a moverse de nuevo y , de pronto, sólo sentí como iba cayendo en dirección al piso, entonces todo se puso negro...

Nada es eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora