29 - Sensei

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¡Hola, familia!

Espero que estén pasando un fin de semana maravilloso. Por mi parte, he podido terminar este capítulo, que les dejo programado, y me iré corriendo para la playa. Para cuando regrese, ya lo estarán disfrutando. Gracias por sus votos, sus comentarios y todo su apoyo.

¡Un besote!

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Sensei

ANA

—¿Me enseñas tu teléfono, Ana? —me pide Aiko, camuflando su sonrisita socarrona detrás de la amable, cuando nos quedamos a solas en el pasillo.

—¿No te atreves a buscarlo en mi bolsillo como hiciste la otra vez? ¿Te da miedo que Laura nos esté vigilando? —la reto y disfruto con su forma de ensanchar la sonrisa. Dado que no mueve ni un dedo, saco el teléfono del bolsillo y se lo muestro—. Mira, paranoica. No estoy grabando nada.

—Vale más ser precavida.

—No lo eres tanto como crees. —Guardo el teléfono—. Podría tener una grabadora en el otro bolsillo.

—¿Y sería del tamaño de un microbio para que pase desapercibida? ¿Crees que no habría notado una silueta sospechosa en la falda tan ajustada que te encanta lucir últimamente? —expone con chulería, resaltando que me ha escaneado de la cabeza a los pies. Esos ojos perforadores son capaces de ver a través de mis prendas y saber el color de mi ropa interior—. He de decir que había barajado la opción de que regresaras a mí, pero me has sorprendido. No esperaba que lo hicieras tan pronto ni con el descaro de pedirme hablar a solas delante de mi Laura. —Se relame de placer al subrayar ese posesivo—. ¿Qué quieres, Ana? ¿No aceptas un adiós? ¿No deseas la paz? Nuestra relación ya caducó. Tienes lo que querías y yo también. Te dije que nunca seríamos amigas y que no te volvería a molestar, y creo haber estado cumpliendo con mi parte. Además, mírale el lado bueno a todo lo que ha pasado. Te he dado más libertad para que experimentes todo lo que quieras con tu vida. No eras consciente de ello, pero estabas atada con Laura. Tú eres una criatura salvaje que necesita altas dosis de adrenalina con frecuencia.

—No sabes lo que necesito, pero tienes algo de razón. Ahora hago lo que me da la gana y nadie puede pararme. Y no te engañes, dudo que ese adiós fuera definitivo para ti. Te he dado el juego que nadie te ha dado en tu vida. Tú no puedes vivir sin esa sensación adictiva, tu nivel de sadismo no te lo permite. Era cuestión de tiempo que me echaras de menos. ¿Sabes por qué lo sé? Porque eres blanda conmigo. Una loca como tú me habría reducido a polvo aunque me prometiera el cielo porque soy lo que más odias en el mundo, pero no lo hiciste y por algo será. —Ante mi réplica, Aiko se ríe—. ¿Quieres saber lo que busco de ti? Una maestra.

—¿Una maestra? —repite Aiko, desconcertada.

—Tengo algunas horas libres en mi agenda que me gustaría ocupar, y gracias a ti me di cuenta de que no sé defenderme muy bien. Enséñame defensa personal, te pagaré las clases.

—¿Quieres que yo te enseñe defensa personal? —Tras expresar un gran asombro, Aiko retoma su sonrisita traviesa—. Busca una academia en Internet. Debe haber cientos en Mallorca.

—Ya, pero prefiero aprender de mi enemiga —enfatizo y le guiño un ojo.

—No. Creo que tu cabecita ha formulado una idea equivocada y que no lo has meditado lo suficiente. Por tu bien, acepta la paz que te he ofrecido y no te acerques a Laura ni a mí. —Aiko entona sus palabras como si fueran una amenaza.

—Lo tengo muy claro, Aiko, y no tengo nada que perder por acercarme a ti. No he mencionado a Laura para nada. ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de algo? —la reto de nuevo.

La hermana de mi exnovio [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora