Capítulo 25

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[En Multimedia: Emma, Matt y el inicio de su segunda cita]

El resto de la tarde nos la pasamos de maravilla en la terraza conversando acerca de temas variados con mis padres. 

Aprovecho el agradable momento para actualizarlos con todo lo reciente que ha sucedido en mi vida: la alucinante estancia en la Mansión Sinclair, las obras artísticas que logramos vender en 4,500 dólares, los nuevos trabajos que me llueven a cántaros y mi nueva rutina matutina que consiste en un desayuno saludable y trotar al menos cuarenta minutos por las hermosas calles de Beverly Hills. 

Vaya... y todo eso gracias a Matt. Obviamente eso no se los digo, es imposible que admita en voz alta que este maravilloso joven ha cambiado mi vida. Pero en mi corazón, lo tengo muy claro. 

Mis padres le hacen un interminable interrogatorio a Matt sobre su vida, porque, bueno, deben seguir el protocolo. Él les cuenta sobre el fallecimiento de sus padres, sus negocios, pasatiempos (omite la parte de los deportes extremos) y cuenta un poco sobre Joseph y Jane, además lo unidos que son entre los tres. 

El agradable momento termina a las 6:00p.m, cuando Matt me recuerda que tiene una tremenda sorpresa para mí y que es hora de prepararnos para ella. 

No protesto. Estoy ansiosa, porque aunque tampoco lo admita, amo sus sorpresas. Estoy aprendiendo a valorarlas como lo merecen.

Corro hasta mi habitación porque Matt indica que solo tengo media hora para alistarme si queremos llegar a tiempo. Él y su puntualidad. Es el hemisferio izquierdo del cerebro, definitivamente. 

Entro y noto que mi teléfono móvil, que dejé sobre la cama, tiene una luz azul parpadeante. Así que lo tomo en mis manos para revisarlo. 

Hay varios correos de gente interesada en mis trabajos y un mensaje de Isabella:

Isabella: Usa el vestido hoy ;)


Pongo los ojos en blanco y le respondo:


Emma: No me voy a poner ese asqueroso vestido. 

Isabella: ÚSALO >:(


Suspiro. No es que el vestido esté mal, es el color. Es gris y el gris es el color que más aborrezco. Es un híbrido ridículo entre el blanco y el negro, es decir, ni siquiera tiene ni personalidad propia. El gris no debería ser un color. ¡Todos unidos por un mundo sin el color gris! 

Saco el vestido de la maleta, lo pongo sobre la cama y doy un hondo respiro. Qué color tan horrendo. 

Mi móvil vibra otra vez:


Isabella: Y me mandas una foto por fis ;)


Me atrevo a decir que esa mujer se ha vuelto más molesta que mi propia madre. Pero está bien, así nos amamos. Y se irá de luna de miel en poco tiempo, así que podré descansar de su presencia unos días. 

Entro al baño, me doy una ducha rápida y salgo para ponerme el horrendo vestido gris que Isabella jamás debió haberme regalado. 

Me paro frente al espejo para examinarme. De acuerdo, tal vez no está tan mal. Es sin mangas, se extiende hasta un poco antes de las rodillas y tiene un vuelo que resalta muy bien mis piernas. Lo adorna una raya rosada, pero solo una, como para decir que no es enteramente gris. 

¡Ping! Resuena el tono de notificación de mi móvil:


Isabella: MÁNDAME UNA FOTO >:(

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora